Opinión | A fondo

La solidaridad es el camino

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El 28 de agosto se presentó en la Cámara de Diputados de la Nación el proyecto de ley de aporte solidario y extraordinario por única vez, con fines específicos, que alcanza a las personas humanas que tienen un patrimonio declarado de más de 200 millones de pesos al 31 de diciembre de 2019.
Lo obtenido por este aporte será destinado a la compra de insumos, medicamentos y vacunas para atender los problemas sanitarios vinculados con la pandemia; al apoyo a las pymes y a sostener el empleo; al fortalecimiento del programa de becas para contribuir al desarrollo educativo y académico; a la mejora de las condiciones de hábitat y de vida de los habitantes de barrios populares y a inversiones para desarrollar la producción de gas natural en el país.
En el proyecto, cuyo contenido fue coordinado por el diputado y dirigente cooperativista Carlos Heller, presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, solo están incluidos quienes posean una riqueza superior a los 200 millones de pesos, es decir, unas 12.000 personas. La alícuota inicial estipulada es del 2%, porcentaje que se incrementa a partir de los 300 millones de pesos llegando al 3,5% en el extremo más alto. En el caso de los bienes en el exterior, las alícuotas subirán en un 50%, pero este adicional puede bajar si repatrían el 30% de las tenencias financieras en el exterior. Está claro que a quienes van a hacer este aporte no les va a cambiar la vida, pero para los que reciban sus beneficios, la vida va a ser un poco mejor.
La iniciativa llega al Congreso en un momento en el que las demandas de recursos al Estado están en un punto muy alto y los ingresos que obtiene ese mismo Estado están en un punto muy bajo.
El Gobierno nacional ha estado implementando distintas iniciativas que apuntan a garantizar la salud de la población, el ingreso de los hogares y la preservación del empleo. Pero todas estas erogaciones requieren el uso de recursos fiscales adicionales, partiendo de una situación inicial heredada de insostenibilidad de las cuentas públicas, que se amplifica producto de los impactos de la caída de la actividad económica por las medidas tomadas para combatir la pandemia. Ante ello, resulta imperioso reforzar la capacidad de ingresos del Estado.
Todas las naciones consideradas desarrolladas están volcando grandes cantidades de recursos en la economía y en la salud para enfrentar los efectos de la pandemia. Estados Unidos implementó un paquete fiscal de unos 14 puntos de su Producto Interno Bruto (PIB). En el G20, las medidas presupuestarias adoptadas ascienden al 6% del PIB en promedio. En la región, en cambio, según un reciente informe de Oxfam, los estímulos llegan al 2,7% del PIB. Realidades muy distintas que afectan los márgenes de acción y las futuras reactivaciones de las economías de cada país.
Las asimetrías también se dan en el plano interno, ya que si bien las necesidades son muchas, la situación crítica no afecta a todos y todas por igual. Mientras que los segmentos mayoritarios son económica y socialmente los más vulnerables a los efectos de la pandemia, los de mayores ingresos están mucho menos expuestos.
La pandemia, y sus efectos económicos y sociales, multiplican las necesidades y para afrontarlas son necesarios nuevos ingresos, algo que el aporte solidario y extraordinario viene a generar.
No hay dudas de que el Estado debe seguir interviniendo en la economía y ayudando a los más damnificados por las consecuencias de la pandemia. La cuestión es cómo dotar a ese Estado de nuevos recursos para que pueda hacerlo.
Claramente no se trata de una medida de confrontación, sino de una decisión racional e imprescindible para que el país pueda enfrentar la pandemia y sus consecuencias sanitarias, económicas y sociales con éxito.
En definitiva, para encarar de buena forma la situación actual, no se puede prescindir de la solidaridad, y ese es el espíritu que atraviesa al proyecto que se acaba de presentar. El aporte de los segmentos más ricos es esencial para contribuir a que el Tesoro Nacional pueda hacer frente a los múltiples efectos de la pandemia y facilitar una recuperación más rápida de la economía.


(Guido Piotrkowski)

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