15 de julio de 2024
Mayo en julio. 18 gobernadores firmaron el texto propuesto por el presidente Milei y posaron para la foto oficial.
Foto: @CasaRosada
Como era de prever al retirarse las brumas del Pacto de Mayo, que paradójicamente se firmó una noche tucumana de julio, volvieron a emerger los temas de la realidad que cada vez se presentan más conflictivos en términos sociales. De cualquier manera, hay que señalar que 18 gobernadores se prestaron a la foto buscada por el Gobierno nacional, aunque no tardaron en retirarse lo antes posible.
Queda una enorme duda de carácter político acerca de si el hecho de someterse a la presión presupuestaria del presidente Javier Milei, a la postre no será en vano, ya que las promesas de apoyo económico a los firmantes del Pacto, chocan con las declaraciones más estratégicas del propio Milei y del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en cuanto a que el superávit fiscal es intocable. Por ello, es probable que los mandatarios provinciales sigan sufriendo por la falta de fondos, entre ellos el Fonid (Fondo Nacional de Incentivo Docente), que sigue cerrado y somete a los docentes a una penosa pérdida de ingresos. Al igual que la cancelación de la obra pública en toda la Argentina, con su secuela de retraso en materia de infraestructura indispensable para el desarrollo del país y su impacto en el incremento de la desocupación.
Lo bueno para los 18 gobernadores, fue que se «salvaron» de asistir al desfile militar del 9 de julio en Buenos Aires, que no solo mostró a Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel en un tanque de guerra, sino que el evento se vio teñido por la presencia de carapintadas golpistas. También participaron del desfile excombatientes de Malvinas, saludados por un presidente que tiene en su despacho la foto de su admirada Margaret Thatcher y dice acerca del reclamo soberano del país que «hubo una guerra y nos tocó perder».
Ganadores y perdedores
Quienes no faltaron y expresaron su fuerte apoyo en Tucumán fueron los representantes del gran empresariado: Grupo de los Seis, Bolsa de Comercio, las cámaras de la Construcción y de Comercio, Sociedad Rural Argentina (SRA), Unión Industrial Argentina (UIA), Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal). En suma, no faltó nadie. Los supermillonarios celebraron el acuerdo, agradecidos por el RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones), por las reformas laborales, por el blanqueo de las fugas y por la rebaja del Impuesto a los Bienes Personales.
Se sienten, y así lo expresan, ganadores del modelo.
Pero, claro, hay también perdedores: 25 millones de pobres, 7 millones de ellos indigentes, o sea, hombres, mujeres, niñas y niños, que pasan hambre; 10.000 pymes cerradas en un semestre; el desempleo llegando al fatídico número del 10%; pérdidas notorias de ingresos de asalariados y jubilados; y un claro derrumbe de franjas de las clases medias.
En defensa de las universidades. La marcha del 23 de abril puede replicarse en breve si persiste el ajuste que compromete el derecho a estudiar.
Foto: Jorge Aloy
Un reflejo de esta catástrofe social se evidencia en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Si bien es el distrito más rico del país, presenta el patético número de 1.083.000 pobres, 472.000 de ellos, indigentes. Estos días se ven las dramáticas imágenes de miles de personas durmiendo en las calles porteñas bajo inclementes temperaturas.
Vale consignar, asimismo, que la temática de educación universitaria sigue en crisis ya que los salarios docentes continúan congelados. La defensa de la educación pública generó una de las movilizaciones más importantes de las últimas décadas, que se expresó en calles y plazas de todo el país el pasado 23 de abril. El persistente ajuste que el Gobierno aplica a los recursos que deberían destinarse a la educación superior, motiva que comience a gestarse una nueva expresión popular en defensa del derecho esencial de acceso a una educación de calidad.
Realidad virtual
Paradójicamente el presidente actúa con una agenda alejada de estas graves contradicciones sociales que se producen en su terruño. Prefiere dedicar su tiempo a criticar contra la conspiración internacional de socialistas, comunistas, populistas y keynesianos. Él mismo se autoproclamó como el «Terminator criollo» y va tras su propósito de impedir la debacle universal que sobrevendrá por la acción del «socialismo empobrecedor» que recorre el planeta. En ese contexto, no sorprende que el presidente argentino acuse a la izquierda internacional del atentado contra el expresidente y candidato estadounidense Donald Trump, a contramano de todas las opiniones e impresiones que sobre el tema se manifiestan tanto en Estados Unidos como en todo el mundo.