6 de julio de 2022
La alianza militar cargó contra la ofensiva rusa en Ucrania y se puso en guardia contra el gigante asiático. Contradicciones y respuesta de Beijing.
Aliados. Jefes de Estado y de Gobierno en la reunión celebrada en la capital española, a fines de junio.
NATO
En 2019, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) mencionó por primera vez en su historia a China. Montada por impulso de Estados Unidos en la «guerra fría», la OTAN había pasado décadas confrontando con la Unión Soviética y su Pacto de Varsovia hasta 1991, aunque solo en oficinas con mapas, maquetas y soldaditos de juguete porque la mutua disuasión nuclear desaconsejaba comenzar los disparos de verdad. Caído el bloque comunista, para muchos la alianza noratlántica ya no tenía razón de ser. De hecho, varios países de Europa, hasta hace no tanto tiempo, sostenían eso. Pero en el siglo XXI la OTAN comenzó a avanzar sobre Rusia. Ahora hay guerra. Europa cambió súbitamente de opinión y es parte de las acciones, y aparece peligrosamente China en el periscopio de los estrategas militares de la OTAN.
En 2019, un documento de la OTAN expresó que «como alianza, necesitamos considerar» a China. Ahora, en Madrid, donde los militares norteamericanos y europeos se reunieron para analizar la guerra en Ucrania, armar más a Polonia, Rumania, Gran Bretaña e intentar sumar a Finlandia y a Suecia, ya no se esconde el objetivo chino como enemigo. Ciertamente Rusia y su invasión a Ucrania aparece como el centro del texto, definido como «nuevo concepto estratégico», pero China recibe una atención destacada. El país asiático «supone un desafío a la seguridad e intereses del grupo con sus ambiciones declaradas y políticas coercitivas», además de que «emplea una amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su presencia global y proyectar poder, al tiempo que mantiene la opacidad sobre su estrategia, sus intenciones y su acumulación militar». Dice más; dice que China usa «influencia económica para crear dependencias». Cualquiera que conozca mínimamente la historia y vea las palabras «herramienta militar» o generar «dependencia» creería que la OTAN, más específicamente Washington, estaría haciendo una autocrítica. Pero no.
El sinólogo español Xulio Ríos ha escrito con razón que «la OTAN se rearma de forma alarmante, pero es a China a quien se acusa de elevar preocupantemente su nivel de gasto militar», y cabe recordar que el Gobierno de Xi Jinping no proveyó de arma alguna a la guerra en Ucrania, como sí varios socios de la OTAN. Al contrario, Beijing ha reclamado y gestionado negociaciones diplomáticas y de paz con ese país y con su aliado Rusia. La OTAN «no ha logrado hacer de Europa un lugar más seguro. Al contrario», afirma Ríos.
Con prudencia y paciencia, sin ánimo de sumarse a una carrera armamentística pese a ser amenazada desde Madrid –adonde Joe Biden llegó con la típica parafernalia de seguridad ejemplificada en su limousine «La Bestia» y miles de personas le recordaron al tan mediocre liderazgo occidental que lo que quiere es paz y vivir mejor–, China expresó algunas respuestas.
Narrativas con trampa
Ya algo había adelantado cuando, unos días antes, desde Alemania, el G7 (otrora las siete economías más grandes del mundo, ya no) cuestionó la Iniciativa de la Franja y la Ruta que promueve el Gobierno de Xi, y a la que adhieren unos 140 países, entre ellos Argentina. Un vocero de la cancillería en Beijing dijo que el G7 difundía una «falsa narrativa» sobre la «ruta de la seda» y que esta no genera una «trampa de la deuda», como dijo el Grupo. De nuevo es curioso para un occidental pensar en China como acreedor y olvidarse del FMI, el Tesoro de EE.UU. o los fondos de Wall Street.
Específicamente sobre la OTAN, el diario Global Times, que expresa las posturas más nacionalistas del Gobierno y el Partido Comunista chinos, aseguró que China persigue una política exterior de paz independiente y es una «fuerza para un mundo pacífico, un contribuyente al desarrollo global y un defensor del orden internacional». Beijing acusó a la OTAN y a EE.UU. de buscar «la confrontación entre bloques a nivel global». También dijo, al analizar la expansión de la OTAN a países bálticos y escandinavos –lo cual agravó el cerco a Rusia que provocó su reacción contra Ucrania– que «no busque enemigos imaginarios en Asia. Ellos (la OTAN) son el problema».
En simultáneo con la cumbre de Madrid, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el enviado chino Zhang Jun señaló que la expansión de la OTAN creará más problemas. «Las cinco expansiones de la OTAN en la Guerra Fría no solo fallaron en hacer más segura a Europa, sino que además sembraron las semillas del conflicto», dijo. Reclamó asimismo no avivar la confrontación utilizando la crisis de Ucrania como pretexto. Esa crisis «una vez más dio una voz de alerta al mundo», sostuvo.
Taiwán es otro tema que agita Occidente y la cancillería china también se expresó, oponiéndose «firmemente a todas las formas de interacción oficial con la región de Taiwán por parte de los países que tienen vínculos diplomáticos con China», y que deben acatar, dijo el portavoz citando a EE.UU., el principio de «una sola China» así como cesar las negociaciones de acuerdos con implicaciones de soberanía de carácter oficial. Aludía a las intenciones de empujar a Taiwán a declarar su independencia, lo que China dice no estar dispuesta a tolerar. Para muchos analistas, la OTAN está sembrando vientos.