Opinión

Carlos Heller

Dirigente cooperativista

Un shock antirrepública

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Recinto. Diputadas y diputados rodean a la presidenta del cuerpo, Cecilia Moreau. Un clima difícil para debatir.

Foto: NA

Este jueves 1°, en la reunión que tenía por objeto renovar las autoridades de la Cámara de Diputados, como se hace anualmente, la oposición no dio quórum con el argumento de una supuesta parcialidad de la presidenta del cuerpo, Cecilia Moreau, en el tema de la elección de los miembros del Consejo de la Magistratura.
Esto hizo que tuviéramos que sesionar en minoría y aplicar el artículo 37 del reglamento de la Cámara, que establece que si no se eligen nuevas autoridades continúan las preexistentes.
A continuación se pasó a una sesión que estaba convocada para tratar un extenso orden del día, que mayormente incluía proyectos para mejorar la calidad de vida de la gente y de reconocimiento de derechos. Por ejemplo, la creación de siete nuevas universidades en distintos puntos del país.
Pese a la ausencia de Juntos por el Cambio, esa sesión logró el quórum necesario, pero cuando comenzó irrumpieron los diputados y las diputadas de esa fuerza y generaron un clima de difícil funcionamiento, con desbordes verbales y gestualidades ofensivas sumamente graves, golpes en las bancas, gritos y gestos obscenos.
En un momento, un grupo de diputadas del Frente de Todos se levantó y se acercó a la cabecera porque varios legisladores opositores estaban hostigando a Moreau de una manera inaceptable. Realmente, un acto de barbarie. Un verdadero shock antirrepública.
No puedo dejar de poner este episodio en el marco de lo que hemos vivido recientemente, y que tuvo su punto culminante en el intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Fernández. Antes de eso vimos marchas opositoras con guillotinas, horcas, bolsas mortuorias, dibujos de personas colgadas, ataúdes. O amenazas de ahorcamiento a la misma vicepresidenta, «delante del Instituto Patria o del Senado». Todo lo cual forma parte del mismo clima: no fueron hechos aislados.
También lo podemos vincular con el inminente fallo sobre la causa Vialidad, sobre el cual Cristina Fernández dijo en su alegato final: «Esto no es un tribunal, sino un pelotón de fusilamiento». Y agregó: «Como lo dije el 2 de diciembre de 2019, al comienzo de este juicio, la sentencia está escrita. Lo que no sabía es que está tan mal escrita que la acusación es una serie de mentiras, incluso sobre hechos que no existieron». Vale recordar que días después del atentado, el diario Clarín tituló: «Cristina entre la bala que no salió y el fallo que sí saldrá».
En síntesis, esa violencia directa, tanto física como verbal, tiene un correlato con la violencia institucional. Estamos ante una situación de gravedad institucional que debería preocuparnos.
Como en Estados Unidos, donde llegaron a tomar el Capitolio cuando el resultado electoral no favoreció a Donald Trump, o en Brasil, donde grupos opositores al triunfo del presidente electo Lula da Silva exhibían saludos nazis, aquí vemos el recrudecimiento de una derecha antidemocrática y sumamente riesgosa para el funcionamiento de las instituciones. Ante lo cual tenemos que estar en alerta.

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