15 de diciembre de 2024
Cristina Fernández compartió una reunión con Massa y Kicillof y asumió la presidencia del PJ en un acto sin gobernadores ni la CGT. Los desafíos de un peronismo fragmentado que buscará disputarle poder a Milei.
Encuentro en la UMET. Fernández junto a Germán Martínez, José Mayans, Lucía Corpacci y Ricardo Pignanelli.
Foto: NA
El peronismo atravesó una semana marcada por tres hechos importantes: el primero fue la cumbre del PJ bonaerense en Moreno, donde los actores más importantes del espacio se reunieron por primera vez en meses; el segundo fue la asunción de Cristina Fernández al frente del partido, en un acto sin gobernadores ni la cúpula de la CGT; y el tercero la expulsión del senador Edgardo Kueider, en una decisión que beneficia al kirchnerismo en el Congreso con la asunción de su reemplazante, la camporista Stefanía Cora. Cada evento tuvo su propio balance interno, con lecturas muy disímiles que dan cuenta de un clima que oscila entre amagues de unidad y gestos de distancia.
La mayor atención opositora estuvo puesta en el encuentro público entre Fernández y Axel Kicillof, que no habían compartido un acto desde hace tiempo, en una tensión que escaló rápido y tuvo su súmmum cuando Kicillof decidió no pronunciarse a favor de la candidatura de la expresidenta para el PJ. Si bien en el acto del lunes se buscó una foto de unidad, también quedó expuesto que la relación sigue rota y no hay signos de verdadera recomposición. La expresidenta se rodeó por Sergio Massa y la intendenta anfitriona, Mariel Fernández, con quienes charló sonriente y relajada. En una punta quedó Máximo Kirchner y en la otra Kicillof, con expresión seria, casi escondido detrás de un termo apoyado en la mesa. Así lo muestran las imágenes, elocuentes, difundidas desde el Instituto Patria.
Foto de familia incompleta
El trato entre la expresidenta y el gobernador fue frío. Acaso por eso, Kicillof puso como excusa algunas actividades de gestión para pegar el faltazo en la asunción de ella al frente del PJ el último miércoles en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET). Si bien Cristina centró su discurso en confrontar con Milei, su enojo con Kicillof se filtró en varios tramos, como cuando cuestionó a los dirigentes políticos convertidos en «militantes electorales», en sintonía con una queja recurrente que hacen en su mesa chica sobre el «apuro» del gobernador para posicionarse como candidato nacional en 2027. También cuestionó a «algunos compañeros de peronismo tardío», en una alusión que pareció dirigida a su exahijado político.
Además de Kicillof, decidieron ausentarse los pocos gobernadores que aún se referencian con el Instituto Patria: el pampeano Sergio Ziliotto, el formoseño Gildo Insfrán, el fueguino Gustavo Melella, el santiagueño Gerardo Zamora y el riojano Ricardo Quintela. Este último recibió un saludo especial por parte de la flamante titular del PJ, que da cuenta de su voluntad de extenderles la mano a quienes quedaron «dolidos» a partir de su decisión de desembarcar en el partido. El faltazo de la cúpula de la CGT –que integran Héctor Daer, Carlos Acuña y el recientemente incorporado Octavio Argüello– completó una foto de familia peronista con ausencias muy notables. Por eso, pese a que el acto buscó presentarse como el relanzamiento del partido bajo la conducción de Cristina, también resultó una muestra del grado de fragmentación opositora y la difícil tarea que tendrá por delante a partir de su mudanza a la histórica sede de Matheu 130.
El último jueves, la expresidenta tuvo una buena noticia en el Senado, donde finalmente se consiguieron con holgura los votos para expulsar a Edgardo Kueider. Que lo echaran de la Cámara resultaba fundamental para que Unión por la Patria (UxP) recuperara un voto que se les había fugado a raíz del acuerdo del exsenador con el Gobierno de Javier Milei.
Juntos pero no tanto. Reunión en Moreno: Máximo Kirchner, Sergio Massa, Cristina Fernández, Mariel Fernández, Axel Kicillof y Verónica Magario.
Foto: NA
La próxima batalla
Durante la extensa reunión en Moreno quedó planteado un tema que podría convertirse en la próxima gran discusión en el interior del peronismo: la posibilidad de desdoblar la elección en la provincia de Buenos Aires en 2025. Cristina Fernández se mostró tajantemente en contra y cuestionó a los gobernadores que en la última elección presidencial decidieron anticipar la votación en sus provincias al considerar que, de no haberlo hecho, su fuerza política podría haberse evitado la derrota nacional. Massa, si bien no fue del todo explícito, compartió la mirada de Cristina.
La coincidencia entre el massismo y el kirchnerismo dejará muy solo a Kicillof, que tendrá en sus manos la decisión final y, al menos hasta ahora, miraba con buenos ojos la posibilidad de desdoblar. El gobernador también recibe la presión de los intendentes que lo acompañan, que le insisten con anticipar los comicios para no quedar sujetos a la lapicera de Cristina. El argumento es claro: si bien el cambio de sistema nacional a la Boleta Única de Papel (BUP) obligará a que haya elecciones concurrentes –es decir, dos urnas en la Provincia–, un desdoblamiento les permitiría provincializar su campaña y despegarse aún más de los candidatos nacionales.
Los argumentos del Instituto Patria en contra del desdoblamiento también son atendibles. Además de la obvia ambición política de incidir en la campaña bonaerense, plantean dificultades concretas en el terreno operativo, porque la Justicia Electoral de la Provincia nunca organizó una elección, y el hartazgo de la gente que –de no derogarse las primarias– tendría que ir a votar cuatro veces en la Provincia. También aseguran que será negativo el hecho de «provincializar» la campaña. Así lo explicó a Acción un intendente del Conurbano que responde a Cristina: «Si se pone en juego la agenda bonaerense, van a empezar a transmitir casos policiales para instalar a la inseguridad como el principal foco de discusión. Los medios tienen una mirada muy negativa de la Provincia».
Lo cierto es que Cristina, al frente del PJ, buscará nacionalizar el discurso para convertir al espacio en una alternativa contra Milei. Si la provincia desdoblara, le dificultaría ese enfoque, porque necesita a un peronismo unificado en su gran bastión, un distrito clave por su peso electoral y simbólico para disputarles poder a los libertarios en 2025. La expresidenta ya planteó un horizonte: prometió que el PJ se abocará a formar cuadros (políticos y técnicos), informar, planificar, divulgar y organizar; y anticipó que en marzo presentará una «propuesta de trabajo» para el partido. Sobre el análisis de Fernández impera una convicción: el Gobierno de Milei está destinado al fracaso. Si bien aclara a todos sus interlocutores que eso no implica que termine antes de tiempo, compara al plan económico de Milei con un «yogur», porque es un producto con fecha de vencimiento.
Convencida de que el péndulo argentino le volverá a dar una chance al peronismo, Cristina dejó claro que buscará estar entre el elenco protagónico de los próximos años.