22 de diciembre de 2025

Plaza de Mayo. Las centrales de trabajadores convocaron en una multitud en decenas de ciudades del país.
Foto: NA
Teniendo en cuenta que se había instalado que Javier Milei contaba con mucho respaldo, era celebrado por el gran empresariado y contaba con el apoyo explícito del presidente de Estados Unidos, fue un fin de año inesperado para el Gobierno. Ese escenario indicaba que en diciembre el Gobierno desplegaría una marcha exitosa para lograr los objetivos que se había propuesto. Se pronosticaba un avance del mileismo que relativizaría, cuando no opacaría definitivamente, al conjunto de las representaciones políticas de la sociedad democrática.
La mayoría de los analistas y los editorialistas de los medios más concentrados se adelantaron a establecer que los congresistas de ambas Cámaras ya se habían allanado a apoyar decididamente los proyectos del oficialismo. También se afirmaba que los gobernadores habían establecido arreglos de palacio unilaterales con el Gobierno para así ordenar a sus diputados y senadores a alinearse con lo que se dictara desde el Poder Ejecutivo.
Se afirmaba, fácticamente también, que la oposición política y parlamentaria estaba desorientada y a la defensiva, incluyendo una suerte de estado de indefensión que presentaba el propio movimiento obrero, a partir de lo cual se sugería que la CGT tenía una fuerte inclinación a negociar «para salvar la ropa».
En fin, la literatura política sobre todo ese cuadro fue amplísima, pero lo cierto es ninguno de esos pronósticos se cumplieron, más bien ocurrió lo contrario.
El Gobierno sufrió una derrota en el plano parlamentario que se complementó con una nueva presencia en las calles de la Plaza de Mayo y de todas las avenidas del país a partir de la convocatoria de las organizaciones de los trabajadores.
Es así que en el tema crucial de los fondos para las universidades y para sustentar los tratamientos a las personas con discapacidad, una marcada reacción nutrió de votos el rechazo al mentado capítulo XI, que eliminaba esos recursos críticos para un sector tan sufrido de la sociedad, como así también para las universidades.
A su manera, una suerte de reserva democrática impidió que se instituyera esa línea del Gobierno, empujada desde el propio presidente y el ministro de Economía, que venían señalando reiteradamente que los fondos para la discapacidad y la educación eran conductas demagógicas que condenaban el país al déficit fiscal.

Capítulo XI. En esta votación se quebró el consenso que el oficialismo tejió para aprobar el presupuesto.
Foto: Redes sociales
Contra la motosierra
No hubo, entonces, trámite express para la aprobación del presupuesto y mucho menos de la reforma laboral, que terminó suspendida para ser tratada en el mes de febrero.
De cualquier manera, llama la atención la pertinacia del Gobierno en insistir con estas leyes, lo que dista de tratarse solamente de no dar el brazo a torcer –lo cual en política es un contrasentido– sino de un intento por mostrarle a las grandes corporaciones que hay una disposición total para imponer estas leyes inhumanas y de ese modo llevar hasta las últimas consecuencias el plan económico que esos sectores corporativos demandan.
En suma, en diciembre no hubo una marcha triunfal. Y a partir de un jueves grisáceo tirando a negro, se abrieron las puertas a nuevas dinámicas políticas. Fundamentalmente, quedó claro que la sensación de dominio total que se elaboró en la noche del 26 de octubre quedó malherida.
En concreto, el Parlamento votó contra los recortes de recursos a las universidades, la caída de la emergencia en discapacidad, un beneficio a empresarios de Edenor y Edesur de 3.500 millones de dólares, la reducción de los subsidios del gas a zonas frías, el aumento de los recursos a la gestión macrista de CABA y el congelamiento de la asignación universal por hijo y las asignaciones familiares.
De tal manera, se desnudó la fragilidad política de la actual gobernabilidad sustentada por el presidente y esencialmente su imposibilidad de articular alianzas con sus propios aliados de la derecha y otros sectores amigables.
Este nuevo devenir político conduce a pensar y articular el debate y las luchas mirando el 2027. Sin embargo, desde el actual diciembre del 25 surge que antes habrá un 2026 en que las luchas sociales y culturales y las disputas parlamentarias irán cimentando la base ideológica para consolidar una perspectiva política con vistas al futuro. En este plano, serán esenciales las demandas y alianzas que se puedan establecer hacia la problemática local, pero también lo que ocurra en los temas más acuciantes a nivel regional, un ámbito del que Argentina no puede aislarse. Es allí donde el presidente muestra un decidido alineamiento con la Casa Blanca que podría implicar adherir o incluso sumarse a la ofensiva sobre los países del Caribe. Una parte del mundo que se autodefinió como «zona de paz» y debe sentirse obligada a honrar ese compromiso.
