Aunque consiguió coronarse campeón mundial en peso mediano, el mexicano adeuda un triunfo con mayor claridad sobre su clásico rival, Gennady Golovkin, para entrar en la historia grande del boxeo. Razones económicas y deportivas de un tercer duelo.
10 de octubre de 2018
Las Vegas. La derecha de Canelo impacta sobre el kazajo en la mejor pelea de 2018. (BELLO / GINA/ AFP / DACHARY)
Saúl «Canelo» Álvarez siempre hizo lo posible para adaptarse a medios socialmente hostiles. De chico, en Guadalajara, México, el menor de siete hermanos era señalado por ser pelirrojo, y entonces aprendió a defenderse del bullying con la práctica del boxeo. Ahora, ya como campeón mundial de peso mediano del Consejo Mundial de Boxeo y de la Asociación después de ganarle el 16 de septiembre en fallo dividido a Gennady Golovkin, tiene un doble objetivo. Por un lado, seguir en la senda del trabajo para ser aceptado como un campeón de primer nivel. Por otro, y no menos importante: ganarse el corazón de los mexicanos. Y acaso pueda concretarlos si se confirma su tercera pelea ante el kazajo Golovkin, porque, cabe recordar que antes de su resonante triunfo, hubo una primera que finalizó en empate en 2017. «Si los aficionados la quieren, la tendrán», dijo luego del segundo combate en Las Vegas. Su palabra cotiza ahora mucho más. A los 28 años, Canelo es el mimado de la industria boxística y, más allá de la polémica del resultado de su último combate, se animó a buscar el nocaut ante Golovkin y le sacó el invicto en 40 peleas.
Una comparación sirve para ilustrar su crecimiento. Álvarez debutó como profesional en el estadio Chololo Larios en 2005. La «admisión general», como se leía en el volante de promoción del festival, costó 50 pesos mexicanos. Con Golovkin en el T-Mobile de Las Vegas, 13 años más tarde, coprotagonizó la quinta pelea con mayor recaudación en la historia del boxeo, ya que superó los 125 millones de dólares. Más allá del aspecto económico, una sensación de falta de crédito quedó flotando desde entonces en el boxeo. Se habían fajado en el centro del ring, es cierto. Sin embargo, por fuera de las tarjetas, de los tres puntos de ventaja (115-112) de dos jueces, todavía hay un final abierto. Ya se especula con la fecha de la tercera edición: mayo de 2019, o cuando se cumpla un año de la última, en septiembre próximo. Antes, Álvarez podría reaparecer frente al canadiense David Lemieux, ex campeón mundial mediano de la Federación Internacional. Lo definirá Oscar de la Hoya, el promotor del Canelo.
Contiendas por venir
«Es el boxeador más protegido por la industria, pero no creo que capture al menos hoy la posición de número uno o que sea un tipo que marque una época», dice a Acción el periodista Osvaldo Príncipi, que vio la pelea desde el ringside en Las Vegas, y explica: «Julio César Chávez y Érik Morales fueron indiscutidos. Cualquiera por solo ser mexicano va a tener la misma idolatría y aceptación, pero Canelo, cuando peleó el clásico contra Mayweather, lo perdió, y eso se lo están cobrando, todavía lo están estudiando, no le dieron el tiro de gracia en aceptación que sí le dieron a Chávez o a Morales en otras generaciones. Le falta terminar este clásico con Golovkin con la claridad y contundencia que hoy no tiene. Su asignatura pendiente es Golovkin». Príncipi remarca que para la industria, Canelo es el boxeador más atractivo por la admiración y el rechazo que genera. Pero que para los expertos, no alcanza el sitial del mejor de todas las categorías en la actualidad.
Las razones para otra versión de Canelo-Golovkin sobran. Son comerciales y deportivas. La primera es la aceptación de las partes: por caso, el kazajo ya dijo que está dispuesto. «Si se dan las condiciones adecuadas –dijo Golovkin– estaré listo para la tercera pelea». Las razones deportivas se vinculan con que la última pelea tuvo un final polémico y momentos de alto nivel boxístico. Las comerciales se relacionan con que el boxeo genera cada vez más millones. Golovkin, es verdad, tiene 37 años y está cerca del final. Le serviría como un gran retiro. Pero la principal razón recae en Álvarez, que es el campeón y decidirá: aunque su victoria fue en el Día de la Independencia de México, a la mayoría de los mexicanos –y de los amantes del boxeo– no los conformó. De ahí que tenga el crédito abierto. Que Canelo sepa que un triunfo con avales ante Golovkin puede ponerlo en el cielo de los Chávez, Morales y Juan Manuel Márquez, estrellas de las últimas décadas. Al fin y al cabo, sabe lo que es ser señalado y salir adelante.