Opinión

Ramiro Grass

Economista

El cuarto experimento neoliberal

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Foto: NA

Argentina se encuentra transitando el cuarto experimento neoliberal. El primero fue el que inaugurara el plan económico de Martínez de Hoz durante la última dictadura militar, el siguiente, el implementado durante la década del 90 y el más reciente, el Gobierno de Cambiemos.

El actual posee características inéditas, ya que sus objetivos y métodos son explícitos («el ajuste más grande de la historia de la humanidad»). Además, se observa una disociación entre el discurso y las acciones, ya que el gran dogmatismo desde el discurso se plasma en un gran pragmatismo en las medidas de gobierno efectivamente tomadas. Nos encontramos así con una aparente paradoja: el primer Gobierno anarcocapitalista a nivel mundial mantiene regulaciones de todo tipo e incrementa impuestos. De ello se infiere que el Gobierno comprende las consecuencias de eliminar dichos elementos, y dejar todo librado a las fuerzas del libremercado. Ya que, bueno, las regulaciones fueron establecidas a partir de la experiencia histórica en los distintos países respecto de las tremendas consecuencias económicas y sociales a las que condujeron las fuerzas del mercado cuando las regulaciones no existían. Haciendo una analogía, la obligatoriedad del uso de los cinturones de seguridad, velocidades máximas y demás normas que regulan el tránsito vial no fueron la imposición de un Estado socialista que buscaba esclavizar los movimientos del sector privado, sino que surgieron porque la sociedad llegó a la conclusión de que estas regulaciones salvan vidas y hacen de este un mundo mejor, por lo menos en lo referido al tránsito vehicular.

Respecto de las características comunes con las anteriores experiencias, tenemos varias, entre ellas, el incremento del endeudamiento público. En esto todos los experimentos neoliberales parecen actuar bajo el lema «Endeudar al Estado es achicar la Nación». El Gobierno se enfrenta aquí con un límite insalvable. Luego del megaendeudamiento y reprogramación de la Deuda Pública durante el Gobierno de Macri, solo queda como ventanilla viable el FMI, principal acreedor del país. El Gobierno recurre entonces a amplificar el endeudamiento interno del Tesoro, lo que implicará un mayor ajuste futuro del gasto público para pagar esa nueva deuda. La otra, es el combo de llevar a que Argentina sea cara en dólares más la apertura indiscriminada de la economía a las importaciones. Esta combinación conduce a buena parte de las actividades productivas locales a la ruina, ya que sus costos medidos en dólares las vuelven inviables.

Las consecuencias de este conjunto de políticas se irán manifestando lentamente. La combinación de un mayor ajuste público para el año venidero, junto con los efectos de la sobrevaluación cambiaria y una apertura de la economía que se producirá tarde o temprano están llevando a la economía a un espiral descendente de la actividad económica que destruye empresas y empleos. Siempre existe la posibilidad de que el Gobierno modifique radicalmente sus medidas, como lo hiciera con la prometida dolarización durante la campaña electoral, pero con el esquema obrante en el presente, no hay elementos que permitan trazar otro rumbo que el mismo que han seguido los restantes experimentos neoliberales en Argentina, con los mismos resultados.

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