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Salto de calidad

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La Selección se clasificó por primera vez para los Juegos Olímpicos y mejoró su ubicación en el último Mundial. Las semejanzas con los varones y el reto de consolidar sus progresos.

 

Avance. Ataque argentino ante Corea del Sur, en el Mundial de Dinamarca. (Nackstrand/AFP/Dachary)

El 2016 es una hoja en blanco para la selección femenina de handball. Una hoja en blanco que espera la pluma que escriba las mejores páginas de la historia de este deporte.  Existen razones que auguran un futuro auspicioso para el conjunto nacional. Es que La garra –tal el apodo que se ganaron las chicas argentinas fruto de algunos logros conseguidos durante el 2015– intentará confirmar su crecimiento en una temporada exigente y con importantes compromisos por delante.
El último año quedará en los libros de este seleccionado, aunque la idea, precisamente, es que no sean los últimos capítulos, sino que las memorias sigan engordando ejemplares. Porque por primera vez en la historia, la Selección argentina participará de los Juegos Olímpicos, luego de obtener la medalla de plata en los Panamericanos de Toronto, a mediados de 2015. El histórico segundo puesto significó el pasaje a una cita olímpica, algo que durante tantos años lució como un sueño lejano debido al dominio brasileño en la disciplina. Como había solo una plaza en disputa, el seleccionado brasileño –gran potencia regional y mundial– se llevaba el premio mayor.
Si bien la brecha con las grandes potencias persiste, el conjunto albiceleste viene dando muestras de que va por buen camino. Además de obtener la plata panamericana, La garra cumplió un aceptable papel en el último Mundial que se celebró en diciembre pasado, en Dinamarca. Allí, el equipo argentino terminó 18º en la clasificación general y superó su mejor posición histórica, que era el 19º puesto en China 2009 y Serbia 2013. Más allá de que no fue una actuación superlativa, las chicas alcanzaron el objetivo (ubicarse más alto en una copa del mundo).
Claro que el renacer de la disciplina comenzó un tiempo atrás. Porque este equipo no era el mismo cuando lo dirigía Daniel Zeballos, quien dejó su cargo a mediados del 2013. Su sucesor, Eduardo Peruchena, arribó con un enorme consenso y logró darle identidad y orden a un equipo que hasta ese entonces estaba fracturado por disidencias entre el plantel y el cuerpo técnico. En aquel momento, las principales referentes del equipo se reunieron con la Confederación Argentina de Handball y exigieron con firmeza un cambio de rumbo. «Si no hacen algo al respecto, estamos decididas a dejar el seleccionado», dijeron, y acorralaron a la dirigencia, que decidió tomar nota y contratar a Peruchena, exdirector técnico de Nuestra Señora de Luján y Sideco. Peruchena logró revitalizar al conjunto argentino gracias a sus decisiones para unir al grupo y, también, a sus conocimientos y experiencias anteriores (también dirigió la selección de Puerto Rico).
De ahí en más, el crecimiento de La garra fue exponencial. Primero con el mencionado 19º puesto en el Mundial de Serbia, luego en los Juegos Odesur de 2014 donde consiguió un valioso empate ante Brasil –que venía de ser campeón mundial invicto un año antes– y finalmente en los citados Panamericanos del 2015. Estos logros coincidieron con el desarrollo del seleccionado masculino, gran ejemplo para seguir, ya que la evolución de los varones se produjo en una escala muy similar desde la presea de oro conseguida en los Panamericanos de Guadalajara 2011 hasta la actualidad. Alcanza con mencionar que el handball masculino es hoy la segunda potencia latinoamericana detrás de los brasileños.
Por otra parte, y como otra muestra clara de los progresos de las mujeres, prestigiosos clubes del mundo siguen de cerca el rendimiento de algunas jugadoras argentinas. Por caso, Luciana Mendoza, goleadora de La garra durante el último Mundial de Dinamarca con 16 tantos, fue recientemente contratada por el club español Carobels ULE Cleba León BM, de la Liga de Honor, la máxima categoría. Mendoza se sumará así a Macarena Gandulfo, quien ya integra el elenco de Alcobendas, otro conjunto ibérico de relieve. Señales que reafirman el salto de calidad no solo de las mujeres, sino del deporte en su conjunto. Porque ahora es el turno de ellas ser parte de la historia, como antes lo hicieron los hermanos Simonet o Andrés Kogovsek, figuras del seleccionado masculino, presentes en los juegos de Londres 2012.
De todos modos, la evolución trae aparejada nuevos retos. «La clasificación para los Juegos era un logro que se merecía el handball femenino, por eso sabemos que el lugar conseguido en Río 2016 hay que defenderlo con juego y para eso debemos seguir trabajando todos los días», dice Lucía Haro, una de sus más importantes jugadoras. Más allá de que el desafío olímpico de 2016 se revela complejo teniendo en cuenta la jerarquía de varios oponentes, la Selección femenina reúne atributos para continuar en la senda de mejorar su actuación. La garra, como indica su apodo, es uno de ellos.

Gustavo Pando

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