Humor

Sensación térmica

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(Pablo Blasberg)

 

Desde hace unos años observamos que se utiliza cada vez más la expresión «sensación térmica». Hoy, antes de salir de casa, solemos mirar el televisor para ver la temperatura, pero lo que realmente nos importa no son los grados que marca el termómetro, sean estos para asarnos o congelarnos, sino que miramos y tomamos en cuenta la bendita «sensación térmica». De acuerdo con esta última iremos en chomba o pulóver… y a rezar.
Tanto se difundió esta expresión que hoy –y antes también– los funcionarios la usan y abusan para afirmar que la inflación es una «sensación térmica» y lo mismo pasa con la desocupación, la inseguridad o la calidad del empleo. Lo que se afirma o las cifras que se dan sobre estos temas no son importantes, no suelen ser reales, son simplemente una «sensación térmica».
El problema aparece cuando usted, señora, señor, va al súper con la sana intención de abastecer su hogar y su estómago y al llegar a la caja empujando el carrito le dan tal mazazo a su billetera y/o su tarjeta de crédito que la dejan más gastada que alpargata e’gordo.
Pero si usted, señora, señor, se pone loco, se sube a la góndola y se pone a gritar cosas del estilo: «¡Esto es un afano!», «¡Así no hay guita que alcance!», «¡Dejen de currar al prójimo, que somos nosotros!», no faltará algún CEO licenciado en Felicidad que le explicará que usted está totalmente equivocado/a, que el ticket que emitió la cajera es una ilusión óptica, que no es cierto que usted haya pagado el triple por llevar un tercio de lo que solía llevar, que todas son locas ideas suyas y que lo que le hace confundir el diagnóstico es la famosa, y siempre a mano en la mesa del funcionario, «sensación térmica».
Culpa de la «sensación térmica» las cosas, en este caso los productos, parece que aumentaran, pero la realidad, sobre todo la realidad mediática, es que no aumentan. Tal vez cuesten más, pero eso, evidentemente, es otra cosa. Tal vez ahora la plata no le alcance, pero eso es un problema suyo, de su esfera personal y privada. No mezclemos los porotos.
Probablemente estos vericuetos técnicos de la macroeconomía le produzcan alguna confusión, más si usted no está doctorado en alguna disciplina afín, y tal deficiencia le impida poder diferenciar la realidad de la «sensación térmica».
Nuestro consejo es: sonría. Sonría siempre y antes de ir al supermercado, encienda el televisor y fíjese en lo que anuncia el Servicio Meteorológico pero no la «sensación térmica». Luego tome la chomba o el pulóver.
De nada.

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