7 de agosto de 2024
El Congreso Nacional Africano (CNA) debió aliarse con la derecha blanca. A 30 años del apartheid, priman el desencanto y la deuda social.
40,12%. Los votos no fueron suficientes para que el oficialismo mantuviera el poder. El presidente debió aliarse con otras agrupaciones.
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A 30 años del fin del «apartheid», el Congreso Nacional Africano (CNA) perdió la mayoría absoluta por primera vez desde 1994, cuando Nelson Mandela instaló el concepto de una «Nación Arcoíris». Para conservar el poder, el presidente Cyril Ramaphosa formó un Gobierno de coalición con la derecha «blanca» (bóeres) de la Alianza Democrática.
«Debemos abordar las necesidades básicas de las masas: la creación de empleos, viviendas, la ampliación de la electricidad, la construcción de escuelas y hospitales, la provisión de educación gratuita y obligatoria de calidad, agua corriente y carreteras pavimentadas. Esas deben ser nuestras prioridades», decía Nelson Mandela luego de ganar las primeras elecciones libres y democráticas que dieron fin al apartheid en 1994.
El claro mensaje del líder sudafricano hoy parece olvidado, incluso por el mismo partido que lo llevó a ganar todas las elecciones desde 1994 de forma indiscutida. Los disputados comicios del pasado 29 de mayo quedarán en la historia por ser los primeros en los que el CNA pierde su hegemonía electoral. Las prioridades que marcó Mandela para su Congreso Nacional Africano no se han cumplido.
Sudáfrica se descompone paulatinamente acuciado por el crimen, el desempleo y la corrupción, que han dejado vetustos servicios públicos y han erosionado la confianza en la tan ansiada democracia.
Un magro 40,12% de los votos no fue suficiente para que el CNA mantuviera el poder en soledad y obligó a Ramaphosa a formar alianzas con otras agrupaciones políticas para lograr un segundo mandato de cinco años. Este resultado representa una caída significativa del 57,5% obtenido en 2019 y marca un cambio histórico en la política sudafricana desde las primeras elecciones multirraciales del país. La pérdida de la mayoría absoluta destaca la necesidad de renovación y alianzas estratégicas dentro del CNA para mantener su posición de poder.
Nuevos partidos
En el análisis necesario de este escenario, nuevo para muchos sudafricanos y no tanto para otros, hay que hacer especial hincapié en una serie de factores que solos o conjugados terminaron por dar fin a una hegemonía electoral de 30 años y que, de no torcer el rumbo a tiempo, quizás sea el comienzo del fin para el histórico partido de Mandela.
Las cuestiones económicas y las generacionales quizás sean los factores determinantes. El historiador y profesor de historia en la UBA, Omer Freixa, resalta algunos puntos respecto a lo económico: «Más del 30% de la población sudafricana padece desocupación y afecta sobre todo a los sectores más jóvenes. De 62 millones de habitantes, 18 millones viven en la pobreza y casi 30 millones dependen del asistencialismo y ayudas», señala Freixa. El panorama resulta poco alentador para el nuevo Gobierno, que además deberá lidiar con los acuerdos con una oposición que está en las antípodas políticas.
En este sentido, el experto en geopolítica Tadeo Casteglione añade que «Sudáfrica se mantiene como uno de los países más desiguales del planeta, donde el 10% de la población controla el 80% de la riqueza nacional según datos del Banco Mundial de 2022. Las cicatrices del apartheid siguen presentes en la estructura socioeconómica, ya que, aunque la segregación racial terminó en términos legales con la llegada del CNA al poder en 1994, las mayorías negras continúan marginadas de los beneficios económicos, dominados aún por una minoría blanca».
Marginados. Los jóvenes de Sudáfrica son los más golpeados por el desempleo. La población negra sigue siendo la más pobre.
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En Sudáfrica, la población blanca, cercana al 8% del total, todavía cobra hasta tres veces más en promedio que la mayoría negra, que forma el 80% del país. Si bien hace una década era hasta seis veces más, la desigualdad de ingresos en los años en democracia no solo no se ha reducido, sino que ha aumentado, según los datos del coeficiente Gini.
Es en este contexto que Ramaphosa conformó una alianza justamente con esa minoría blanca. Para Casteglione estos son los principales motivos de la reestructuración que deberá afrontar el CNA en este período, ya que «esta situación se refleja en los resultados electorales y subraya la necesidad de reformas profundas y de un enfoque inclusivo para abordar las disparidades históricas y construir una sociedad más equitativa».
Generación «born-free»
Otro de los puntos clave en estas elecciones fue el relacionado con una cuestión generacional en el electorado. El CNA ha sustentado su poder en el recuerdo de la liberación y sus históricas luchas en contra del apartheid, pero lo cierto es que ya hay toda una generación a la que ese discurso no le llega por atemporal. La denominada «generación born-free» es la de aquellos menores de 30 años, ya nacidos en democracia, a los que el CNA no interpela ni convence.
Para estos jóvenes, lo más preocupante es la falta de oportunidades, ya que Sudáfrica actualmente tiene un 45% de desempleo juvenil. También es el país africano con mayor crimen callejero y el quinto del mundo. La imagen del partido gobernante, y sobre todo la de sus últimos dos líderes, no tiene raíz que pueda florecer en una gran porción de la juventud que concurrió a votar, muchos de ellos por primera vez.
De los datos económicos y sociales actuales se desprende otro dato interesante: gran parte del déficit social sudafricano lo soportan los jóvenes sudafricanos y, sobre todo, los negros.
Esta confluencia de factores ha provocado la desvinculación de la juventud de la política. No cree que el Gobierno pueda o quiera resolver sus problemas, como la prestación de servicios básicos, la lucha contra el desempleo y la xenofobia. Además, el sistema político sudafricano no favorece la participación. Muchos jóvenes no consideran que los derechos por los que lucharon sus antepasados bajo el apartheid vayan a crear el futuro que quieren. No confían en los políticos y, en muchos aspectos, no se les han dado motivos para hacerlo.
El objetivo del CNA estará entonces en los acuerdos y negociaciones que pueda o deba realizar con su socio en el Gobierno, pero además deberá pensar en cómo volver a ser aquel partido que soñó Mandela para una Sudáfrica justa e igualitaria. Este desafío marcará el futuro, no solo del CNA, sino de toda una nación.