Política | Cuatro décadas

La búsqueda interminable

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Gabriela Koolen

Desde 1984 el Equipo Argentino de Antropología Forense trabaja para recuperar e identificar restos de personas desaparecidas. Su actualidad y su historia.

En el terreno. El EAAF se creó en los primeros tiempos de democracia, a partir de un pedido de Abuelas de Plaza de Mayo y la Conadep.

Foto: Prensa EAAF

El hallazgo de restos óseos humanos en el predio del ex Centro Clandestino de Detención La Perla, en la provincia de Córdoba, pone el ojo nuevamente en la tarea que realiza el Equipo Argentino de Antropología Forense, una institución científica no gubernamental y sin fines de lucro que se dedica a aplicar metodologías y técnicas de diferentes ramas de las ciencias forenses para la investigación, búsqueda, recuperación, determinación de causa de muerte, identificación y restitución de personas desaparecidas. «La desaparición es un duelo inacabado, es la imposibilidad de hacer el traspaso emocional entre la vida y la muerte de una persona. Antropológicamente, el duelo está considerado como la única forma que tiene el ser humano de simbolizar ese traspaso entre la vida y la muerte: poder procesar, aceptar, cerrar una herida. La incapacidad de generar un duelo es una herida permanente. Por eso, la desaparición forzada está considerada un delito de lesa humanidad, es un delito que no termina, el duelo en un proceso de desaparición es continuado», dice Mariella Fumagalli, directora del Equipo de Antropología Forense (EAAF). 

Creado en los primeros tiempos de democracia, después de la última dictadura cívico-militar argentina, a partir de un pedido de Abuelas de Plaza de Mayo y la Conadep, hoy el EAAF cuenta con alrededor de 60 miembros y abarca diferentes áreas científicas como antropología, arqueología, medicina, biología, genética, física, arquitectura, informática y geografía. Todos ellas se ponen al servicio de buscar e investigar con el principio humanitario de acompañar y dar respuesta a las familias que buscan a sus seres queridos. A partir de su enorme experiencia, han sido convocados para trabajar, así como para formar profesionales y equipos, en diversos lugares del mundo. Hoy, su sede central se encuentra en Buenos Aires, pero también cuentan con una oficina en Nueva York y una representación en Ciudad de México.


Huellas que hablan
¿Qué se puede investigar a partir de restos óseos? Según Mariella Fumagalli, son muchas las marcas que, con una adecuada investigación, pueden permitir una identificación. En el caso de las desapariciones durante la última dictadura cívico-militar –una de las principales líneas de trabajo del EAAF–, la tarea del equipo ha sido y continúa siendo indispensable para identificar a los y las desaparecidas y para reunir pruebas que aportan a los procesos de justicia. «Desde los comienzos, el equipo trabajó con abuelas y familiares para tener información para la búsqueda. Por ejemplo, si se sabe que una persona sufrió la quebradura de un hueso a lo largo de su vida, o si hay información sobre sus características odontológicas o radiográficas, esto ayuda a establecer una hipótesis sobre a quién pueden pertenecer los restos», señala la directora del EAAF. Se trata de una tarea que avanza a través de la investigación y análisis de huellas y testimonios y en la que todavía hay mucho por hacer, como demuestra el reciente hallazgo de restos óseos en lo que fue el Centro Clandestino de Detención de La Perla, en Córdoba, donde el equipo trabaja desde hace aproximadamente 20 años. 

El esfuerzo genera sus frutos, y uno de ellos es «La Búsqueda», una herramienta fundamental creada y lanzada este año por el EAAF. Se trata de un micrositio de visualización de datos que permite explorar 91 sitios de exhumación y saber que 838 personas desaparecidas fueron identificadas sobre un total de 1.647 personas halladas. Además, las visualizaciones permiten conocer la edad de los desaparecidos identificados, la fecha de secuestro, la causa de muerte y la fecha de identificación. «El micrositio surgió de una necesidad de sistematizar información que teníamos: un acervo documental de todas las exhumaciones realizadas por el EAAF en estos 40 años de existencia. Esto nos sirve para tener un registro ordenado y una dimensión de lo que se hizo, y obviamente también para poder comunicar hacia afuera: que la sociedad civil, los organismos, los medios de comunicación, las autoridades judiciales o cualquier persona que quiera pueda saber qué se hizo en estos años», dice la directora del EAAF, quien señala que se siente muy orgullosa de esta herramienta, cuyo desarrollo llevó tres años de arduo trabajo. Hacer pública esta información, dice Fumagalli, es un deber con la sociedad. En este sentido, otra de las líneas en las que trabaja el EAAF es el Plan Proyecto Humanitario Malvinas, coordinado por el Comité Internacional de la Cruz Roja a partir de acuerdos entre Argentina y Reino Unido, que ha permitido identificar a 121 combatientes y dar respuesta a sus familias.


