Opinión

Carlos Heller

Dirigente cooperativista

Un horizonte más despejado

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Trabajo. Desde agosto de 2020 se registran 37 meses consecutivos de crecimiento de los puestos de empleo registrado.

Foto: NA

Aun después de una serie de sucesos que afectaron la marcha de la economía y de una coyuntura que presenta múltiples desafíos, son inocultables las señales de un horizonte cercano más despejado, bien distinto de visiones negativas y hasta catastrofistas. Datos concretos, como las potencialidades que se abren de aquí en adelante en materia externa, o la persistente recuperación del empleo en áreas productivas y de servicios no estatales, sustentan perspectivas favorables.
Y no se trata de mero optimismo, sino de evaluar en qué medida las complejidades económicas (que no son pocas) han sido atenuadas a partir de la existencia de un Estado activo, regulando y haciendo uso de las herramientas económicas disponibles.
Vale destacar un conjunto de aspectos que suelen soslayar los grandes medios de comunicación, como el hecho socioeconómico de la continua creación de puestos laborales en los últimos años, a pesar de los contratiempos sufridos. Luego de una pérdida cercana a los 219.000 empleos durante la gestión de 2015-2019, lo que significó un descenso del 3,5% en la cantidad de asalariados privados registrados, se pudo revertir la tendencia y alcanzar un récord histórico de esos trabajadores y trabajadoras (6,4 millones).
Desde agosto del 2020 son 37 meses consecutivos de alza y al segundo trimestre de este año se habían creado más de un millón de nuevos puestos respecto de igual período de 2019. Ello permitió que la tasa de desocupación bajara al 6,2% en el trimestre abril-junio de este año, cuando en 2019 rondaba el 9%.
Por cierto, el sector más castigado es el de los trabajadores no registrados, que no se rige por las convenciones colectivas de trabajo. Ante ello, uno de los grandes retos pendientes es transformar la informalidad en formalidad, para lo cual hay iniciativas en marcha como parte de un proyecto económico de crecimiento y de inclusión.

El rol de los formadores de precios
Se advierten también signos favorables en otro frente de gran impacto sobre el bienestar de la población, la evolución de los precios. El IPC Nacional de octubre (8,3%) fue bastante menor a los dos meses anteriores (12,4% en agosto y 12,7% en septiembre). Mientras los datos de la inflación semanal calculados por el Ministerio de Economía dieron un 2,4% y un 2,2% en la primera y segunda semana de este mes.
Desde luego, son niveles altos que impactan en el poder adquisitivo de los hogares. Pero se observa que, lejos de los fuertes saltos previos, Alimentos y Bebidas no alcohólicas arrojó un incremento del 7,7%, mientras los rubros que menos aumentaron fueron: Salud (5,1%), Educación (6,6%) y Transporte (7,1%). Las mayores subas de octubre se anotaron en Comunicación (12,6%), Prendas de vestir y calzado (11,0%) y Equipamiento y mantenimiento del hogar (10,7%).
En esta materia, como indican las estadísticas oficiales, no es la emisión monetaria la locomotora de la inflación. Queda una vez más en claro que son los formadores de precios los que más influyen sobre la carestía de la vida, a partir de lo que llamamos «puja distributiva», con el objetivo de incrementar sus ganancias a costa de los consumidores.
Por lo pronto, mientras desde el Estado se van tomando medidas tratando de que los ingresos de la población no se sigan deteriorando, se intenta avanzar en la manera sostenible de morigerar las subas de precios. Se ha demostrado muchas veces que el enfoque de shock solo trae consigo la pérdida de puestos de trabajo, del salario real de quienes siguen trabajando y, por ende, un empeoramiento de la situación social.
En este marco no se puede desconocer la mejora del balance comercial externo que se avizora, ya que el componente «sequía», que golpeó a la producción granaria este año, no estará presente en 2024, y esa es una gran noticia. Lo mismo puede decirse del récord productivo del yacimiento Vaca Muerta así como de los gasoductos y oleoductos para transportar la energía, que son además claros ejemplos de la importancia de contar con un Estado presente. Estos y otros sectores exportadores (industriales, mineros, etcétera) generarán las condiciones para financiar las necesidades de la producción, desalentar la especulación respecto del tipo de cambio y de esta forma contribuir a que la inflación descienda.

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