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Un destino común

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Emanuel Ginóbili, principal responsable del arribo de basquetbolistas argentinos, protagonizó un hecho histórico al jugar en su equipo, San Antonio, junto a dos compatriotas. Gregg Popovich y el futuro de Patricio Garino y Nicolás Laprovíttola.


Conductor. El bahiense, de 39 años, en el histórico partido de pretemporada en octubre. (Efe/Gerardo Mora)

 

De aquí en adelante, el 12 de octubre podría denominarse el día León Najnudel, un homenaje a su legado. Aunque el entrenador que forjó la Liga Nacional de Básquet no haya pensado como objetivo principal establecer una sucursal argentina en la NBA, lo que ocurrió esa noche con San Antonio Spurs habla de lo que significó haber generado aquella estructura. Ese miércoles 12 de octubre, por primera vez, tres basquetbolistas argentinos vistieron la misma camiseta sobre el mismo rectángulo, en un triunfo de los Spurs sobre Orlando Magic en un encuentro de pretemporada. Ya ni siquiera puede ser tomado como una sorpresa. La Liga Nacional lo hizo. Y, sobre todo, Manu Ginóbili. Que al bahiense se le hayan sumado Nicolás Laprovíttola y Patricio Garino, al menos por unos partidos, también forma parte de su obra, un talento que hizo despertar en San Antonio –y en el resto de la NBA– una fascinación por los argentinos.
Gregg Popovich también es responsable. Nacido en East Chicago, Indiana, de padre serbio y madre croata, ese triángulo parece rodear de puro básquet al entrenador que construyó la revolución de los Spurs, el equipo que dirige desde hace dos décadas. Desde que en el draft de 1998, Popovich eligió a Tim Duncan, todo cambió en San Antonio. Popovich formó una escuela que ganó cinco anillos y que, por encima de sus magistrales resultados, genera admiración por su juego. El último mohicano de esa formación es, a los 39 años, Ginóbili, que consiguió cuatro de esos cinco títulos.

 

Abrir caminos
El bahiense llegó a San Antonio en 2002 y tuvo al menos dos años de adaptación a las exigencias de Popovich. No fue fácil conjugar el orden que intentaba imponer el entrenador con la tendencia a la improvisación del argentino, aunque esa improvisación no implicara indisciplina, sino, en todo caso, estar más dispuesto a confiar en su talento individual y su intuición. Manu, sin embargo, le demostró a Popovich una obsesión por la competencia, que era también un compromiso con el equipo. Y entonces también el entrenador supo que debía amoldarse a su jugador. «Llegué a la conclusión –dijo una vez– que eso tendría que ser más a su manera que a la mía».
Lo que vino después es conocido. Sobre la superficie, los títulos y la conversión de Ginóbili en un superstar –aun en su cuerpo tan humano, tan común– dentro de la liga más glamorosa del planeta. Y, sobre todo, en la franquicia más exitosa de los últimos tiempos. Más abajo se cocinó también ese encanto hacia la argentinidad, un colectivo que supuestamente engloba las mismas virtudes que Manu, el talento y la obsesión por la competición, lo que lo lleva a mejorar cada día. Estados Unidos es para un basquetbolista lo que puede ser Europa para los futbolistas. Y lo que una década y media atrás podía ser una excepción, hoy se transformó en algo corriente.
Después de la llegada de Manu, los Spurs pusieron el ojo en Luis Scola, su lugarteniente en la selección argentina. Si bien lo seleccionó en la segunda ronda del draft 2002, lo descartó. Scola recién llegó a la NBA en 2007 para jugar en Houston Rockets. Esa decisión todavía se mastica con bronca en Texas, como pocas cosas en los últimos años. «Fue un error haberlo dejado ir», reconoció en su momento el general manager de San Antonio, RC Buford. Pero así sucedió. A quien sí se decidió contratar fue a Fabricio Oberto, que estuvo cuatro temporadas en el equipo y ganó el título 2006/07.

 

Trayectorias
Ahora llegó el turno de Laprovíttola y Garino. El primero fue confirmado por Popovich para integrar el equipo, mientras que el segundo resultó desafectado de cara a la nueva temporada. Más allá de los distintos destinos, lo que ocurrió el 12 de octubre fue un hito: los tres juntos en una cancha. «Es genial que estén», dijo Ginóbili al inicio de la pretemporada. «La última vez fue con Oberto y pasó bastante tiempo hasta recibir a otro argentino», señaló Manu, que se encargó de buscar a sus compañeros –hasta el momento circunstanciales– por el aeropuerto apenas arribaron a Texas y llevarlos a comer a su casa. Garino y Laprovíttola no podían haber caído en mejor lugar para hacer su primera experiencia NBA. «Solo trato de que las cosas sean más fáciles para ellos», dijo Ginóbili, según contó el periodista Tom Osborn en el diario San Antonio Express.


Trío. Garino, Laprovíttola y Ginóbili con la ropa de entrenamiento de los Spurs. (@SPURS)

 

Osborn también relató cómo fue que Popovich se topó con los nuevos argentinos. Observó los movimientos de Laprovíttola durante unos amistosos de la selección argentina en Las Vegas, previo a los Juegos Olímpicos de Río 2016, aunque ya había visto algunos de sus partidos en España. Laprovíttola se inició en Deportivo Morón, aunque sus primeros pasos en la Liga Nacional fueron con Lanús, el club en el que jugó desde los 17 años y con el que consiguió el ascenso desde el Torneo Nacional Argentina. De ahí saltó a Flamengo de Río de Janeiro y dos temporada después pasó a BC Lietuvos Rytas de Lituania. Seis meses más tarde llegó a Estudiantes de Madrid, de la Liga ABC. Aunque sin Garino, Laprovíttola tuvo otro encuentro en la cancha con Manu, en una derrota contra Miami Heat.
Popovich también se llenó los ojos con Garino en los partidos de Las Vegas. «A Pato lo vimos mucho en George Washington», contó Buford, el general manager de los Spurs. Garino tiene pasado del básquet universitario. Durante una temporada jugó para la George Wa-
shington University de la NCAA, la liga formativa de Estados Unidos. De ahí salió, por ejemplo, el primer jugador argentino en pisar oficialmente un rectángulo de la NBA, Juan Ignacio Sánchez (unos minutos después lo haría también Rubén Wolkowyski), que estudió Historia en la Temple University. Garino, un alero de 23 años, llegó a ganar un título con la George Washington, el NIT (National Invitation Tournament), un certamen organizado para grandes que no llegan a jugar las finales. El marplatense, con una carrera bien llevada, evalúa continuar su camino en la D-League, una liga de desarrollo de EE.UU., o emigrar a Europa, según dijo en TyC Sports. La franquicia texana, de todos modos, tiene la opción para retenerlo durante la segunda temporada.
«Sin duda la confianza de Manu influyó en nosotros. Cuando una recomendación de Manu es tan fuerte, tiene un gran impacto», expresó sobre la decisión de sumar a Laprovíttola y Garino a la pretemporada. Y es que nada de lo que ocurre en San Antonio, esa little Argentina de la NBA, podría ser posible sin Ginóbili.

 

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