27 de junio de 2023
Corría el mes de junio de 1973 y el Cono Sur del continente americano estaba en plena ebullición. El líder histórico del peronismo había retornado al país después del acceso a la presidencia de Héctor J. Cámpora el 25 de mayo y del otro lado de la cordillera gobernaba Salvador Allende. Todo parecía indicar que las fuerzas populares se aprestaban a disputar el poder a nivel regional a pesar de la continuidad desde 1964 de la dictadura brasileña y del derrocamiento de Juan José Torres en Bolivia en 1971, año en que Fidel Castro había realizado una extensa visita a Chile.
En Uruguay había surgido una novedad para las fuerzas progresistas y de izquierda: la creación del Frente Amplio, con una convicción unitaria que se mantiene hasta el día de hoy, aunque en esos años los Tupamaros no formaban parte porque eran un movimiento guerrillero.
En 1971 el Frente se presenta a las elecciones y, para sorpresa del espectro político, araña el 20% de los votos, una rareza para un país donde los partidos tradicionales (blanco y colorado) se habían alternado en el poder desde 1825. En dichas elecciones Juan María Bordaberry, del Partido Colorado, obtuvo el triunfo por menos de 15.000 votos en un clima de irregularidades y denuncias de fraude del Partido Blanco. Bordaberry asumió el 1° de marzo de 1972 y el 27 de junio de 1973, con el apoyo de las Fuerzas Armadas, disolvió el Congreso para tomar el control absoluto del país. Dos días después en Chile intentaron derrocar por la fuerza a Salvador Allende en un claro ensayo general para lo que sería la toma del poder por los militares el 11 de septiembre.
El golpe de Estado en Uruguay fue otro eslabón para frenar el ascenso de fuerzas populares en el siglo XX con la misma receta: eliminación de la democracia, persecuciones, cárcel, torturas, muerte y desapariciones. Hoy eso sería imposible.
Tiempos oscuros. Bordaberry, con apoyo de las Fuerzas Armadas, disolvió el Congreso el 27 de junio de 1973.
Foto: Intendencia de Montevideo
