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Otra vez en la mira

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Cristian Carrillo

El Gobierno busca privatizar parcialmente la mayor entidad financiera nacional, pese a ser superavitaria, tal como lo intentó el menemismo.

120 años de trayectoria. La nueva versión de ley «ómnibus» contempla una privatización parcial del mayor banco nacional.

Foto: NA

Si bien el Ejecutivo tuvo que pactar con la oposición dadora de gobernabilidad en Diputados y modificó el artículo que habilitaba la privatización total del Banco de la Nación Argentina (BNA) reemplazándola por una parcial «debiendo mantener el control de la empresa», las amenazas de desguace del mayor banco nacional no se han alejado.
En esa senda tuvieron lugar las expresiones del flamante presidente de la entidad, Daniel Tillard, en la red social X, antes de la modificación del proyecto, pero cuyo principal objetivo es crear las condiciones para la irresponsable privatización de la entidad bancaria. No es la primera vez que sucede. En marzo de 1998 quedó instalada en la opinión pública la intención de convocar a bancos de inversión para que presentaran propuestas para la compra del Nación. Como entonces, surgen dos interrogantes: ¿podrá una institución privada cumplir con los compromisos que actualmente tiene el Nación con, por ejemplo, el sector agropecuario? y ¿quién va a ocupar el vacío que dejarán en el interior del país si desaparecen las sucursales que la entidad tiene en los más lejanos confines de nuestra geografía? Queda claro que, especialmente en los casos de YPF y BNA, si la idea es venderlas, no es por registrar déficit, sino porque son un gran negocio para los agentes privados.
«En los últimos años, el BNA no priorizó su objeto de canalizar los depósitos y transformarlos en préstamos a favor de las pymes y las familias argentinas. De acuerdo con los balances presentados por el BNA hasta septiembre último, las financiaciones a empresas y familias se redujeron a solo 21,2% del activo total. Esto se debió a la política monetaria de los últimos años que impulsó a los bancos a invertir en Leliqs y títulos públicos, desplazando el desembolso de préstamos», argumentó Tillard en la red social. En estos mensajes, señala también que, «el BNA restringió préstamos y amasó un elevado nivel de liquidez. Las Leliqs, los títulos públicos y el efectivo representan el 88,3% de los depósitos». «Además, el BNA evidencia deficiencias en las prácticas de crédito. El Banco registra indicadores de mora muy negativos. Los préstamos en situación irregular son el 7,4% del total y en los préstamos a las empresas la irregularidad es peor, alcanza el 11,7% del total».
Sin embargo, según datos propios a los que accedió este medio, el BNA cerró 2023 con un resultado en torno a 700.000 millones y tiene más de 13 billones de pesos en depósitos públicos y privados codiciados como fondeo por la competencia. En los últimos años los créditos al sector privado del BNA no solo no se redujeron, sino que se incrementaron, y lo hicieron en el contexto adverso de una entidad que la gestión de Cambiemos (con el escándalo Vicentin en el medio) había descapitalizado y que se enfrentaba con una inédita e incierta pandemia por el covid a nivel mundial.

Medias verdades
«Precisamente, el 15 de diciembre, la calificadora de riesgo FIX SCR perteneciente al Grupo Fitch4 otorgó al BNA la máxima calificación a corto plazo (A1+) y la segunda mejor calificación a largo plazo (AA) con perspectiva estable. Los factores de la calificación fueron contundentes: franquicia dominante (18,7% depósitos y 17,8% de los préstamos totales del sistema), buena rentabilidad y el flujo operativo mejoró 88% interanual», sostiene el reporte de la agencia calificadora de riesgo.  «Satisfecho con sus datos, señala Claudio Lozano, exdirector del Nación entre 2020 y 2022, los dos mensajes que siguen son de neto contenido ideológico y aspiracional». “El reordenamiento económico de la Argentina -agregó- generará un cambio sustancial en el negocio bancario. El desempeño del BNA deberá basarse en el aumento de los préstamos a favor de las pymes y las familias, y en optimizar su funcionamiento”».
Por su parte, Julia Strada, diputada por UxP, le respondió a Javier Milei sobre las razones para privatizar la entidad bancaria, en particular sobre el denominado costo de oportunidad («podría ganar más de lo que gana»). «El BNA tiene un ROE (rentabilidad sobre patrimonio) más que abultado, de 27,6% a octubre de 2023, superior a otros bancos privados», informa Strada. Y agrega para despejar dudas acerca del verdadero objetivo del Ejecutivo: «El BNA tiene un patrimonio, en efecto, muy codiciado por otras entidades financieras. Su venta habilita un vasto negocio privado: tiene 790 sucursales (hermosos inmuebles, por cierto) tanto en Argentina como en el exterior (Nueva York, Miami, San Pablo, Beijing, Madrid, Montevideo, entre otras) y $13 billones de depósitos que el Banco tiene en el sistema (casi el 20% del mismo), que serán apropiados por otras entidades financieras para su fondeo».
A esto se suma la decisión de quitarle el enorme negocio de la exclusividad que tiene el Banco Nación sobre los depósitos judiciales de los tribunales nacionales y federales de todo el país donde hoy se efectúan. De convertirse en una sociedad anónima se permitiría elegir otro banco, a decisión de los tribunales, donde el Estado nacional o provincial tenga participación accionaria. Y para rematar, Tillard anuncia: «La transformación en Sociedad Anónima es central para crecer, alcanzar eficiencia y mejorar la transparencia en la gestión del BNA. Un comienzo será reemplazar la sindicatura unipersonal actual a favor de una sindicatura colegiada de tres miembros como en todas las sociedades».
«Así, con apenas seis tuits, se pretende liquidar una institución de más de 120 años de historia económica en el desarrollo de nuestro país; que supo ser un instrumento para el desarrollo productivo y que, si bien es cierto que lejos está de detentar un funcionamiento óptimo, la solución no puede ser de ninguna manera transformarla en un negocio privado, repitiendo la fallida respuesta de las privatizaciones de los 90», destaca Lozano.
El último informe de gestión da cuenta de que el financiamiento a las empresas aumentó un 250% respecto a diciembre del 2019, que, descontada la inflación del período, suponía un incremento del 140% real en dicho financiamiento. Cifras que contradicen lo que sostiene el nuevo titular del mayor banco nacional.

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