26 de septiembre de 2012
«Vengo a declarar ante este tribunal para que mi hija adolescente no viva el infierno que yo viví» expresó Orlando Nano Balbo, primer testigo en el nuevo juicio que se inició en Neuquén capital a 24 represores, militares y policías, que actuaron desde 1976 a 1979 en la Subzona 52. Conformando una verdadera paradoja de la Argentina de los últimos 40 años, le tocó a un maestro ser el primero en testificar en este juicio conocido como el de «La Escuelita», nombre con el que los propios represores de entonces identificaban al mayor campo de concentración que funcionó en las afueras de la ciudad de Neuquén.
La importancia del testimonio de Balbo fue la identificación del jefe del grupo paramilitar que lo secuestró la misma mañana del 24 de marzo de 1976 en Neuquén, el ex agente de Inteligencia militar Raúl Antonio Guglielminetti, uno de los represores que está en el banquillo de los acusados en este juicio patagónico.
Durante los casi seis meses que duró la desaparición de este maestro de grado en su ciudad –antes de que lo trasladaran al Penal U7 de Rawson en Chubut y de allí a la vieja cárcel de la calle Caseros en Buenos Aires, para luego tener la opción de exiliarse en Italia en 1978 y llegar a trabajar en el mismísimo Vaticano– fue el propio Guglielminetti, reconocido por Balbo porque actuaba a cara descubierta, quien lo torturó y picaneó en el sótano de las oficinas de la Policía Federal en Neuquén prácticamente todos los días que duró su desaparición en la capital neuquina. El juicio prevé la presentación de más de 200 testigos que declararán por el caso de 39 víctimas, entre las cuales 6 se encuentran aún desaparecidas.
La idea es que las audiencias duren hasta octubre y las condenas, pedidas por genocidio a cadena perpetua por las querellas de la AGCE de Neuquén y el BDGHFCE local, se conocerán cerca de fin de este año 2012. Serán nueve meses donde la justicia en el Sur deberá parir un nuevo capítulo en la búsqueda de la verdad de lo que pasó en nuestro país 36 años atrás.