12 de junio de 2024
Amante de las carteras caras e insensible ante el hambre de los más necesitados, la ministra de Capital Humano se ha vuelto imprescindible para Javier Milei, por motivos que van más allá de la política.
Licenciada. La funcionaria estudió Ciencias para la Familia en la Universidad Austral.
Foto: NA
El 8 de junio fue un sábado infrecuente en la Quinta de Olivos. Allí, durante la mañana, ingresó la ministra de Capital Humano, Sandra Viviana Pettovello; lo hizo casi a hurtadillas y fue recibida por Javier Milei con visible ansiedad.
No era para menos, ya que culminaba la semana más dramática de su gestión, debido a desgracias de dominio público, y que la tuvieron justamente a ella en el ojo de la tormenta. Dicen que la reunión entre ambos se prolongó por cuatro horas. Y que el presidente, lejos de incurrir en recriminaciones que la hubiesen eyectado del Gabinete, le dio su voto de confianza, urdiendo seguidamente una estrategia para preservarla a toda costa en el cargo. Ocurre que él la necesita como un pez al agua, y por razones que van mucho más allá de la política. Un misterio que merece ser desentrañado.
En este punto, bien vale retroceder a fines de 2023.
Los periodistas que merodeaban el hall del Hotel Libertador cuando el entonces flamante presidente electo habitaba una suite del vigésimo primer piso se preguntaban quién era esa morocha de mediana edad, con los bordes de las cejas laboriosamente depilados y de cuyo brazo solía colgar una cartera Hermes Birkin (valuada en 15 mil dólares). Es que ella secundaba a Karina Milei en todas sus entradas y salidas. Quizás alguno la reconociera como una antigua productora de La Cornisa, el programa de Luis Majul. Pero no había ninguna otra pista sobre su identidad.
Hasta que, el 3 de diciembre (a solo una semana del arribo de Milei al Sillón de Rivadavia), el diario La Nación develó dicha incógnita con un título que, en perspectiva, resulta gracioso: «Sandra Pettovello: la amiga de Milei de carácter fuerte que manejará una caja intocable».
Así se supo que ella sería la titular de una megaestructura que sumaría los Ministerios de Educación, Cultura, Mujeres, Desarrollo Social y Trabajo.
Corazón partido
Lo cierto es que semejante noticia tuvo una derivación farandulera. Porque al famoso actor Pablo Rago le sorprendió sobremanera. Tanto es así que, al ser entrevistado por Catalina Dlugi en su ciclo radial, exclamó: «Lo único que me faltaba es tener una exesposa ministra de Javier Milei».
En efecto, durante la primavera de 1993 ambos se unieron en el santo sacramento del matrimonio. Pero resultó ser un amor mal avenido, puesto que a Rago le habían ofrecido un rol protagónico en la telenovela Inconquistable corazón, junto a Paola Krum. Y Sandra no tardó en olfatear algo extraño.
«Esta mujer nos va a traer problemas», les aseguró a sus amigas el día que su esposo le presentó a la actriz.
El flechazo entre ellos fue inmediato, el escándalo también. Y la pobre Sandra, por ser la víctima colateral de eso, fue impiadosamente asediada por la prensa chimentera. De hecho, en una entrevista al semanario Ahora, dio una muestra de su implacable intuición: «Antes de que comenzara la novela me imaginé que (Paola) podría tener una historia con mi marido. Lo intuí, lo presentí y hasta lo soñé».
Su matrimonio con Rago se disolvió a principios de 1994 con un sonado divorcio. A partir de entonces, la impronta mediática de la esposa despechada se extinguió como una vela al consumirse.
Ya se sabe que renacería tres décadas después, pero por otra razón.
En tal sentido, ya como ministra estrella del régimen libertario, su figura empezó a refucilar con desconcertantes luminosidades.
Basta recordar, por caso, la visita de Milei al Colegio Cardenal Copello –en su doble carácter de exalumno y primer mandatario–, cuando la cámara que transmitía el evento tomó un primer plano de Pettovello justo al lloriquear desde un asiento de la primera fila, emocionada por el discurso presidencial.
A todas luces, una escena sublime.
O, por esos mismos días, cuando fue televisada al disolver de mala gana una protesta en la entrada a sus oficinas, chillando: «Los que tengan hambre que se anoten con el DNI, y que vengan de a uno».
A todas luces, una escena no tan sublime.
Desde luego que, durante la última quincena, la verdadera naturaleza de su ser saltó a la superficie por dos –diríase– contratiempos: los alimentos sin distribuir entre sectores vulnerables en una situación de hambre, y la «caja» paralela para «ñoquis factureros», contratados por su ministerio con «retornos» del 12% en los pagos.
De manera que los dos escándalos más impactantes de la era libertaria están enlazados a su persona. Lo notable es que, sin un atisbo de vacilación, Milei se pronunciara en su defensa. Y –según se rumorea en la Casa Rosada– por una razón de peso: su temor atávico de no tenerla más a su lado; un pánico que, al parecer, él no disimula.
La pregunta, entonces, es: ¿qué significa ella en su existencia?
Presidente y ministra. Se conocieron en un canal de cable, pero lo que los unió fue el reiki.
Foto: NA
Vocación de servicio
Hay quienes afirman que Milei la conoció en algún canal de cable, a fines del lustro anterior, convocado por Sandra en su carácter de productora de TV. Sin embargo, fue el reiki lo que los unió. Se trata de una pseudoterapia sanadora que, mediante la imposición de manos, logra transferir la «energía vital» para así curar disfunciones físicas o mentales. Y él vivía flagelado por el dolor de espalda, con el cual somatizaba sus altibajos psicológicos. Pues bien, el asunto es que quedó inmediatamente subyugado por la personalidad de esa mujer, a la que, además, Karina miraba con buenos ojos.
De hecho, el reiki era solo un complemento de su formación polimorfa. Porque ella también exhibía una licenciatura en Periodismo por la Universidad de Belgrano (obtenida a los 35 años) y otra en Ciencias para la Familia por la Universidad Austral (obtenida a los 50 años), no sin un postgrado –online– en la Universidad Internacional de Cataluña. Cabe destacar que tal disciplina solamente se imparte en establecimientos del Opus Dei. Y que su CV incluye cursillos de autoayuda a rolete. Y que hasta solía presentarse como psicóloga, tal como consta en programas de TV a los que era invitada.
No es una exageración decir que Pettovello se convirtió en el ángel de la guarda del atribulado economista. Ella es su mejor amiga, su confidente y su contenedora emocional, al punto de que Karina –el arcángel de esta historia– confía plenamente en ella. Y el bueno de Javier no da un paso sin consultarla. De allí su dependencia casi toxicológica hacia este personaje.
En lo político, su único antecedente se remonta a 1987, cuando se afilió a la Unión de Centro Democrático (UCeDé), el ya olvidado partido de Álvaro Alsogaray, del cual solamente subsiste un sello. En 2021, uno de sus vetustos dirigentes le pidió que figure como vicepresidenta del espacio, sin otro fin que presentar una lista de candidatos legislativos. Ella aceptó y, desde ese instante, también «chapea» con eso.
Por otra parte, todo indica que el ofrecimiento de ocupar el estratégico ministerio de Capital Humano le llegó de sorpresa. Y sus palabras al respecto fueron: «Javier me lo propuso, y yo acepté sin pensar que llegaría tan lejos. Y tampoco sabía que allí iban a haber cuatro ministerios en uno».
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