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Francia en la encrucijada

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Telma Luzzani

La ultraderecha de Le Pen ganó la primera vuelta. Una alianza de izquierda asoma como alternativa de cara al balotaje. El derrumbe de Macron y el cambio de narrativa del poder real.

Triunfadora. Discurso de la líder de Reagrupación Nacional, tras conocerse los resultados de la primera vuelta.

Foto: NA

La primera vuelta de las elecciones legislativas francesas, ayer, 30 de junio, mostró un país fragmentado en tres que busca, lleno de incertezas, cómo salir de su laberinto.

Por primera vez en la historia de la V República, la ultraderecha racista de Reagrupación Nacional (RN) fue el partido más votado para la Asamblea Nacional. Por otra parte, una coalición de urgencia, armada precipitadamente por cuatro partidos de izquierda –el Frente Nacional Popular (FNP)–, obtuvo muy buenos resultados, sobre todo teniendo en cuenta que hasta hace apenas tres semanas peleaban, unos contra los otros, en todos los escenarios posibles. Finalmente, el presidente Emmanuel Macron y su partido –Juntos– fueron castigados duramente por el electorado lo que lleva, de inmediato, al interrogante de cómo se sostendrá la gobernabilidad los tres años que aún quedan de mandato.

Por la noche, al conocerse los primeros resultados, miles de jóvenes se manifestaron en la plaza de la República de París, punto de encuentro emblemático de la izquierda francesa, aterrados de que, en la segunda vuelta del próximo domingo 7 de julio, la extrema derecha pueda alcanzar la mayoría legislativa necesaria para cogobernar con Macron. Francia tiene un sistema político híbrido: un presidente votado directamente por la ciudadanía y un primer ministro elegido por la mayoría parlamentaria (voto indirecto). Se llama cohabitación cuando el presidente y el primer ministro pertenecen a partidos políticos diferentes.

El escenario de cohabitación todavía no está definido. Dependerá de cómo quede conformada la Asamblea después del balotaje. Hasta ahora, según los primeros conteos difundidos por el Instituto Ipsos Talan para la radio y televisión francesas, la ultraderecha obtuvo un 33,2% de votos (casi duplicando el 18,7% de hace dos años, en la elección legislativa de 2022); la izquierda del NFP aumentó al 28,1% y el partido de Macron descendió a 20,7%. En 2022 la izquierda, con la sigla Nupes, con 25,7%, casi empató a la fuerza de Macron que obtuvo 25,8%.

Protesta. Movilización contra la ultraderecha en la Plaza de la República, el domingo 30 de junio.

Foto: Getty Images

Costos políticos 
La caída de la popularidad de Macron y los altos costos políticos que veía pagando últimamente (con la impopular ley jubilatoria, la inflación o la mano dura contra la inmigración, por ejemplo) ya señalaban una crisis profunda. El conflicto se expresó en toda su amplitud el pasado 9 de junio, en las elecciones europeas. El resultado del partido oficialista fue tan malo que Macron disolvió compulsivamente la Asamblea Nacional y llamó a reelegir a los 577 legisladores que la componen. Las consecuencias están a la vista.

La participación electoral fue muy alta, la mayor en varias décadas, 67,5% de los casi 50 millones de franceses habilitados para votar. Según resultados preliminares, RN tiene ya asegurados 145 escaños, el NFP, 32 y el macronismo, 19. En esta primera vuelta, para ganar una banca, el candidato debe obtener el 50% y debe haber votado al menos el 25% del padrón. En los distritos donde no se cumplen estas condiciones se vuelve a las urnas el 7 de julio. 

Según los sondeos de Ipsos, los jóvenes de 18 a 34 años eligieron mayoritariamente a la izquierda; la franja de 35 a 69, a la extrema derecha y los mayores de 70 años, a la derecha oficialista.

En algunas circunscripciones pasaron al balotaje tres candidatos (si el tercero más votado alcanzó como mínimo 12,5%). En ese caso, Jean Luc Melénchon, el referente más importante de la alianza izquierdista fue claro: «De acuerdo con nuestros principios, en ningún lugar permitiremos que Reagrupación Nacional gane, y es por eso que, en aquellos lugares donde quedemos en tercer lugar, retiraremos nuestra candidatura. Nuestra consigna es clara: ni un voto más para RN».

