18 de octubre de 2025

Washington. Trump recibe a Milei en la Casa Blanca: impulso a reformas estructurales regresivas.
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La próxima contienda electoral, en la que se renovará una parte del Congreso Nacional, tendrá un competidor recargado con apoyo foráneo. Las listas del oficialismo, como es de total evidencia, cuentan como asesores estrella a altos funcionarios del Gobierno del país más poderoso de Occidente.
Desde luego, la intromisión de Estados Unidos no es un hecho aislado en la historia argentina, aunque pocas veces se haya concretado de manera tan explícita, sin ningún tipo de tapujos. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, pudo así afirmar que una eventual victoria de los candidatos libertarios «implicaría mantener un nivel de bloqueo sobre cualquier política negativa, para que el presidente (Javier Milei) pueda vetarlas». Por lo tanto, definió Bessent, «no se trata de una cuestión electoral, sino de una cuestión política. La Argentina tendrá el respaldo de Estados Unidos mientras continúe con estas políticas». La sintonía de La Libertad Avanza con los objetivos del país del Norte están a la vista.
Lo que se procura es profundizar un modelo económico y de sociedad que ha venido beneficiando a una élite de negocios concentrada, tanto local como transnacional.
La meta buscada por el oficialismo, en lo inmediato, es la consecución de un tercio de legisladores en el Parlamento, para lo cual el camino pasa por recomponer el vínculo con la oposición dialoguista.
De eso se estuvo ocupando personalmente Barry Bennett, formalmente asesor de Donald Trump, pero por estos días en función de operador de la Casa Rosada.
Hay que tener en cuenta que prácticamente la totalidad de la «oposición amigable» ha integrado Juntos por el Cambio, cuyo proyecto de país no es muy distinto al del actual Gobierno.
Reformas
Está claro que el Gobierno de Donald Trump no viene a ayudar generosamente a los argentinos y las argentinas, ni a propiciar un sendero de desarrollo virtuoso que beneficie a la población. Su intención, admitida con todo detalle, es generar el marco para que se pueda avanzar con las reformas estructurales favorables al capital concentrado, en particular el norteamericano.
En el plano geopolítico, Estados Unidos busca garantizar el dominio de lo que considera su «patio trasero», en plena disputa con China por la hegemonía mundial.
No puede soslayarse que hay una fuerte puja por la disponibilidad y acceso a recursos estratégicos, como el litio, el uranio, el cobre o las tierras raras. Objetivo mencionado por la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, en enero de 2023, durante la presidencia de Joseph Biden. Lo cual quiere decir que el interés excede a una gestión en particular: se trata de una política de Estado, hoy sostenida por Trump.
Vale destacar que, tras la reunión del mandatario estadounidense con el presidente argentino el martes pasado, no surgió ningún anuncio en materia comercial ni de inversiones, como así tampoco se brindaron detalles del swap de monedas por U$S 20.000 millones.
Lo concreto es que hasta el momento no hay nada «cerrado» y que la llegada de fondos estará, seguramente, atada al resultado del 26 de octubre: «Si no gana, no contará con nosotros (…), no seremos generosos con Argentina», señaló Trump. Y continuó: si gana «un socialista o un comunista, te sientes muy diferente acerca de hacer una inversión».

Condicional. Bessent dijo que el apoyo de EE.UU. depende de la continuidad del actual modelo económico.
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Lo único cierto es que el Tesoro estadounidense tuvo que intervenir con ventas de dólares, confirmadas por Bessent, que aprovechó para decir que la ayuda se extendería a U$S 40.000 millones, empezando por U$S 20.000 millones del swap, mientras que el resto provendría de fondos privados y soberanos, para invertir en deuda pública.
Las declaraciones del secretario traen a la memoria el famoso «Megacanje» de comienzos de este siglo. En aquel entonces, los titulares de los principales medios señalaban que se iba a difundir en simultáneo, en Buenos Aires y por el Fondo Monetario Internacional en Washington, un paquete que llegaría a U$S 38.600 millones, más aportes de bancos, de organismos, y de España.
El expresidente, Fernando de la Rúa, afirmaba al respecto: «A partir de esta extraordinaria operación económica, podremos crecer espectacularmente y comenzar a generar los empleos que necesitamos (…) un fondo de garantía tan grande para el país despeja cualquier amenaza o duda sobre el futuro de la Argentina».
A cambio, De la Rúa tomó el compromiso de avanzar en una reforma previsional, comprometió el achicamiento del Estado y aseguró medidas para lograr un déficit fiscal cero.
La cuestión, antes como ahora, es que no existen soluciones financieras cuando el problema está en el funcionamiento de la economía real y en la falta de un aumento genuino de las reservas monetarias del Banco Central.
Como he venido sosteniendo, el humor social no mejorará porque Estados Unidos prometa dólares o intervenga en el mercado cambiario doméstico, ni repuntarán los salarios y el empleo.
La recuperación de esas variables básicas solo puede provenir de un cambio que puede comenzar en las urnas el próximo domingo 26. La ciudadanía tendrá allí la posibilidad de poner un límite a la aplicación de este modelo de ajuste, al debilitamiento del mercado interno y las pymes, a la pérdida de derechos sociales y laborales, y a los inaceptables recortes a la soberanía nacional. El rumbo hacia un giro en las políticas es el que propone la oposición verdadera, aquella que no cambiará sus posturas críticas luego de las elecciones a cambio de promesas de concesiones del Gobierno nacional o de «sugerencias» de asesores estadounidenses.