Opinión

Martín Becerra

Doctor en Ciencias de la información

El giro trumpista de Zuckerberg

Tiempo de lectura: ...

Meta. Desde que se alineó con el presidente, las redes de Zuckerberg levantaron las barreras para contenidos violentos y noticias falsas.

Foto: Getty Images

Los primeros meses de 2025 no fueron buenos para la política corporativa de Mark Zuckerberg en Meta. Si bien los ingresos del negocio siguen aumentando, el giro trumpista del creador de Facebook es objetado desde el interior de su conglomerado tecnológico, donde le exigen responsabilidad en el respeto de los derechos de las personas usuarias. Las barreras que tenía Meta contra el contenido violento y la desinformación en sus redes fueron suprimidas y su impacto no puede subestimarse, dado que Facebook tiene 3.070 millones de usuarios, Instagram 2.000 millones y WhatsApp otro tanto en todo el planeta.

Zuckerberg abrió este año con un promocionado video en que se rendía a los pies del programa político de Donald Trump en las vísperas del inicio de su segundo mandato como presidente de Estados Unidos. El objetivo explícito de mimetizarse con Trump se justifica, en palabras de Zuckerberg, por la necesidad de que el Gobierno apoye a las big tech estadounidenses ante la creciente competencia china, que las priorice en contrataciones estatales y que las proteja de multas y regulaciones legales en Europa.

Pero transcurrida la mitad del año, Meta está sentada en el banquillo de los tribunales, acusada por la gubernamental Comisión Federal de Comercio (FTC) de prácticas monopólicas; las multas en Europa continúan; la carrera tecnológica con China muestra el músculo innovador de las empresas de la potencia oriental; y el giro ultraderechista en la edición de contenidos en Facebook e Instagram es cuestionado por el órgano que Zuckerberg instauró hace cinco años para supervisar la política corporativa de Meta.

En el video del 7 de enero, Zuckerberg avisó que prescindía de la verificación profesional de contenidos que Meta contrataba a través de organizaciones de especialistas, que iba a introducir las «notas de la comunidad» copiando –un verbo conjugado con frecuencia en el cuartel general de Facebook– lo que aplica Elon Musk en su red X (ex Twitter), y que mudaría a los empleados y oficinas que se ocupaban del cumplimiento de las normas comunitarias desde California a Texas.

«Expresamos preocupación porque los cambios realizados en las políticas y su implementación, anunciados por Meta el 7 de enero de 2025, se comunicaron de forma apresurada, sin cumplir con los procedimientos habituales y sin proporcionar información pública sobre si la empresa llevó a cabo alguna evaluación previa de derechos humanos», enfatiza ahora la Junta de Supervisión creada por Zuckerberg entre 2018 y 2020 para atajar las críticas por la filtración de datos personales de más de 85 millones de usuarios en el escándalo, previo, de Cambridge Analytica.


Odio y daños
El resultado del giro político de este año está a la vista: en algunos procesos electorales recientes, como en el de Ecuador (entre febrero y abril de 2025), se detectó un aumento en la circulación de campañas de desinformación en Facebook e Instagram, como resume este artículo de Observacom. Además, las conductas de odio (llamadas también «lenguajes que incitan al odio») se multiplican en las redes de Meta sin que los directivos de la compañía reaccionen.

Para la Junta de Supervisión de Meta, el conglomerado de Zuckerberg «tiene la responsabilidad de abordar los daños que se producen en la vida real como consecuencia del uso de las plataformas. Asimismo, enfatizamos la necesidad de mayor transparencia, coherencia y equidad en el enfoque de Meta con respecto a la moderación de contenido».

Financiada con aportes que Meta transfiere a un fondo que se maneja separadamente de las cuentas corporativas y aseguran cierta equidistancia respecto de la conducción del conglomerado, la Junta de Supervisión tiene 21 integrantes de distintas regiones del mundo (la mayoría, europeos y norteamericanos; hay dos de América Latina). El 95% de las personas que usan las redes de Meta se encuentran fuera de Estados Unidos. De entre las denuncias que llegan a la plataforma, la Junta elige algunos casos por considerarlos significativos.

En abril, por ejemplo, la Junta dictaminó sobre dos casos de posteos contra la inmigración en Polonia y Alemania, solicitando a Meta la eliminación de contenidos que incluían insultos racistas y generalizaciones que retrataban a los inmigrantes como depredadores sexuales. Los miembros de la Junta consideraron que estos contenidos contribuían a un mayor riesgo de discriminación y violencia contra los inmigrantes, especialmente en un clima político ya polarizado. La Junta también se expidió sobre tres posteos relacionados con los disturbios en el Reino Unido durante 2024. En cada uno, se incitaba a la violencia contra inmigrantes y musulmanes durante la semana de disturbios generalizados en el Reino Unido, por lo que la Junta exigió que las publicaciones fueran retiradas de Facebook, dada la «probabilidad significativa de que incitaran a más disturbios y violencia de forma inminente». En estos casos, un análisis detallado de cómo Meta aplicó las políticas de contenido durante una crisis reveló «deficiencias en su capacidad para evaluar adecuadamente formas visuales de incitación basadas en desinformación e información errónea de propagación viral».

Que las críticas provengan de un órgano concebido por la conducción de Meta para colaborar en la laboriosa gestión de contenidos subidos diariamente a sus plataformas por miles de millones de usuarios (personas y organizaciones) resulta novedoso y puede ser un insumo a la hora de pensar estrategias regulatorias y corregulatorias en las grandes redes digitales. Para la Junta de Supervisión, Meta debe cumplir su compromiso público, ampliamente difundido por campañas de maketing en 2021, de defender los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre las empresas y los derechos humanos, incluida la interacción con las partes interesadas que pudieran verse afectadas. Pero los cambios dispuestos por Zuckerberg alejan al conglomerado dueño de las mayores redes sociodigitales del mundo de ese objetivo. Bullying y acoso, conductas que incitan al odio por motivos de género, religión, política, nacionalidad y otros, hoy encuentran en Instagram y Facebook espacios masivos de reproducción, provocando climas sociales más violentos y traumas personales más profundos.

Estás leyendo:

El giro trumpista de Zuckerberg

Dejar un comentario

Tenés que estar identificado para dejar un comentario.