Opinión

Juan Carlos Junio

Dirigente cooperativista

Soberanía y resistencia

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Ushuaia. Presencia permanente del reclamo por el territorio usurpado.

Foto: Shutterstock

Los argentinos conmemoramos nuevamente nuestra reivindicación sobre los derechos soberanos relacionados con nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. Cada 2 de abril se expresa el profundo sentimiento del pueblo argentino de reivindicación frente a la usurpación del viejo y decadente imperio británico, que vuelve a enfrentarse a una polémica con sectores locales, en gran parte representados por el Gobierno nacional, dispuestos a «confraternizar» con el Reino Unido, pese a los recientes actos de provocación, como el viaje a las islas del canciller británico, David Cameron. Ya es sabido que en esta disputa está en juego no solo la usurpación territorial, sino las enormes riquezas económicas, fundamentalmente petroleras y pesqueras, y muy particularmente la proyección que permiten las islas hacia la reserva de agua más importante del planeta, la Antártida.
Asimismo, la enorme mayoría de nuestro pueblo reconoce el heroísmo de los soldados que murieron en el conflicto y los sobrevivientes, entre ellos especialmente aquellos que no lograron superar los traumas de la guerra.

Dividir para debilitar
En ese contexto, no se puede dejar de asociar la fecha con la política exterior de agresión a los presidentes progresistas de países hermanos por parte de Javier Milei, quien asume el rol de instrumento de los halcones del Departamento de Estado de EE.UU., tanto los trumpistas como los demócratas. Resulta insoslayable destacar el simbolismo que representa la nueva venida de la generala estadounidense Laura Richardson, jefa del Comando Sur, justamente en un día tan trascendente para el pueblo argentino y su histórico reclamo de soberanía.
Si bien todo indica que con esta conducta el presidente Milei no se propone crear un polo de países y fuerzas políticas de ultraderecha, queda claro que su objetivo es dividir y erosionar con el objeto de que no se genere en el continente un poder autónomo de las políticas de EE.UU. Esta concepción se sustenta en el enfoque del ideólogo Steve Bannon, sintetizado en su apotegma «inundar la zona de mierda». En este caso, la zona sería nuestro continente. Se trata, en esa concepción, de enlodar para debilitar y dividir.
En realidad, la experiencia histórica demuestra que la única solución para nuestros pueblos del continente es la unión, inspirada en la tradición sanmartiniana y bolivariana, para enfrentar los desafíos económicos, políticos y culturales de la época.

Frentes de conflicto
Mientras tanto el ajuste económico avanza implacablemente. Ahora llega el turno de los aumentos de la energía, el gas y el agua, junto con la inminencia de decenas de miles de despidos en el Estado y la aguda recesión económica, configurando una situación social cada vez más dramática.
Otra novedad de estos días es la decisión de que Cammesa (Compañía Administradora del Mercado Eléctrico Mayorista) reclame deudas por energía a las empresas provinciales y las cooperativas, a la vez que incrementa el precio mayorista en un 150%. La amenaza de embargos e intimaciones a los prestadores provinciales y locales pone bajo tensión al sistema de prestación del servicio fuera del AMBA. Si esto avanza, además de hacer impagable las facturas que deben afrontar miles de hogares en todo el país, puede derivar en una severa crisis en la prestación de un servicio indispensable para centenares de pueblos y ciudades de nuestras provincias.
La propia dinámica de los conflictos sociales, económicos y políticos que el Gobierno va generando con la política de ajuste extremo que despliega en todas las áreas, comienza a mostrar polos de resistencia cada vez más numerosos e importantes por su articulación. Esos polos pueden ser la base de construcción de un nuevo proyecto político, en el que confluyan identidades diversas unidas bajo ideas y valores comunes, para enfrentar el avance del modelo de país que intenta forjar la ultraderecha instalada en la Casa Rosada desde el pasado 10 de diciembre.

Contra los despidos. Se multiplican las protestas ante el plan oficial de achicamiento del Estado.

Foto: Subcoop

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