17 de julio de 2023
Un dato trascendente de los últimos días ha sido el indicador de inflación que muestra la continuidad de un rango alto de crecimiento de precios. Sin embargo, marca por segundo mes consecutivo una baja. Teniendo en cuenta que hace dos meses el guarismo era del 8,7%, este 6% es un dato positivo si se va consolidando la tendencia.
Lo más importante es la baja significativa en los indicadores en Alimentos y Bebidas, que es el rubro en el que los sectores más humildes gastan casi la totalidad de sus ingresos. De tal forma que se abre una expectativa más alentadora para el Gobierno nacional en los próximos meses.
En ese sentido también es necesario ponderar que los medios de comunicación hegemónicos dan cuenta de ese 6%, pero advierten que en los próximos meses va a volver a subir. Como siempre, el tema precios es un eje donde se disputa la narrativa comunicacional y simbólica por su centralidad en la vida cotidiana de los argentinos. Esta apelación, que se conoce como «profecía autocumplida», suele generar escenarios favorables a estrategias que no benefician a las grandes mayorías. Tal paradoja ya ocurrió el mes pasado, cuando descendió levemente a 7,8% y los agoreros vaticinaban que daría una nueva escapada.
Al respecto, continúan las consideraciones sobre un fenómeno particular que se viene registrando: el consumo privado permanece en valores elevados, lo que resulta llamativo, teniendo en cuenta los altos rangos inflacionarios y las restricciones en el nivel salarial de los sectores de ingresos fijos. Una de las explicaciones más verosímiles es que hay una franja de la sociedad de las clases media y media alta que consume cada vez más, mientras que la parte más modesta consume cada vez menos. La suma algebraica todavía genera indicadores de crecimiento, aunque este convencimiento podría resultar engañoso si la distribución se mantiene en tales niveles de desigualdad.
En estos días se esperan definiciones sobre el desenlace de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que se vienen demorando por su enorme complejidad, entre las tradicionales exigencias del organismo y la voluntad del Gobierno nacional de cumplir sin devaluar y sin ajustes sobre la población. Para las autoridades, arreglar con el FMI –al que, es bueno recordar nuevamente, acudió la gestión de Mauricio Macri en 2018– genera diversas expectativas. Un acuerdo bajaría la situación de la denominada «volatilidad de los mercados», que incluso en estos días mostró una extraña intensificación de actividad de ciertos sectores que actúan sobre el mercado ilegal del dólar.
Estas subas abruptas de la divisa norteamericana resultan sospechosas también en términos políticos en un momento como el actual, de disputa en varias provincias y ante la cercanía de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto. Un acercamiento al escenario en disputa se tuvo el pasado dominfo en Santa Fe, donde la ciudadanía eligió a los candidatos de cada espacio para suceder en la gobernación al peronista Omar Perotti.
En esa provincia hubo dos hechos importantes: el rotundo triunfo de Unidos para Cambiar Santa Fe (la marca de Juntos por el Cambio en la provincia) y hacia su interior la contundente derrota del bullrichismo y su política virulenta en materia de seguridad y de potenciación del tema del delito como elemento para presionar a la sociedad con el viejo fantasma del miedo y la necesidad de incrementar la represión. Todo indica que ese discurso, además del elemento descalificatorio del contrincante que utilizó la precandidata de la exministra de Seguridad, en este caso ha fracasado.
Por su parte, Unidos por la Patria (en el distrito utilizó el nombre Frente Avancemos Juntos) fue dividido en cuatro fracciones, lo que constituye una exhibición de debilidad. Pero daría la impresión de que el resultado, tan alejado de JxC, expresa una gestión insuficiente o negativa de la gobernación de la provincia.
Sin embargo, se trata solo de una PASO. Veremos qué sucede en el escenario del 13 de agosto, en las elecciones santafesinas de septiembre y en las presidenciales de octubre, que responden a lógicas muy diferentes a las ocurridas este domingo.