22 de julio de 2015
Manuela Carmena, la flamante alcaldesa de Madrid, sigue enfocada en paliar los efectos devastadores de los desahucios. Conseguir un techo para las familias que se quedaron sin hogar, mientras La Moncloa sigue beneficiando a los más poderosos, parece una tarea titánica. Por si fuera poco, las viviendas públicas de la capital española sufrieron un proceso de privatización que encabezó su antecesora, Ana Botella, quien no solo vendió 1.860 de esas casas al fondo buitre Fidere-Blackstone, el cual anunció a los inquilinos que iba a aumentarles el alquiler en un 40%, sino que pagó 2 millones de euros en comisiones para los intermediarios de la operación. «Vamos a recurrir al parque público de viviendas para realojarlos tal como recoge nuestro programa, tenemos demasiados recursos y no se puede dejar que nadie se quede en la calle», dijo la exjueza.