Opinión

Marcelo Onesto

ECONOMISTA

Se exporta poco y por pocos

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Meses atrás planteábamos desde esta misma columna el preocupante desempeño exportador argentino en términos de las cantidades remitidas al exterior, es decir, aislando el efecto de las variaciones de precios. Tales volúmenes han evolucionado muy poco en los últimos 15 años, reflejando los problemas que padece la economía nacional en materia de inserción global, productividad, progreso tecnológico y por sobre todo, como resultado de la inestabilidad nominal que dificulta todo cálculo de rentabilidad de las ventas al exterior. Más allá del cariz macro de este fenómeno, hay un aspecto micro concomitante: la dramática reducción de empresas exportadoras, de acuerdo a los datos publicados por el Ministerio de Desarrollo Productivo. Así, en 2007 se registró un promedio mensual de 5.800 empresas con operaciones de exportación, número que luego entró en un tobogán descendente, hasta tocar mínimos en 2018, con un promedio mensual de 3.600 firmas registrando ventas al exterior. Desde entonces el número se encuentra estancado, sin contar la baja adicional a causa de la pandemia del Covid-19. 
Dos aspectos clave: por un lado, a nivel de las firmas, resultan obvias las ganancias productivas de la interacción permanente en mercados externos. En tanto que a nivel agregado, una mayor universalidad del fenómeno exportador plantea ventajas en materia de economías de escala sistémicas (mayor número de sistemas de apoyo, ya sea logístico, financiero y de asesoramiento), y genera un incremento en la visión proexportadora a nivel social, muy diferente a cuando las ventas al exterior se concentran en un limitado número de actores.

Foto: NA

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