Economía | CONSUMO

Cambio de hábitos

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Cristian Carrillo

El incremento de los precios de los productos de la canasta básica produjo modificaciones en las modalidades de compra. Segundas y terceras marcas, entre las opciones.

Sustituciones y negocios de cercanía. Dos de las estrategias para «pelearle» a la inflación por parte de los consumidores.

Foto: Jorge Aloy

La escalada de precios de los últimos meses, sumado a un cambio en la modalidad de compra herencia de la pandemia, modificó los hábitos de consumo. La pregunta es si se volverá, cuando el poder de compra de los ingresos de los hogares lo permita, a las formas conocidas o se está ante un cambio que no tiene vuelta atrás. Lo que sí debería volver es la posibilidad –como elección personal— de comprar productos de primera línea, los cuales por la crisis fueron desplazados por segundas y terceras marcas; además de adquirirse en menores volúmenes.
Un dato positivo, seguramente el único: el consumidor perdió el miedo a la compra digital, lo que le da más tiempo para cotejar precios sin el apuro del «carrito de atrás». De todos modos, es una modalidad que todavía es utilizada por segmentos etarios que van de 30 a 45 años. El resto continúa yendo al establecimiento en busca de promociones, esas mismas que el Gobierno de Javier Milei busca eliminar.
Un informe reciente de la consultora Kantar, que releva los hábitos, precios y cantidades vendidas de productos masivos, revela que casi siete de cada diez consumidores (66%) se vieron forzados a cambiar sus hábitos en los últimos meses, como producto de la fuerte inflación y la licuación de los salarios. Desde la consultora insisten en que, en un escenario de crisis económica, más de la mitad de los consumidores manifestaron haber cambiado sus hábitos de consumo, «resignando marcas y productos preferidos para dar espacio a opciones más económicas». El 51% de los encuestados por Kantar declaró haber dejado de comprar sus marcas preferidas para cambiarlas por otras más económicas, mientras que el 52% afirmó haber optado por otras categorías más económicas en lugar de los productos que habitualmente consumía.
Por su parte, desde Focus Market observan adicionalmente una caída del 13,5% del consumo masivo en el acumulado del primer trimestre. Un ejecutivo representante de una importante cadena de supermercados aseguró a este medio, en estricto off, que «la caída en el consumo es del 10% y el abastecimiento es solo por ventas».
Los cambios se explican por la suba de precios que evidenciaron la mayoría de los rubros, pero especialmente los provenientes de productores concentrados, luego de que se eliminara la Ley de Góndolas que le ponía un freno a los abusos. En varios casos, los precios duplicaron su valor y en algunos rubros se cuadruplicaron (como el aceite). Ese salto inflacionario redundó, en enero y febrero, en una caída de ventas de los almacenes del orden del 20% y 22%, respectivamente, en ese tipo de comercios.

Gustitos
En términos de cambios de hábitos, el más común es «dejar de comprar» algún producto que pasó a ser «un gustito» que ya no está permitido. Calculadora en mano, las compras se hacen hasta el presupuesto prefijado antes de acudir al comercio, relata a este medio un comerciante del barrio porteño de Flores. Si las cuentas fallan, dejan algunos productos en el mostrador de la caja. El cambio más habitual, tal como reflejan los fríos números de consumo, es la sustitución de primeras por segundas marcas, la fuerte incidencia de promociones, descuentos y fidelizaciones a través de tarjetas de crédito. Se observa mucho interés en aprovechar las promociones que ofrecen los puntos de venta, pero también los descuentos que brindan bancos y tarjetas, aunque no todos acceden y por lo reducido de las compras, crecieron las ventas en los comercios de cercanía por encima de las grandes superficies. Los consumidores vuelven a migrar hacia los negocios de proximidad porque realizan compras más frecuentes, pero más chicas para cuidar el bolsillo.
El impacto comenzó a reflejarse no solo en el freno –por desplome de la demanda– sino también en la rotación de la mercadería. En el sector comercial advierten que son cada vez más los productos que se vencen en las góndolas por la caída de las ventas. Este proceso tensiona la relación entre los mayoristas y los comercios de cercanía, que reclaman más visibilidad e información sobre las fechas de caducidad. En los estratos medios, por ejemplo, se advierte una reducción del consumo por tener que dedicar más plata a otros gastos, como alquileres, servicios públicos y alimentos, lo que redunda en que sectores, como el de la ropa, los consumos culturales y otros se dejen de lado. Allí se suma también la búsqueda de marcas menos conocidas por cuestiones de publicidad, que no necesariamente son de menor calidad.
Esta transformación afecta directamente las ventas de micros, pequeñas y medianas empresas, que representan el 90% del tejido empresarial del país. Según el último informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas minoristas de las pymes experimentaron una caída del 25,5% en febrero, acumulando un declive del 27% en el primer bimestre en comparación con el mismo período del año anterior.

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