11 de diciembre de 2013
Finalmente, como sucede siempre para estas fechas, estamos inaugurando un nuevo año. Atrás se está quedando el fatídico 13 –para algunos lo fue literalmente– y nos adentramos en un renovado 2014.
Catorce, «el borracho». Aclaremos que borracho se puede estar de distintas cosas. No solamente de alcohol, que se sigue publicitando por televisión para que los chicos lo consuman con la excusa de que la amistad sólo sirve si hay un brindis de por medio al cual, cuando la cámara se apaga, se le suma una ambulancia del SAME. No, uno puede estar, metafóricamente hablando, borracho por otros motivos. Borrachos de democracia por haberla disfrutado 30 años corridos y sin tener el estómago acostumbrado. Pero con la democracia no hay contraindicaciones, su ingesta es siempre saludable y, si se torna adictiva, mejor.
Pero no todas son flores. También podemos emborracharnos de internas, que las hay en todas las graduaciones y con los sabores más variados. Igualmente podemos ponernos ebrios de versiones, dimes y diretes, de postas posta, chismes, intrigas, carne podrida, confabulaciones varias y/o especulaciones surtidas. La idea de muchos comunicadores y aprendices de brujos es que nada es como parece ser, que por detrás siempre hay otra cosa, «otra cosa» oscura, y que la única verdad no es la realidad, porque para esta gente, la realidad que la mayoría vemos es pura ficción sin futuro. Esta borrachera es difícil de asimilar y la resaca suele durar un largo tiempo.
Además, la borrachera de 2014 nos acerca el Mundial en Brasil donde muchos –sobre todo periodistas «especializados»– nos quieren hacer creer que la Selección argentina llega como «banca», sin pensar que siempre los que entraron como «banca» terminaron como «punto». Con esto no se jode. Nada de emborracharse con nombres, cotizaciones o laureles recientes. Aquí debemos hacer un esfuerzo por mantenernos abstemios y lúcidos. Todo puede ser, pero a no descorchar antes de tiempo.
Sigamos. Decir que uno se puede emborrachar con una vaca muerta suena un tanto loco, pero hay muchos que ya se están embriagando con petróleo puro, cosecha futura, pero aparentemente de buena cepa. Ojalá se nos dé.
Mientras que por estas tierras el personaje es el borracho, en China –que es un país al que cada vez se lo ve más grande– este será el año del Caballo. Dicen que vendrá «vivaz y brioso, de vida agitada y rico en aventuras». El único problema que le veo es que se trate de un caballo salvaje, al que se lo tenga que domar. En ese caso, seamos serios, porque lo único que podemos ofrecerles es un gaucho…, que hoy sabe más de 4×4 que de caballos.
—Santiago Varela