Economía | INDICADORES SOCIALES

Detrás de las estadísticas

Tiempo de lectura: ...
Cristian Carrillo

Los datos de pobreza e indigencia publicados por el Indec ponen de manifiesto la brecha entre el bolsillo de la gente y los relevamientos oficiales. Recesión y perspectivas a futuro.

Un universo de penurias. Según el informe oficial, 14,8 millones de personas son pobres y 3,2 millones son indigentes.

Foto: NA

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) dio a conocer esta semana los datos de pobreza e indigencia correspondientes al primer semestre de 2025, que si bien confirman una reducción en los indicadores sociales, desmienten categóricamente la cifra de «12 millones de argentinos» sacados de la pobreza que repitió el presidente Javier Milei en su discurso en La Rural y reiteró hasta el hartazgo hasta días antes de conocerse el dato. Según el informe oficial, la pobreza alcanzó el 38,1% de las personas, y la indigencia el 8,2%. Extrapolando estas cifras a la población total, se estima que 14,8 millones de personas aún son pobres y 3,2 millones son indigentes.

Si bien analistas privados no niegan la tendencia a la baja en la pobreza –explicada por la desaceleración de la inflación de las canastas básicas y la recuperación parcial de los salarios–, la Universidad Católica Argentina (UCA) se sumó a las voces que cuestionan la magnitud de la mejora oficial. El Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la UCA emitió un comunicado oficial advirtiendo que, aunque la disminución es real, su magnitud se encuentra «sobrerrepresentada» por motivos metodológicos del Indec.

El dato del Indec revela que, en comparación con el pico de pobreza registrado en el último trimestre de 2023 (41,7%), la reducción es de 4,8 millones de personas pobres y de 2,4 millones de indigentes. En un comunicado, el Ministerio de Capital Humano celebró que «más de 6,2 millones de personas salieron de la pobreza en un año», una cifra que contradice lo sostenido por el presidente. Incluso forzando el marco de comparación –como lo hace la gestión de La Libertad Avanza al tomar como base el pico de 52,9% de pobreza y 18,1% de indigencia que se habría alcanzado tras el impacto de la devaluación del 53% de diciembre de 2023– la reducción de pobres es de 10 millones, y de indigentes de 5,3 millones.


No fueron 12 millones
Los guarismos del Indec despiertan dudas sobre su metodología de medición. El informe señala que el ingreso familiar promedio aumentó un 64,5%, superando el alza de las Canastas Básicas Alimentaria (22,2%) y Total (26,7%). Sin embargo, persisten problemas estructurales que podrían subestimar la línea de pobreza. Por un lado, las canastas desactualizadas que el organismo que conduce Marco Lavagna sigue utilizando son de la encuesta de 1996/97, validada con patrones de consumo de 2004/05. La metodología antigua subestima el peso de rubros no alimentarios clave, como energía y transporte. Y por otro lado, sobreestima ingresos en contextos de alta inflación y volatilidad.

Los análisis de las consultoras advierten que si se corrige esta «subdeclaración móvil», la caída de la pobreza fue menos pronunciada y el indicador se acerca más a los niveles de fines de 2022. «La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec ahora logra una mayor captación de ingresos laborales y no laborales (probablemente informales), gracias a cambios en el cuestionario y a un contexto de menor inflación. Esto significa que la pobreza está mejor medida ahora, pero hace que la cifra sea menos comparable con las series históricas previas, donde esos ingresos no se registraban», sostiene el Observatorio de la UCA.

Divorcio. Entre la metodología de medición del organismo oficial y la cotidianeidad de la población.

Foto: NA

El panorama económico, marcado por la fragilidad de los ingresos y la nula creación de empleo formal, está generando un quiebre en el humor social y pone en tela de juicio las cifras socioeconómicas oficiales. Pese a que el Indec informó un desempleo del 7,6% en el segundo trimestre de 2025 (igual que el año anterior), un análisis más profundo revela un problema estructural. En el Gran Buenos Aires, el desempleo roza los dos dígitos: 9,8%. El problema es evidente en el sector privado registrado (empleo en blanco), que perdió 140.000 puestos de trabajo entre enero de 2023 y junio de 2025, de acuerdo con el SIPA. El 42% de los trabajadores son informales (9 millones de personas). El consumo se desploma y en supermercados y mayoristas, a la caída del 14% de 2024, se sumó otra contracción del 5,5% en los primeros ocho meses de este año. Los indicadores financieros también son negativos: el crédito al sector privado dejó de crecer, y la mora subió al 5% en tarjetas de crédito y al 7% en créditos personales en julio.

Por estas causas, la brecha entre la inflación que mide el Indec y la que sienten los hogares se amplía. Según la última encuesta del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Universidad Torcuato Di Tella, la inflación esperada por la población para septiembre se ubicó en 3,84% en promedio, una cifra que más que duplica el último dato informado por el Indec. En agosto, el organismo oficial había reportado un aumento de precios de apenas 1,9%. Sin embargo, la encuesta de la Di Tella para ese mismo mes ya arrojaba una expectativa promedio de 4,21%. Esta diferencia de más de dos puntos porcentuales subraya la desconexión entre los indicadores técnicos y la realidad económica que experimentan los hogares.

En meses anteriores, la divergencia fue similar. Mientras el Indec reportó una inflación de 1,9% en julio y de 1,6% en junio, la población ya percibía expectativas de subas de 3,51% y 4,21%, respectivamente. En cuanto a las proyecciones a largo plazo, la inflación esperada promedio para los próximos 12 meses mostró una baja, ubicándose en 37,6%, lo que representa una disminución de 2 puntos porcentuales respecto al 39,6% de agosto. La mediana, sin embargo, se mantuvo estable en 30%, según la Di Tella.

Desde la consultora LCG, la mejora en el indicador de pobreza se habría estancado en el segundo trimestre (abril‒junio), dado que el 31,6% de pobreza ya había sido estimado en su relevamiento propio para el primer trimestre. El principal riesgo para la segunda mitad del año es la inflación mensual, que se mantiene estancada en torno al 2%, superando significativamente los aumentos salariales formales, cuyas paritarias homologadas tienen un tope del 1%. Este desequilibrio se combina con una actividad económica «muy débil», con una caída del 1,5% en los últimos cinco meses.

Estás leyendo:

Economía INDICADORES SOCIALES

Detrás de las estadísticas

Dejar un comentario

Tenés que estar identificado para dejar un comentario.