2 de enero de 2024
La política nacional de cada país se corresponde con un enfoque sobre lo internacional consecuente con la mirada ideológica de cada Gobierno. En tal sentido, el presidente Javier Milei y su ministra del área, la canciller Diana Mondino, han mostrado un rasgo estratégico esencial, aunque como en otras áreas, exhibieron contradicciones e ineficiencias.
Si hay un punto central en esta materia es la definición contundente del Gobierno libertario de alinearse en forma incondicional y pasiva con las políticas de Estados Unidos y del G7 (integrado, además de Estados Unidos, por Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y Reino Unido). Ese alineamiento implicó la definición de su contracara: la ruptura con la línea del Gobierno anterior de asociarse a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), junto con otros cinco países que se incorporaron, constituyendo así un nuevo bloque internacional capaz de estructurar acciones políticas económicas, sociales y culturales autónomas de las grandes potencias hegemónicas capitalistas.
Resulta necesario recordar que en ese grupo está presente con gran protagonismo Brasil, que es y debe ser nuestro principal aliado político y económico, como es tradicional en la política exterior argentina.
Este cambio seguramente traerá consecuencias dañosas para la perspectiva política y económica del país, ya que nos arrastra a un seguidismo inconducente para los intereses de nuestra producción y nuestro comercio internacional.
Es conocido que la economía argentina no es complementaria con la de Estados Unidos, más bien todo lo contrario; en cambio sí lo es con la mayoría de los países del grupo BRICS. De tal modo que la contradicción de intereses es muy clara, y por otra parte, la historia ha demostrado a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, que la inclusión de países de desarrollo medio como el nuestro, ante la competencia de las grandes potencias capitalistas, termina subsumida, perdiendo potencia estratégica y comercial.
Va de suyo que la línea de esa política exterior generará caída de la actividad económica y pérdida de empleo. Queda por ver cómo se define una cuestión nodal de estos primeros días del nuevo Gobierno, que ha sido la agresión, incluyendo la descalificación, a las relaciones con China: «Yo no negocio con comunistas», dijo el presidente y nunca se retractó.
Los gestos diplomáticos que ensayó el Ejecutivo argentino para revertir aquella ofensa no fueron suficientes para que la gran potencia china se allane a continuar con la política de intercambio de monedas (swap) que venía practicando con administraciones anteriores.
Los amigos del norte
Por otra parte, esta semana «nos visitará» una delegación del Fondo Monetario Internacional (FMI). En tal sentido el nuevo Gobierno ha establecido un cambio determinante respecto del anterior, ya que se propone, según los antecedentes del ministro de Economía, Luis Caputo, el intento de negociar nuevos préstamos, más allá de la falta de voluntad manifestada hasta ahora por los grandes jerarcas de Washington.
Todo indica que ya no se trata de ganar tiempo, rediscutir las tasas de interés, rechazar la sobretasa por «deuda excesiva» y reformular drásticamente el pago del préstamo; como planteaba en su momento la expresidenta Cristina Fernández. Se asumirá en plenitud la deuda, aceptando las condiciones impuestas por el organismo, asignando una parte determinante del saldo favorable de la balanza comercial que tendremos este año por la mejora climática que generará una gran cosecha. Además, influirá positivamente la reversión del déficit energético lograda por las obras de infraestructura desarrolladas por el Gobierno anterior. Por otra parte, no son esperables conductas generosas del FMI en atención a la crisis social y las penurias que atraviesa gran parte de nuestro pueblo. Nunca las tuvieron en su larga historia de vinculación con la Argentina.
Portazo. Los miembros originales del BRICS ampliaron el espacio y Argentina fue uno de los países elegidos. El nuevo Gobierno renunció antes de ingresar.
Foto: Getty Images
