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Datos duros

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Cristian Carrillo

La crisis económica producto de la pandemia, sumada a la situación preexistente, arrojó a 11,7 millones de personas bajo la línea de pobreza: el 40,9% de la población, según informó el INDEC. Menores y jóvenes, los más afectados.

Futuro. En el grupo etario 0-14 años el índice de pobreza alcanza al 57,7%, y explica el 49,2% entre aquellos que tienen entre 15 y 29 años. (Marcelo Capece/NA)

Cuatro años de políticas neoliberales y ajuste salvaje sobre salarios y jubilaciones y una pandemia que se prolonga desde hace más de un año llevaron a que la pobreza en el país alcance a más de cuatro hogares de cada diez. La posibilidad de erradicar estos ratios se hace cada vez más difícil y pone en peligro el futuro de toda una generación de jóvenes, los más afectados por la falta de oportunidades. Las cifras de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que realiza el INDEC dan cuenta de que la pobreza afectó al 57,7% de los chicos menores de 14 años en el segundo semestre de 2020, de los cuales 15,7% son indigentes. Ante la posibilidad de un ajuste en las tarifas de los servicios públicos regulados y sin una política clara para redistribuir ingresos, la situación podría empeorar, sentenciando a los más jóvenes a una nueva década pérdida.
Como hicieron distintos países, el Gobierno nacional lanzó una batería de medidas económicas tendientes a morigerar los efectos de la parálisis que generó el aislamiento de marzo del año pasado frente al COVID-19, evitando que unos 4 millones de argentinos y argentinas cayeran en la pobreza extrema. «La presencia de estas ayudas significó que la tasa de indigencia no haya llegado al 20%, ni la tasa de pobreza haya superado el 50%», reconoció el director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), Agustín Salvia.
No obstante, mantener estos niveles de gasto complica en el marco de los acuerdos de reprogramación de deuda que exige el Fondo Monetario Internacional, para poder postergar los pagos de los 45.000 millones de dólares que recibió el Gobierno de Mauricio Macri. «Sin control de la crisis sanitaria es absolutamente difícil, casi imposible, tener una sostenibilidad en la recuperación», señala Salvia.

Un virus letal
La segunda ola de COVID-19 amenaza con frenar el rebote de la economía y una mejora de los indicadores sociales. Una rápida recuperación permitiría llegar a niveles de empleo y actividad prepandemia y, a partir de allí, intentar incorporar a los y las jóvenes que vienen siendo afectados hace más de un lustro.
Solamente por la pandemia se generaron unos 22 millones de nuevos pobres en América Latina y el Caribe, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de los cuales 8 millones de personas pasaron a ser indigentes. De acuerdo con los datos aportados por el director de Desarrollo Social de CEPAL, Alberto Arenas, la pobreza pasó de 30,5% a 33,7%, mientras que la indigencia o pobreza extrema creció de 11,3% a 12,5% durante 2020.
En Argentina la realidad fue todavía más dura. El país venía de cuatro años de macrismo, de los cuales en tres hubo caída de la actividad, lo que se suma al desmantelamiento de los resortes estatales para la contención social, la desregulación de la cuenta capital (que propició el libre flujo de fondos especulativos) y un endeudamiento exorbitante que dejó en rojo las cuentas públicas. La política sanitaria durante la pandemia permitió proteger con cierto éxito a los ocupados formales, pero tuvo menos impacto en la situación de los trabajadores informales pobres y de las clases medias bajas autónomas. Estos sectores, que en muchos casos están fuera de las estadísticas oficiales, vieron paralizado su nivel de ocupación y deteriorados sus ingresos reales. Sin duda, el escenario laboral y social hubiese sido mucho peor sin los programas de protección social y asistencia a las empresas que implementó el Gobierno.

Precios y proyecciones
Otra característica que se exhibió durante la cuarentena fue que los sectores de ingresos bajos incrementaron su cantidad de miembros del hogar a cargo, de acuerdo con el relevamiento de la UCA. En esos hogares, los más perjudicados fueron los menores. Por edades, entre los recién nacidos y los jóvenes de hasta 14 años, el índice de pobreza alcanza al 57,7% de ese grupo etario, y explica el 49,2% entre aquellos que tienen entre 15 y 29 años, según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). En la comparación interanual contra el segundo semestre de 2019, en la prepandemia, la pobreza de los más chicos tuvo un salto muy importante de 5,1 puntos, desde el 52,6% registrado entonces, mientras que la indigencia saltó 2,6 puntos porcentuales (desde 13,1%). Si se toman los datos del semestre anterior, el primero de 2020, la pobreza en ese grupo etario subió 1,4 puntos porcentuales desde 56,3%, mientras que la indigencia creció una décima (desde 15,6%).
El aumento de la pobreza y la indigencia tiene su explicación en el salto de precios que registraron los alimentos y servicios esenciales, superando ampliamente el nivel general de inflación 2020. La Canasta Básica Total aumentó 39,1% al cierre del año pasado, debido a que una pareja con dos hijos necesitó percibir ingresos por 54.207 pesos para cubrir sus necesidades, mientras que la Canasta Alimentaria subió 45,5%, con una necesidad de ingresos de 22.680 pesos para el mismo grupo familiar. Tan solo en el caso de los empleos formales, los menos afectados por la pandemia, los salarios se incrementaron 34,4%, los haberes del sector público, 26,8%, mientras que los informales lo hicieron un 39%, según la medición del INDEC. Si se toma una población total estimada en 45,8 millones de habitantes, estas cifras implican que 19,2 millones de personas se encuentran en situación de pobreza, y entre ellos 4,5 millones son indigentes. «El aumento del precio de alimentos sin un correlato en un aumento de los ingresos redunda en mayor pobreza e indigencia. Argentina en 2020 tuvo una economía más chica, con menos ingresos, y con una inflación alta, el resultado es un desastre socioeconómico. Tenemos más de 4 de cada 10 personas en situación de pobreza», sostienen desde la consultora LCG, de Guido Lorenzo.
El incremento fue más pronunciado en el último trimestre de 2020. De acuerdo con un informe del Instituto de Pensamientos y Políticas Públicas (IPYPP), dirigido por Claudio Lozano, director del Banco Nación, la pobreza al tercer trimestre alcanzó al 38,7% de la población (17,6 millones de personas) mientras que la indigencia representó al 10,6% de los habitantes (4,8 millones de personas).
Según proyecta CEPAL, 1,5 puntos del PIB de la región se destinó a ayudas sociales para contener el impacto de la pandemia. En Argentina, los programas como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y la Tarjeta Alimentar, al igual que la AUH y sus complementos, las pensiones no contributivas, o los de empleo social, aliviaron la caída de ingresos en un momento muy crítico, con un impacto fiscal no menor al 5% del Producto Bruto. Estos programas sociales lograron cubrir en total al 47% de los hogares, muchas veces con superposición de planes.

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