Finalista del Abierto de Estados Unidos y ganador de 4 trofeos, Daniil Medvedev avanzó al cuarto lugar del ranking. De carácter fuerte, la potencia de su derecha y su estilo versátil lo erigen como uno de los mejores exponentes de la nueva generación.
27 de noviembre de 2019
Shangái. El moscovita levanta su brazo tras conquistar el prestigioso Master 1000, en octubre. (Noel Celis/AFP)
Mientras el tenis moderno sigue siendo dominado por Rafael Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer, situados en el top 3 del ranking mundial, la nueva generación intenta dar el salto de calidad. El objetivo es defender el prestigio que supo ganarse la disciplina. En ese camino, la temporada 2019 exhibió a un protagonista que llamó la atención desde un principio: el ruso Daniil Medvedev, de 23 años, dueño de un estilo desafiante que lo llevó hasta el cuarto lugar del ranking mundial. Más aún: con sus victorias, se convirtió en la gran amenaza para el «Big 3» (los tres grandes, como llaman al trío que integran Federer, Nadal y Djokovic), que domina el circuito desde hace más de una década.
El crecimiento vertiginoso de Medvedev asombra. Nacido en Moscú, y apasionado por el mundo de las raquetas desde chico, en 2013 su familia escuchó su deseo de dedicarse al tenis: viajaron a Francia con el fin de que Daniil desarrollase su talento. Los resultados no tardaron en llegar. Tres años después, Medvedev pasó del puesto 329º a integrar el top 100. Un avance sustantivo teniendo en cuenta un factor clave, el económico. Porque situarse en ese lugar de la clasificación implica «vivir del tenis», lo que supone no perder dinero en los gastos de pasajes de avión, hoteles, ingresos de entrenadores y demás costos que deben afrontar los tenistas profesionales.
De allí en adelante el ruso potenció su nivel hasta que este año, y después de haber ganado sus tres primeros títulos de ATP en 2018, alcanzó el primero de sus objetivos: ubicarse entre los 10 mejores del planeta. Lo logró al conquistar cuatro trofeos, dos de ellos muy prestigiosos como el Masters 1000 de Cincinnati, en Estados Unidos, y el de Shangái, en China. Pero también incidió, su rendimiento en el Abierto de Estados Unidos. Pese a que perdió la final con Rafael Nadal, el ruso impresionó a los aficionados con un estilo de juego basado en la capacidad de saque y la potencia de su derecha, con un revés a dos manos que se apoya en su físico de 1,98 metros de altura. Al margen de su progreso en la clasificación, Daniil también llamó la atención por su fuerte carácter. Sin ir más lejos, mantuvo un fuerte cruce con el público cuando todo el estadio central lo abucheó tras revolear de mal modo una toalla que le había dado un alcanzapelotas: «Cuanto más me silben, más ganaré», les dijo, desafiante, a los fanáticos.
En lucha
«Él juega como es», explica su entrenador, el francés Gilles Cervara, el encargado de pulir al joven diamante. «Yo tengo que conectar con Daniil tal y como es, y creo que lo hago muy bien», dice Cervara en relación con el fuerte temperamento de Daniil dentro de la cancha. El conductor logró amoldarse a algunas decisiones controvertidas de su dirigido, por caso, cambiar de estrategia en pleno partido sin su consentimiento. Acaso porque sabe que se trata de otra de sus cualidades, reinventarse para dar batalla hasta el final.
Más allá de que es uno los principales candidatos al trono en los próximos años junto al austríaco Dominic Thiem, el griego Stefanos Tsitsipas y el alemán Alexander Zverev, Medvedev prefiere quitarse el peso de los hombros respecto de este tema. «No quiero hablar sobre la renovación, eso se lo dejo a los expertos. Todos los jóvenes estamos luchando lo mejor que podemos para hacer realidad esa transición, pero es realmente difícil, esta gente (por Nadal, Djokovic y Federer) sigue jugando a un nivel muy alto. Seguiremos peleando para lograr que suceda», acepta el joven moscovita,
Medvedev, que además es fanático del fútbol e hincha del Bayern Munich alemán, sabe que tiene un espejo donde mirarse. «Me veo a los 33 años compitiendo como Nadal. Aunque Rafa ya dijo que tuvo que cambiar su juego desde una edad temprana para poder competir al más alto nivel, así que quizá tenga que hacer lo mismo», dijo después del Abierto de Estados Unidos el joven ruso. Ganar su primer slam aparece como el reto más inmediato. Temperamento y, sobre todo, recursos de juego para concretar sus objetivos no le faltan.