Humor

Volare

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Santiago Varela / Ilustración Pablo Blasberg

Esa mañana llego al palier del edificio donde vivo y me encuentro al encargado, Pepe Lampazo, que me avisa.

–Cambiaron la cerradura. Su llave ya no sirve, ahora se usa una electrónica con clave.

–¿Y por qué la cambiaron? –pregunté.

–Porque es más moderna y así le facilitamos la vida a los vecinos.

–A los vecinos y al administrador. Moraleja: para facilitarnos la vida nos ponen una clave con números, letras, minúsculas, mayúsculas, signos y algún carácter chino.

Pongo todo, pero la puerta no abre.

–Falta el token con el celular –me aclara Lampazo.

–Claro –pensé–, además ponen el token para que todo sea más fácil, sobre todo para las personas mayores de 50.

Finalmente, logré salir, hago un par de cuadras y veo que se acerca Papá Noel en su trineo. Estamos en diciembre, es normal. Lo que no es normal es que en lugar de los renos al trineo lo tiren cuatro personas de mediana edad.

–Hola, Papá Noel, ¿quiénes son estos tipos? –pregunté.

–Pasa que en Argentina los renos son muy caros y esta gente estaba sin laburo y me salen mucho más barato que un reno. Además, son profesionales: dos son del Conicet, la mujer es pediatra y el otro es profesor universitario de física cuántica.

Lo dejé a Papá Noel disfrutando de las oportunidades únicas que brinda hoy nuestro país, esquivé a un mantero que vendía las joyas de la abuela, junto con la abuela, más dos paquetes de garrapiñadas y me encontré al brigadier Pepe Alerón, que venía con una sonrisa de oreja a oreja.

–Tengo para ofrecerle algo especial para usted.

–Si es guita o un bife de chorizo, desde ya acepto.

–En un momento en que todos los ricachones tienen su avión privado, usted no puede quedar atrás.

Intenté explicarle que yo no era ricachón, ni funcionario con posibilidades de hacerme millonario rápidamente, pero el otro insistía. Lo que me ofrecía era el avión de los hermanos Wright en 12 cuotas sin intereses.

–Pero ese es un avión viejo, obsoleto –argumenté.

–Si el Estado compró aviones de segunda mano de los años 70 del siglo pasado, donde lo más importante debieron ser las comisiones, que usted tenga un avión con más historia y menos precio, es lo más razonable –insistió Alerón–. Pero si prefiere algo europeo en lugar de yanqui, tengo en oferta un dirigible Graf Zeppelin, una  joya. Si quiere le sacamos la esvástica, le ponemos la foto de Maradona y además le entregamos dos garrafas con gas por si se le desinfla –concluyó.

Realmente, el que se estaba desinflando era yo cuando pensaba que estamos gastando plata que no tenemos para que algunos pocos jueguen a Top Gun en lugar de comprar baleros para todos los pibes, para que practiquen, porque algún día, en nuestro país, la vamos a tener que embocar.

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