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Un primer golpe

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El bonaerense de 23 años quebró una sequía de éxitos al consagrarse campeón mundial welter junior de la Organización Internacional. Su formación en la escuela de Santos Zacarías y el desafío de reinstalar al boxeo argentino en las mejores carteleras.


Berlín. Vencedor de Mueller, el púgil consiguió el éxito más importante de su carrera. (Ramón Cairo)

Luego de un tiempo sin grandes exponentes en las principales carteleras, el pugilismo argentino sigue albergando ilusiones. Una de ellas se vincula con Jeremías Ponce, campeón mundial welter junior de la Organización Internacional de Boxeo (IBO, según su sigla en inglés). Su triunfo, este año, tuvo connotaciones históricas porque la victoria sobre el alemán Rico Mueller ocurrió el 14 de septiembre, día en que se celebra el Día del Boxeador en Argentina en homenaje a Luis Ángel Firpo por su legendaria pelea ante Jack Dempsey en 1924. Pero hay algo más importante: lo logró de visitante, en el Verti Music Hall de Friedrichshain (Berlín), algo infrecuente en el último tiempo. El Avión Ponce, como lo apodan, tiene 23 años y exhibe un invicto con 25 victorias, 16 de ellas por nocaut. Además, ostenta la corona que supo lucir el filipino Manny Pacquiao y, como si fuera poco, es el único campeón del mundo argentino en la actualidad. No cabe duda de que se trata de un éxito importante para el puglismo argentino, aunque Ponce aún transita la etapa formativa en el gimnasio del entrenador Alberto Zacarías, en Rafael Calzada, a donde viaja todos los días desde José Mármol.
En ese plano, especialistas señalan que conviene mantener la cautela. La corona que obtuvo el bonaerense, por caso, no es reconocida oficialmente por la Federación Argentina de Boxeo, que solo registra las de la Organización Mundial, Asociación, Consejo y Federación Internacional. De cualquiera modo, el Avión consiguió algo relevante: la programación de dos peleas más en territorio europeo, un mercado cotizado. «No se trata de restarle méritos. La corona de la IBO le servirá a Ponce para cobrar mejores bolsas y seguir ganando roce internacional sin correr demasiados riesgos», dijo Daniel Guiñazú, especialista en boxeo, en Página/12. En la categoría welter junior, los campeones mundiales son los estadounidenses Regis Prograis (AMB) y José Carlos Ramírez (CMB y OMB), y el escocés Josh Taylor (FIB). Rivales difíciles pero para nada imposibles.

Amor en el ring
Ponce debutó como profesional a los 19 años, en 2015. Y, desde diferentes planos, su vida es el boxeo. Está de novio con Iara Altamirano, también boxeadora profesional. Ambos levantaron su casa de José Mármol, a base de sacrificio y humildad. Y el Avión es, además, un prospecto de la escuela de la familia de Santos Zacarías, el fallecido entrenador que promovió a Juan Martín Látigo Coggi y Sergio Víctor Palma, campeones del mundo argentinos. «Lo primero que pensé cuando bajé del ring fue todo lo que luché con mi familia y mi novia», dijo el Avión, que comenzó a boxear a los 14, y trazó lo que viene: «Tenemos seis meses para hacer la próxima pelea, pero queremos ver si peleamos en diciembre o en enero, y si nos permiten hacerla en Argentina. A largo plazo me gustaría pelear con Prograis, que es una gran figura y de lo mejor de la categoría». En ese sentido, Ponce tiene hambre de gloria, y también sabe bancar los golpes, en el cuadrilátero y en la vida. «Ahora me conocen algunos más, son “los amigos del campeón”. Pero vivo tranquilo con los míos. No es que esté salvado».
Además de cantidad, Ponce exhibe variedad de golpes y un estado físico de excelencia. Ante Mueller expuso su estilo agresivo, de gran cantidad de golpes al cuerpo. Acaso, es cierto, le falte mejorar aspectos técnicos y reforzar sus músculos. Pero hay futuro. De un momento a otro, en el mediano plazo, puede conseguir un combate en Estados Unidos, la meca del boxeo. El Avión Ponce es una de las esperanzas de la línea joven del pugilismo argentino, junto a Gustavo Lemos, Marcos Maidana y Agustín Gauto. Continúa en etapa de aprendizaje. «Hace rato que no conozco a un boxeador que quiera tanto al boxeo como este pibe –cuenta Alberto Zacarías, su entrenador, a Acción–. Está enamorado del boxeo, y esperemos que no se le pase. Ha venido a entrenar con la mano lastimada. Y si no le digo que descanse, viene todos los días. Me dice: “No puedo estar sin ir al gimnasio, sin boxear”». Jeremías Ponce dio el primer golpe. Ya se puso a tiro. Su camino recién está en el inicio.

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