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Cristian Carrillo

La baja de aranceles de importación de indumentaria, calzado y telas impacta en toda la cadena productiva y fue rechazada por todo el sector. Pérdida de puestos de trabajo.

Empleos. Cerca de 10.000 trabajadores fueron despedidos en 2024 y con estas políticas de apertura están en riesgo 50.000.

Foto: Sebastián Casali

La cadena de valor textil, indumentaria y calzado de todo el país unida, los empresarios y trabajadores no comparten que la baja de aranceles a la importación sea la solución. Primero, señalan, se deben bajar impuestos para los que producen en el país y, luego, diseñar una estrategia de integración comercial para no profundizar la caída de la producción industrial y la pérdida de empleo y, además, beneficiar a los consumidores. Estas ideas se plasmaron en un texto conjunto de 29 instituciones que se reunieron para lanzar un duro comunicado contra el Gobierno en un contexto de pésima situación del sector, agravada además por la apertura indiscriminada de las importaciones. «La gente que queda afuera porque una casa de indumentaria decide vender o cerrar la tomará la de al lado que ganó market share. No es que la gente se queda sin trabajo, eso pasaba en el esquema anterior», fue el ejemplo del darwinismo económico que pretendió mostrar el titular del Palacio de Hacienda, Luis Caputo, en declaraciones a un canal de televisión.

Bajo la consigna de que «la competencia de productos importados» favorecería una baja en los precios domésticos, desde el inicio de la gestión el Gobierno de Javier Milei avanzó en la desregulación de importaciones de productos de la canasta básica (alimenticios, bebidas, productos de limpieza y cuidado e higiene personal), para luego agregar la reducción de los aranceles de importación de diferentes productos finales e insumos (89 en total), vía la modificación del Listado Nacional de Excepciones al Arancel Externo Común del Mercosur, y hasta se redujeron impuestos para autos de lujo. A esto se suma en los últimos días la medida oficial que dispuso la reducción de impuestos a la importación de telas y ropa, que pasarían del 35% para ropa, 26% para telas y 18% para hilos, al 20%, 18% y 12-16% respectivamente.

Como resultado de la nueva baja de aranceles de los importados, la industria textil tiene en riesgo la destrucción neta de, al menos, 50.000 puestos de trabajo, señala una de las Cámaras del sector que firma el comunicado en repudio de la apertura comercial. Esta política, que favorece el arribo de productos importados, fue justificada por el Ejecutivo como una supuesta búsqueda de baja de precios. Si bien el alza de precios de la ropa es uno de los argumentos oficiales, se estima que reduciría apenas 0,2 puntos del Índice de Precios Nacional (IPC).


Panorama
El sector textil, en el primer año de gestión libertaria, operó con una capacidad instalada por debajo del 45%, perdiendo una importante cantidad de puestos de trabajo: se estima que, de los 30.000 empleos industriales destruidos durante el último año, más de 10.000 corresponden a esa cadena.

La industria, para la administración libertaria, es prebendaria. «Se utilizó la prosperidad de un sector prolífico como el agropecuario para financiar sectores deficitarios y poco competitivos, en nombre de un empecinamiento absurdo con tener una industria nacional para sustituir importaciones», expresó el presidente Milei días atrás en una nueva edición de ExpoAgro.

De acuerdo con datos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), desde la primera apertura importadora que lanzó a principios de 2024 la administración libertaria, se perdieron más de 12.000 firmas y arriba de 180.000 puestos laborales, todo lo que «podría llevar a un proceso de desinversión en la industria nacional», según un informe del Observatorio Industriales Pymes Argentinos (IPA), desde donde aseguran que «la incertidumbre se impone en estos primeros meses del 2025».

Competencia. La reducción de impuestos a la importación pasarían del 35% para ropa, 26% para telas y 18% para hilos al 20%, 18% y 12-16% respectivamente.

Foto: Horacio Culaciatti

Desde el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE) advirtieron que «luego de un período de estanflación importante, pozo de actividad entre enero y junio 2024, comenzó una incipiente recuperación –de junio a octubre– que se detuvo en los últimos meses, noviembre y diciembre». Como resultado, los niveles iniciales no se recuperaron nunca. En este resultado influyó el impacto negativo de la apertura importadora desregulada con un creciente ingreso al país de alimentos y bebidas básicas, textiles y calzados, productos de higiene y artículos duraderos, como electrodomésticos. «Si esta dinámica persiste en todo 2025, el daño sobre el tejido productivo será significativo», subrayó el informe de IPA.

Sobre ello hay que tener presente que, al cierre del 2024, la capacidad instalada industrial (UCII INDEC) se ubicó apenas por arriba del 57%, mientras el consumo en supermercados se desplomó un 10%, pero las importaciones de bienes de consumo aumentaron (12,4%). En el primer mes de 2025, la tendencia contractiva se sostuvo: la capacidad productiva industrial rondó el 55%, con la mayoría de los sectores por debajo, de hecho, del magro nivel que ya habían anotado en igual mes del año pasado. «Esta medida puede comprometer seriamente la producción, el empleo y el desarrollo de la cadena de valor textil en Argentina. La experiencia internacional ha demostrado que una apertura comercial sin planificación puede debilitar la industria local en lugar de fortalecerla», señalaron desde la Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA). Desde la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria calificaron la decisión como un «industricidio», ya que podría llevar a «la destrucción de miles de puestos de trabajo y el quiebre de cientos de industrias». Además, consideraron que la medida «favorece la competencia desleal de productos importados».

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