Opinión

Carlos Heller

Dirigente cooperativista

Los costos del «salvavidas»

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Aliados. Bessent entregó un premio a Milei en su último viaje a EE.UU. Antesala de la injerencia.

Foto: @OPRArgentina

El Gobierno argentino, representado por su equipo económico, aceptó esta semana en Washington decisiones relevantes sobre el futuro del país, en perfecta sintonía con su par de la Casa Blanca, el secretario del Tesoro, Scott Bessent.

El plan de «ayuda» acordado se justificó por razones relevantes, explicitó Bessent. «El éxito de la agenda de reformas de Argentina –afirmó– es de importancia sistémica. Y una Argentina fuerte y estable que ayude a anclar un hemisferio occidental próspero es de interés estratégico para Estados Unidos».

Adicionalmente, para despejar dudas de «los mercados», aportó lo suyo la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva. La Argentina, dijo en una conferencia, «está llevando adelante un programa de ajuste muy drástico. El éxito va a depender de lograr que la gente acompañe».

En esa expectativa, Georgieva no dudó en sugerir el camino a profundizar, al tiempo que les dijo a los funcionarios de La Libertad Avanza que encaran una tarea de valientes. «En mi parte del mundo, en Europa Central y del Este, tuvimos ejemplos de líderes valientes que hicieron cosas muy difíciles, recortaron pensiones y salarios en un 40% o 50%, y fueron reelegidos. ¿Por qué? Porque lograron que la gente los acompañara».

Un punto a destacar de Georgieva fue que advirtió que la reducción del déficit no puede basarse solo en el ajuste del gasto, sino que también se requieren políticas que expandan la actividad y, por consiguiente, la recaudación de impuestos. Escenario que para nada refleja la realidad actual de la Argentina, con su economía estancada, un sector productivo abandonado a su suerte y sometido a la apertura importadora, el achicamiento del mercado interno y desajustes financieros que se expresan en tasas de interés altas y volátiles y un tipo de cambio que genera desconfianzas. 

La titular del FMI insistió: «El paso más importante y el más difícil –dijo– es involucrar a la gente. Hacer que comprenda que el creciente déficit y el mayor gasto público no necesariamente les benefician». Y reconoció que «todavía no hemos descubierto cómo involucrar a la gente con nosotros en situaciones que son difíciles».

Ciertamente, la coyuntura es tanto o más difícil que la atravesada en la década de los 90, cuando sostuve algo hoy plenamente vigente: «El límite al ajuste radica en la capacidad de resistencia de los ajustados».

Urgencias
Lo que se vivió en los últimos días en la Argentina fue preocupante, si se toma como referencia la sustancial venta de dólares de las reservas por parte del Gobierno, para mantener su esquema de bandas.

La sangría duró hasta que Bessent confirmó, mediante un posteo, que «hoy compramos directamente pesos argentinos». Otra forma de decir que el Gobierno de EE.UU. vendió dólares en el mercado cambiario nacional para sostener las cotizaciones. Lo cual, aunque se lo quiera mostrar como una operación normal, fue una inaceptable intromisión en el mercado de cambios argentino.

Bessent anunció asimismo que «hemos finalizado un marco de swap de divisas de 20.000 millones de dólares con el Banco Central de Argentina». Y por si hicieran falta más señales, sostuvo que el Tesoro de EE.UU. «está preparado para tomar medidas excepcionales para proporcionar estabilidad a los mercados».

Cabe resaltar el agudo comentario del estadounidense Paul Krugman, premio Nobel de Economía, publicado en el New York Times. Señaló allí que el intercambio de monedas de Bessent «no solo fue un intento de rescatar a la versión argentina de Elon Musk, sino también a sus colegas de los fondos de cobertura». 

Por su parte, una de las principales referentes del partido Demócrata, Elizabeth Warren, expresó: «Trump cerró nuestro Gobierno. Pero está abierto a desembolsar US$ 20.000 millones para su aliado político en la Argentina. Tenemos un nuevo proyecto de ley para detener este rescate y poner a “Estados Unidos primero”».

A esta altura cabe preguntarse: ¿hasta dónde llegarán las concesiones no manifestadas aún, que el Gobierno argentino se comprometió a hacer? ¿Cuánto habrá que pagar, no solo en intereses por los fondos recibidos, sino en términos estratégicos? ¿Cuánta soberanía se resignará?

Al momento de pagar por los favores obtenidos, difícilmente la mayor parte de la población se vea beneficiada por reformas como la impositiva y la laboral, que en última instancia propician un cambio de precios relativos en contra del salario y recorte de sus derechos.

Congreso. En Diputados se aprobó un proyecto que pone límites a los decretos. Pasó al Senado.

Foto: NA

Límites
El oficialismo, en tanto, trabaja en dos sentidos para mantener neutralizado al Parlamento. Junto con la apuesta al mejor resultado posible en las elecciones, se busca recomponer la relación con algunos gobernadores y con determinados espacios políticos.

Son preocupantes, en este sentido, las versiones que hablan de «un acuerdo para trabajar juntos» después del 26 de octubre, publicadas en la prensa tras el último encuentro entre Javier Milei y Mauricio Macri.

A su vez, los gobernadores «dialoguistas» dejan trascender que después de los comicios volverían a acordar a espaldas de la voluntad popular.

El Gobierno, por lo pronto, tratará de garantizarse el tercio de legisladores necesario para continuar su cadena de decretos de necesidad y urgencia y de vetos a leyes sancionadas por el Congreso.

En la sesión del miércoles pasado en Diputados se alcanzó el quorum para tratar la ley que limita el uso de los DNU, y se lograron las mayorías para la aprobación en general. No obstante, el proyecto volvió al Senado, debido al rechazo del artículo 3, que establecía un plazo de 90 días para que el Congreso deba tratar los decretos.

El Gobierno ganó tiempo hasta después de las elecciones, pero sobre todo morigeró una derrota política, al prorrogar momentáneamente el instrumento que utilizó todo este tiempo (los DNU) para avanzar con su programa de ajuste, endeudamiento y reformas, de espaldas a la opinión del Parlamento.

El voto de parte de la «oposición amigable» resultó crucial para que el proyecto volviese a la Cámara de origen. Lo ocurrido pone de manifiesto la importancia de votar en octubre a sabiendas de lo que está en juego.

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