En picada. El presidente junto a su esposa Brigitte salen de un centro de votación en Le Touquet, París.

Foto: Getty Images

Tiempos de odio
Melénchon también arengó por más votos para la izquierda en el balotaje. «Vamos hacia una segunda vuelta de una intensidad excepcional. El país debe elegir. ¿Va a agravar lo peor de sus divisiones, las de sus desigualdades sociales, de religión, de color de piel, de origen social y geográfico, o va a unirse para formar un solo pueblo sin condiciones previas? ¡Ante este dilema es necesario dar una mayoría absoluta al Nuevo Frente Popular!».

El discurso del odio contra los extranjeros o los homosexuales, fogoneado por RN, ha penetrado fuertemente en la sociedad. La semana anterior a las elecciones, la prensa advirtió sobre un aumento de las amenazas de muerte, los insultos racistas y la violencia agravada en toda Francia. Algunos ejemplos: el 20 de junio, se vio en un programa de TV una pareja que insultaba a una trabajadora negra diciéndole que debería vivir en «la cucha del perro». El martes 25 de junio un chofer de micro escolar fue agredido por un automovilista al grito de: «Estoy harto de gente como vos. Yo voto RN te voy a erradicar de mi país». Ese mismo día, en Avignon, una panadería quedó parcialmente destruida por un incendio: en las paredes había pintadas racistas y homofóbicas. El miércoles 26, el periodista de France 5, Mohamed Bouhafsi, fue llamado «árabe sucio» y agredido con permanentes mensajes racistas en su Instagram.

Ante la avalancha racista, aunque con cierta ambigüedad, también se expidió el primer ministro de Macron, Gabriel Attal. «Esta noche no es una noche como las demás. La extrema derecha está a las puertas del poder. Hay que impedir que RN obtenga una mayoría absoluta en la segunda vuelta, que domine la Asamblea Nacional y, por lo tanto, que gobierne el país con su funesto proyecto. Tenemos el deber moral de hacer todo para evitar que ocurra lo peor», dijo antes de anunciar que los candidatos de Juntos que llegaron en tercer lugar deberán retirarse.

No obstante, no todos los aliados del oficialismo piensan igual. El exprimer ministro de Macron, Edouard Philippe, llamó a no votar «a los extremos», o sea, ni al RN de Marine Le Pen ni al Nuevo Frente Popular. En las presidenciales de 2017, cuando llegaron al balotaje Macron y Le Pen, el discurso hegemónico de los medios y de la derecha rogaba por «el voto útil», es decir, se pedía votar a la derecha macronista para que no ganara el extremismo xenófobo.

Ahora la narrativa del poder real ha cambiado. Así lo explicó el historiador Nicolás Delalande, del Instituto de Estudios Políticos de París, al diario Le Monde: «Intelectuales, economistas, empresarios, funcionarios públicos, se horrorizan ahora porque los “extremos” están ganando y dicen que, después de todo, sería mejor aguantar tres años de Reagrupación Nacional en el poder antes que apoyar el programa de reformas y redistribución de la riqueza de la izquierda. El Nuevo Frente Popular reactivó el miedo que inspira la izquierda cuando defiende un programa de izquierda».

¿Qué promete la ultraderecha de Reagrupación Nacional? Jordan Bardella (28), el jovencísimo candidato a primer ministro designado por Le Pen si RN consigue la mayoría legislativa, ya anunció que será «intransigente en la política» que aplicará. Su plan promete exclusión social de los inmigrantes; retroceso en los derechos para las mujeres (no solo se opone al aborto, sino que está en contra de la paridad de salario entre el hombre y la mujer); ajustes presupuestarios (no descarta las privatizaciones de entes del Estado como la radio y la TV públicas) y «un big bang de autoridad» en las aulas para volver a la «República del respeto».

Los franceses encaran una semana intensa de militancia y debates con vistas al balotaje. El mundo está pendiente: el futuro de Francia está en riesgo.

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