28 de febrero de 2018
Sus antepasados hicieron lo mismo allí, pero hace mil años. La maloka es un símbolo de la cultura guaraní, una vivienda colectiva capaz de reunir bajo su techo de paja y paredes de palo a unas cincuenta personas. En 2004, un hallazgo arqueológico rubricó lo que los pueblos originarios ya afirmaban: en Tigre, en los humedales del río Luján, había vivido hace diez siglos un numeroso grupo aborigen.
Miembros de las identidades guaraní, kolla y quom conformaron Punta Querandí en lo que consideraron un territorio sagrado. Su misión es defenderse contra un enemigo peor que el olvido: el Dios del Dinero.
La zona es amenazada por emprendimientos inmobiliarios, lujosos barrios privados que ya en 2000 arrasaron incluso con un cementerio indígena. La resistencia será como la ceremonia de colocar los fardos de kapi’i ñarõ: una tarea grupal, constante y guiada por la sabiduría de los ancestros.