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El jugador de Peñarol de Mar del Plata sobresale con creces en la
Liga Nacional y se convirtió en una pieza clave del Seleccionado argentino. Repaso por la carrera de un basquetbolista en ascenso.

 

Desequilibrante. El cordobés cosechó numerosos elogios a nivel local e internacional. (Télam)

Julio Lamas sorprendió a todos en la previa de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 cuando dio la lista definitiva del plantel argentino. El entrenador de la Selección Nacional de básquet decidió llevar sólo dos bases a la competencia: el consagrado Pablo Prigioni y una apuesta, el joven Facundo Campazzo.
Si bien Campazzo venía de ser tricampeón con Peñarol de Mar del Plata en la Liga Nacional de Básquetbol (2009-2010, 2010-2011 y 2011-2012), no tenía experiencia a nivel internacional. Pero el cordobés no se amilanó ante tamaña responsabilidad y mostró rápido sus cartas de presentación: en un amistoso ante Estados Unidos, contra todas las estrellas de la NBA, obstaculizó la tarea del norteamericano Kobe Bryant, el mejor jugador del mundo. Vale aclarar que Campazzo mide 1,78 metro y Bryant 1,98… Varios días después, ya en los Juegos Olímpicos, volvieron a cruzarse y tuvieron una discusión: «Kobe me cagó a pedos (sic) por una picardía mía. Después le pedí perdón porque me di cuenta de que había hecho algo innecesario».
Picardía y caradurez, quizás dos de las principales características de este cordobés de 22 años que se inició en el club Municipalidad de Córdoba cuando tenía 5 por decisión de su madre, María Elena, quien casi le exigió que practicara un deporte para canalizar el impresionante caudal de energía que tenía el infante Campazzo. En ese club del barrio de Alta Córdoba fue donde «Facu» dio sus primeros pasos en el básquet y hasta logró consagrarse campeón en las categorías Preinfantiles e Infantiles ante los grandes equipos de la ciudad como Atenas e Instituto. Allí comenzó a forjar su carácter y su mentalidad ganadora, la que hoy sale a relucir tanto en Peñarol como en la Selección.
Si bien fue tentado por Atenas, el club más campeón en la historia de la Liga Nacional, Campazzo decidió pasar a Unión Eléctrica, otro club cordobés, siguiendo a su mejor amigo, Iván Buendía. Duró poco tiempo en Unión, ya que, en un viaje a Mar del Plata para jugar el Campeonato Nacional Juvenil de Clubes, un entrenador de Peñarol (Osvaldo Mario Echeverría) quedó asombrado por la garra y la forma de jugar del cordobés y le ofreció que se sumara a las filas del conjunto marplatense. Con 15 años, Campazzo dejó su ciudad natal para probar suerte en Mar del Plata.
En 2008 le llegó el tan ansiado debut en la Liga Nacional. Sergio Santos Hernández, el Oveja, en ese entonces entrenador de Peñarol y de la Selección Nacional, fue quien lo mandó a la cancha por primera vez ante Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia en un partido que ganó Peñarol. A partir de allí, la carrera de Campazzo fue un ascenso constante, a pasos agigantados. Ya en la temporada 2009/10, con Peñarol logrando el primero de sus tres títulos en fila, el cordobés comenzó a tomar un papel importante en el equipo, siendo el relevo del base Sebastián Rodríguez, el Tato, un histórico del club. Al año siguiente, Rodríguez debió retirarse por un problema cardíaco y Campazzo tomó la titularidad. Con 19 años, la joven promesa debía comandar a un equipo repleto de figuras y hombres de personalidad fuerte como Leo Gutiérrez (campeón olímpico con Argentina en 2004) y el pivot Martín Leiva.

 

Alto nivel
Tras tres años de un altísimo nivel en Peñarol, a Campazzo le llegó la chance en la Selección en un torneo competitivo, el más importante en el básquet: los Juegos Olímpicos. Julio Lamas decidió llevarlo para que fuera el recambio de Pablo Prigioni (hoy en New York Knicks de la NBA) y Campazzo no sólo no desentonó, sino que por momentos hasta se destacó. Con su habitual juego explosivo, el cordobés se ganó el respeto de compañeros de la talla de Emanuel Ginóbili, Luis Scola y Carlos Delfino, y hasta fue titular en algunos partidos debido a un cólico renal que sufrió Prigioni.
Si a Campazzo le faltaba algo para ser definitivamente señalado como el proyecto más importante del básquet argentino, ese algo llegó en el Torneo de las Américas disputado en Venezuela en agosto de este año: el Premundial. La Selección argentina llegó al torneo con varias bajas y con Luis Scola como el único de los jugadores argentinos que disputan la NBA. Allí, Campazzo se hizo cargo del equipo, fue el termómetro de una Argentina que sufrió para conseguir el boleto al Mundial de España 2014 y cosechó elogios de parte de todo el mundo del básquet. Juan José Barea, base de Puerto Rico y quien es figura en la NBA, donde fue campeón con Dallas Mavericks, no dudó: «Ese petiso va a llegar a la máxima competencia».
Tras el gran torneo que tuvo en Caracas, se habló mucho sobre la posibilidad real de que el cordobés arribe a la mejor liga del mundo, pero finalmente no aparecieron ofertas concretas de la NBA y el base continuará su carrera en Peñarol, al menos por un año más ya que, al ritmo que viene progresando, la Liga Nacional le quedará chica en breve. Facundo Campazzo es el presente y el futuro del básquet argentino, de eso ya nadie duda. Lo único que falta saber es cuál será su techo, algo que hoy es difícil de imaginar por su gran actualidad.

Germán Esmerado

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