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Sable de hierro

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A los 31 años Belén Pérez Maurice se erige como referente de la especialidad fruto de sus logros históricos y de su perseverancia para no bajar los brazos. Los próximos objetivos: completar la universidad y mantener su nivel para competir en Tokio 2020.


Río 2016. La argentina frente la francesa Cecilia Berder, en su segunda participación olímpica. (Coffrini/AFP/Dachary)

La esgrima argentina cuenta con un logro histórico para el deporte nacional: estuvo presente en cada delegación albiceleste en los Juegos Olímpicos desde París 1924  hasta Río de Janeiro 2016. Belén Pérez Maurice integra esa selecta lista de representantes  y por partida doble, ya que compitió en Londres 2012 y en los citados juegos de Río. Con el agregado, además, de que fue la única participante argentina de la disciplina en las dos últimas ediciones. Pese a quedar tempranamente eliminada en Londres y Río, la oriunda de la localidad de San Nicolás exhibe una serie de triunfos relevantes en su carrera y, a los 31 años, mantiene su buen nivel de cara a tener revancha en Tokio 2020.   
La relación de Pérez Maurice con la esgrima se remonta a los primeros años de su vida. Por caso su mamá, Ivonne, había practicado el deporte, lo que motivaba a Belén a usar su ropa de entrenamiento para jugar en sus ratos libres. Cuando tenía 13 años, y mientras hacía natación, conoció al maestro de esgrima Lucas Saucedo, quien la incentivó a que se dedicara a este deporte y logró perfeccionarla en la especialidad de sable. Ya enfocada en la disciplina, Belén cumplió otro legado familiar –su papa Alberto es militar–, al representar al Ejército Argentino en los Mundiales Militares. Es algo frecuente, en esta disciplina, que los deportistas compitan para las fuerzas armadas de su país.
Claro que la historia de Belén incluye aristas que exceden al deporte. Mientras las competencias y los entrenamientos continuaban, comenzó a estudiar ingeniería en alimentos y a trabajar como modelo. «Era chica y me divertía. Lo hice por dos años, pero con el tiempo, mi carrera de esgrimista se tornó cada vez más profesional. Sumado a ello, cursaba en la universidad, por lo que ya no podía asistir a los casting», señala a Acción.

Una lucha
En el marco deportivo, Pérez Maurice se destaca por su espíritu competitivo y la fuerza de voluntad para enfrentarse a las adversidades. Sin ir más lejos, luego de quedar afuera en primera ronda en su primera participación olímpica, decidió redoblar esfuerzos y multiplicar horas de entrenamiento con el fin de competir en prestigiosos torneos para llegar a la elite. Así, en 2014 obtuvo dos logros históricos para el deporte argentino: ganó el campeonato panamericano tras vencer a la estadounidense Mariel Zagunis, bicampeona olímpica y triple medallista mundial; y obtuvo la primera medalla para el país en un Grand Prix del que participaron más de 190 competidores. Los éxitos continuaron al conseguir la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos en Toronto 2015, un logro que le permitió escalar en el ranking internacional y acercarse a la clasificación a los Juegos de Río 2016.
 «Con el equipo vamos a seguir trabajando para más, pero sabemos que la rival, sea cual fuere, será muy difícil», dijo en la previa de la competencia en tierra carioca. No se equivocó. La argentina no pudo cumplir el objetivo de, al menos, superar la ronda de 32. Sin embargo, y como ocurrió cuatro años atrás, Pérez Maurice no bajó los brazos y se prepara para nuevos desafíos. Basta consignar que en el inicio de la temporada 2017, ganó la medalla dorada en el Torneo Satélite de Cancún y en la Copa del Mundo de sable, disputada en Nueva York, terminó en la 12ª posición entre 145 participantes. Por otra parte, la nacida en San Nicolás prepara las dos materias que le restan para recibirse en ingeniera en alimentos. «El estudio es tan importante como la esgrima. Seguiré compitiendo hasta Tokio 2020 porque sueño con una final olímpica», le dice a Acción. Perseverancia para  alcanzar sus metas, como se advierte, no le falta.

Informe: Laura Couto

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