Economía | DESIGUALDAD GLOBAL

El poder de los multimillonarios

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Cristian Carrillo

Un informe de Oxfam revela que el 1% más rico duplica el ingreso del resto de la población mundial. Su fortuna crece en 2.700 millones de dólares al día.

Un mundo injusto. La desigualdad se profundiza cada año con más concentración y creciente inequidad impositiva.

Foto: Directo/AFP/Dachary

Un informe presentado durante el Foro de Davos revela que durante la última década los súper ricos han acaparado el 50% de la riqueza generada en 2021 y 2022, valorada en 42 billones de dólares. La fortuna de los milmillonarios está creciendo a un ritmo de 2.700 millones de dólares al día, al mismo tiempo que al menos 1.700 millones de trabajadoras y trabajadores viven en países en los que la inflación crece por encima de los salarios, señala la ONG Oxfam.
El motivo de la presentación fue demostrar que una solución a este problema de concentración sería «la aplicación de un impuesto a la riqueza de hasta el 5% a los multimillonarios y milmillonarios, con lo que podrían recaudarse 1,7 billones de dólares anualmente, lo que permitiría que 2.000 millones de personas salieran de la pobreza». Durante la última década, el 1% más rico ha capturado alrededor del 50% de la nueva riqueza.
Desde 2020, con la pandemia y la crisis del costo de la vida, el 1% más rico acaparó 26 billones de dólares (el 63% de la nueva riqueza generada), mientras que tan solo 16 billones de dólares (el 37%) llegaban al resto de la población mundial.
Por cada dólar de nueva riqueza global que percibe una persona perteneciente al 90% más pobre de la humanidad, un milmillonario se embolsa 1,7 millones de dólares. La fortuna de los milmillonarios ha crecido a un ritmo de 2.700 millones de dólares diarios. Esto se suma a una década de ganancias históricas en la que el número de milmillonarios y su riqueza se han duplicado.
«Aplicar mayores impuestos a los súper ricos y a las grandes empresas es una puerta de salida a las múltiples crisis a las que nos enfrentamos actualmente. Es hora de derribar el mito de que los recortes fiscales para los más ricos terminarán de alguna manera beneficiando al resto. Cuarenta años de rebajas fiscales para los súper ricos han demostrado que las oleadas de privilegios solo terminan por beneficiarles a ellos», señaló Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional.
El crecimiento extraordinario en sectores como el de la energía y la alimentación fueron los que dispararon los patrimonios de los más ricos. El informe revela que 95 grandes empresas de energía y de alimentación han más que duplicado sus beneficios en 2022. Generaron unos beneficios extraordinarios por un total de 306.000 millones de dólares, y destinaron 257.000 millones de dólares (el 84%) a remunerar a sus ricos accionistas.

Al resto, ni agua
El informe destaca que, al mismo tiempo que las familias dueñas de las principales compañías de alimentos y energía, al menos 1.700 millones de trabajadoras y trabajadores viven en países donde el crecimiento de la inflación se sitúa por encima del de los salarios, y más de 820 millones de personas en todo el mundo (aproximadamente una de cada diez) pasan hambre.
Las mujeres y las niñas suelen comer en último lugar y en menores cantidades en los hogares, y representan casi el 60% de la población mundial que padece hambre. Según el Banco Mundial, «podríamos estar ante el mayor incremento en la desigualdad entre países y la pobreza desde la Segunda Guerra Mundial. Países enteros se encuentran al borde de la bancarrota. Los más pobres destinan cuatro veces más recursos al servicio de la deuda (en manos de ricos acreedores) que a los servicios de salud pública».
Tres de cada cuatro gobiernos del mundo tienen previsto recortar el gasto público por un importe total de 7,8 billones de dólares aplicando medidas de austeridad durante los próximos cinco años, lo que se extiende a los sectores de la salud y la educación. Producto de la desaceleración de la economía mundial, más trabajadores se ven obligados a tomar empleos no calificados, mal remunerados, precarios y desprovistos de protección social.
El incremento de la precariedad profundizó las desigualdades exacerbadas por la crisis del coronavirus, según advirtió la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La entidad también previó un aumento del desempleo mundial este año de alrededor de tres millones de personas, para alcanzar 208 millones (tasa de desempleo mundial del 5,8%), lo que marca un cambio de tendencia respecto a la baja observada de 2020 a 2022.
A causa de la inflación, como los precios aumentan mucho más rápido que los salarios, más personas podrían caer en la pobreza. Esta tendencia se agrega a la caída de poder adquisitivo registrada durante la crisis del COVID-19.
La ONG Oxfam insta a elevar de manera sistemática y generalizada la tributación sobre los ultra ricos para compensar parte de las enormes ganancias que acumularon durante la crisis, en gran medida generada como resultado de los planes de estímulo con la inyección de fondos públicos y su voraz aprovechamiento de las condiciones de mercado.
Décadas de recortes y privilegios fiscales para las grandes fortunas y grandes empresas han sido causa del aumento de la desigualdad, de tal forma que, en la práctica, en muchos países, las personas con rentas más bajas acaban pagando tipos impositivos efectivos superiores a los que tributan los milmillonarios. Por cada dólar recaudado en ingresos fiscales en el mundo, únicamente cuatro centavos proceden de gravar la riqueza. La mitad de los milmillonarios del mundo vive en países que no aplican ningún tipo de impuesto de sucesiones a la riqueza que estos transfieren a sus descendientes directos.
Por lo tanto, 5 billones de dólares irán a parar, libres de impuestos, a sus correspondientes herederos; un importe que supera el PIB de África y que perpetuará una nueva generación de élites aristocráticas. La mayor parte de los ingresos de las personas más ricas no se derivan de su trabajo, sino que son esencialmente rentas de capital sobre sus activos. Sin embargo, la tributación sobre las rentas de capital se sitúa en torno al 18% en promedio, aproximadamente la mitad de los tipos marginales sobre las rentas del trabajo.

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