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Un Ciclón continental

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Actual bicampeón nacional, San Lorenzo conquistó otro logro de alto impacto: consagrarse por primera vez en la Liga de las Américas en su nuevo estadio. Las bases de su ambicioso proyecto para reposicionar un deporte con historia y los desafíos futuros.


Ganadores. Festejo azulgrana en el estadio Roberto Pando tras vencer a Mogi das Cruzes. (Télam)

La vuelta a Boedo, el barrio en el que San Lorenzo forjó su rica historia, es uno de los más grandes anhelos de los hinchas y de la dirigencia azulgrana. Y si bien el estadio de fútbol del club aún se encuentra en el Bajo Flores, con expectativas de mudarse en un plazo no muy lejano, la disciplina que sí tiene su casa en el lugar de origen es el básquet. Allí se encuentra el Polideportivo Roberto Pando, inaugurado en 2016 y con capacidad para 3.000 espectadores. La construcción del microestadio se inscribe entre los objetivos del proyecto institucional liderado por el conductor televisivo y vicepresidente del club, Marcelo Tinelli, y el titular de la entidad, Matías Lammens.
Las metas se van cumpliendo y hoy San Lorenzo es el gran animador de la actividad, no solo en el ámbito local. En marzo, de hecho, obtuvo su primer torneo internacional, la Liga de las Américas, luego de vencer al equipo brasileño Mogi das Cruzes en la etapa decisiva del certamen, disputada en su flamante cancha. Con un equipo plagado de estrellas, entre los cuales sobresalieron Nicolás Aguirre, Marcos Mata y Gabriel Deck, el conjunto dirigido por Gonzalo García confirmó su favoritismo al ganar el torneo de forma invicta. De este modo, y tras siete años, un equipo argentino volvió a consagrarse ganador del máximo certamen continental.
Claro que el renovado protagonismo de San Lorenzo en el básquet no es nuevo. Basta consignar que entre las décadas del 30 y el 70 obtuvo numerosos títulos, algunos de ellos de especial reelevancia. Por caso, en 1958, se consagró ganador del Campeonato Nacional de Clubes y luego obtuvo el subcampeonato en el torneo Sudamericano. De ahí que León Najnudel, emblema del básquet argentino y creador de la Liga Nacional en 1985, no dudó en sumar a San Lorenzo al torneo. Con esos pergaminos, y ya con Lammens en la presidencia (asumió en 2012) y Tinelli como cabeza del proyecto, el Ciclón decidió ejecutar un ambicioso plan. Luego de participar en las categorías de ascenso en los primeros tres años, a mediados de 2015 el club jugó una carta fuerte: comprar una plaza para participar de la Liga Nacional de Básquetbol (LNB). Ahí comenzó la segunda etapa: realizó contrataciones millonarias (el entrenador Julio Lamas, ex-DT del seleccionado, y el jugador Walter Herrmann, ex-NBA y campeón olímpico) con el objetivo de ganar la LNB. Los resultados se dieron rápidamente, dado que el conjunto azulgrana se consagró bicampeón en sus dos primeras participaciones.

Millones y ruidos
Además de posicionar al club como una potencia local, Tinelli aprovechó sus contactos empresariales para proyectar a San Lorenzo a nivel internacional. Así, en 2016, se dio el gusto de ser el primer equipo argentino en jugar un partido amistoso ante un representante de la NBA, Toronto Raptors, mientras que un año después derrotó a Real Madrid y Barcelona de España durante una gira de pretemporada. No resulta extraño, por tanto, que San Lorenzo cumpliera –luego de un fallido intento en 2017– con su otro gran objetivo, La Liga de las Américas, un torneo similar a la Copa Libertadores en el fútbol. «Ser campeones era un sueño cuando arrancamos. Hay un camino largo por recorrer, no podemos ponernos este título como techo», sostuvo Tinelli tras la final.
No obstante, el proyecto de básquet despierta cuestionamientos internos. Varios dirigentes objetan su alto presupuesto y acusan a Tinelli de desfinanciar el fútbol para trasladar recursos a un deporte que no genera ingresos para el club. En ese plano, cabe mencionar que el plantel actual del Ciclón cuenta con jugadores muy caros para el mercado local como Aguirre, Mata, Deck, Selem Safar y Joel Anthony, dos veces campeón de la NBA con Miami Heat.
Pese a ello, el básquet de San Lorenzo no desacelera. Por un lado, buscará consagrarse tricampeón de la LNB, por otro, apunta a conquistar la Copa Intercontinental en el duelo ante el ganador de la Liga de Campeones de Europa. Este último, un desafío por demás exigente para un club que llegó a lo más alto de América y parece no conformarse.

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