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Un logro familiar

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El equipo de Don Torcuato obtuvo por su segunda vez consecutiva el Torneo Nacional de la UAR y se erige como la entidad más ganadora del rugby local en las últimas dos décadas, asentado en una filosofía de juego que une a viejas y nuevas generaciones.


Vuelta. Hindú celebra el triunfo sobre Belgrano en la final del Nacional de Clubes 2016. (PLZPhoto)

 

Hernán Senillosa tenía 19 años en 1996 cuando fue parte del primer título de Hindú; hoy tiene 38. Bautista Álvarez, por su parte, recién había cumplido dos en aquel lejano 1996. El destino los iba a cruzar 20 años después. Senillosa, quien sigue usando la camiseta 12 amarilla y celeste, recibió un pase sensacional de Álvarez, que juega con la 11, y apoyó el primer try de la final del Nacional de Clubes, el que abrió la cuenta de la victoria ante Belgrano y que le dio a Hindú el 16º título de los últimos 20 años. Hoy, estos jugadores no solo comparten triunfos deportivos, sino también encuentros de camaradería –tradicionales en este deporte– ni bien finalizan los partidos.
Porque a veces, para entender ciertas historias, no hacen falta más que datos y un contexto. Eso sucede con Hindú, el club más ganador de la Argentina en las últimas dos décadas; el que en mayo levantó el trofeo de clubes más federal que organiza la Unión Argentina de Rugby (UAR); el que mantiene ese intocable linaje que se pasa de generación en generación y sostiene una filosofía a la hora de entrar a la cancha. Esto es: apostar a un juego dinámico y fluido, desde los juveniles hasta la Primera.
 Cuando en Don Torcuato hablan de «la familia de Hindú», ya suena a cliché, pero efectivamente es así. Pasan los años, cambian los jugadores, y el club no se aparta de sus raíces. Por eso suceden cosas como las de Senillosa y Álvarez, por ejemplo, dos jugadores que acaban de salir campeones, como ya lo habían hecho el año pasado al consagrarse en el torneo de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA). Es que Hindú es Hindú en todo el país: no importa si se mide con equipos de Buenos Aires o lo hace con los equipos del resto de la Argentina. De hecho, el conjunto de Don Torcuato es el actual bicampeón tanto de la URBA como de la UAR. «Algunos nos tratan de locos», dice Senillosa al intentar explicar este fenómeno que, en realidad, es fruto de un trabajo organizado. Un dato explica la frase de Senillosa: la mayoría de los jugadores del plantel son vecinos (viven dentro del country que rodea al club) y se ven todos los días. Por ejemplo, el entrenador, Juan Fernández Miranda, otro histórico que supo festejar como entrenador y jugador, tiene su casa detrás de una de las haches de la cancha principal. Desayuna mirando el banco de suplentes donde luego se sienta. Literalmente.

 

Ciclo histórico
Claro que Hindú no siempre fue un sinónimo de campeón. De hecho, el club se fundó en 1919 y no fue hasta el título de la URBA de 1996 que llegó la primera corona. Antes tuvo que batallar en la segunda categoría y debió transitar sin estridencias en la Primera. Pero fue entonces cuando comenzó a forjarse esa camada que promovió a figuras como los hermanos Juan y Nicolás Fernández Miranda, actuales entrenadores, o Lucas Ostiglia –hoy ayudante técnico– y el propio Senillosa, quienes incluso tuvieron su paso de gloria por los Pumas al conseguir la medalla de bronce en el Mundial de Francia 2007, el que cambió para siempre el destino del rugby argentino.
«Cuando ganás y dicen que somos los mejores es difícil, porque sabemos que el ser campeones no nos hará ganar el próximo partido», explica Senillosa, más conocido en el club como el Chori, a secas. Uno de los tantos que ya tiene un cuadro con su foto, nombre y apellido en el salón de honor del club.

 

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