27 de enero de 2016
«Ya basta de abusos. Este es un llamado a no consumir en supermercados y grandes cadenas de comercialización que son los que subieron los precios. Vamos a demostrarles que los consumidores unidos podemos defender nuestros derechos, nuestros salarios y nuestros bolsillos frente a los que se burlan de nosotros». Así se presentó en las redes la campaña de apagón de consumo instalada en Chile. La primera acción de protesta, a fines de 2015, produjo pérdidas de entre 5 y 10% a Walmart, Cencosud y SMU, las empresas acusadas de acordar una distorsión conjunta del precio del pollo. El éxito llevó a la organización de nuevas jornadas de protesta y a plantear que es necesario empezar a comprar de forma permanente en mercados, ferias y almacenes de barrio. A esta condena social se suma la posibilidad de que las empresas tengan que pagar multas de 22 millones de dólares por coludirse. Hernán Calderón, presidente de la Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios chilena, describió el fenómeno como «una rebelión ciudadana».