Unir recursos
«¿Cuántas desapariciones en democracia se producen desde el año 1983 a la actualidad? ¿Cuántos hallazgos de restos sin identidad? No lo sabemos. ¿Por qué no lo sabemos? Porque no existe un registro único de desapariciones en democracia, los registros son parciales, cada provincia tiene sus registros, la Ciudad de Buenos Aires tiene sus registros, la provincia de Buenos Aires tiene sus registros, pero no hay cruzamiento de esa información», señala la directora del EAAF Argentina, quien cuenta que desde 2016 la organización trabaja en casos de desapariciones en democracia. La aparición en una obra en construcción en Coghlan en mayo de este año de los restos de Diego Fernández Lima –un joven visto por última vez en julio de 1984– puso el foco en esta problemática. El caso cobró relevancia mediática a partir del dato de color de que el hallazgo fue en un terreno contiguo a una casa en la que había vivido durante un corto tiempo Gustavo Cerati. 

El primer paso para abordar las desapariciones en democracia, señala Mariella Fumagalli, es la creación de una base unificada, en la que el EAAF está trabajando a partir de la firma de convenios con organismos de distintas provincias. Se trata de reunir los registros que cada dependencia tiene y armar una base única de personas desaparecidas. Sin embargo, se necesita mucho más, y la voluntad política y la puesta en la agenda pública son también fundamentales. «Todo el sistema de Justicia tendría que actuar de manera ordenada y sistemática para generar registros únicos y actualizarlos, para tener una cifra y, principalmente, la historia, el contexto en el que la persona desaparece», explica Fumagalli, quien señala que las desapariciones en democracia pueden deberse a múltiples causas: desde casos de violencia institucional o femicidios hasta trata de personas. Sin embargo, en muchos casos son las deficiencias en el registro y la burocracia estatal las que impiden la identificación en tiempo y forma: una estimación etaria errónea de los restos hallados o una falta de cotejo entre organismos pueden ser clave. La escena del hallazgo de los restos es también fundamental, señala Fumagalli, dado que, si algo se modifica allí, hay información que ya no se puede recuperar. Es necesario, en este sentido, capacitar a agentes de Justicia y seguridad para abordar estas escenas y el ingreso de antropólogos en las morgues, por ejemplo, para poder avanzar en el tema.

La agenda mediática también marca un rumbo. La enorme difusión que tuvo, por ejemplo, el caso de Diego Fernández Lima en mayo pasado, hizo posible que su identificación se diera en tiempo récord. Sin embargo, además de la familia de Diego, con el hallazgo de sus restos se acercaron otras 20 familias que aún siguen sin encontrar respuestas. El EAAF comenzó a trabajar con ellas y Fumagalli hace hincapié en la angustia que genera no saber qué fue de un ser amado. «El actor principal en todo este derrotero son las familias. Una persona que se acerca al EAAF a brindar una muestra de sangre para la búsqueda de un ser querido está, de alguna manera, simbolizando que esa persona puede estar fallecida, porque nosotros buscamos entre los muertos. Es un proceso súper complejo y es una muestra de confianza que se acerquen, entonces esa relación tiene que estar basada en la confianza, en el acceso a la verdad y en el manejo de las expectativas. Uno tiene que ir informando qué es lo que está haciendo, cuáles son los pasos que se dan y ser muy, muy atento al manejo de expectativas», señala Fumagalli. Comenta que, al tratarse de una ONG, el EAAF trabaja de manera independiente y muchas veces es convocado por jueces locales que solicitan la investigación o el análisis de restos sin identidad que aparecen en diversos contextos, mientras que en otras ocasiones es la familia de la persona desaparecida quien convoca al EAAF como perito cuando las investigaciones están estancadas, o en casos complejos en los que surgen dudas o se perciben deficiencias en la investigación. Esta independencia genera también la necesidad de encontrar recursos para financiarse, algo que no suele ser sencillo. «Obviamente, en este contexto las cosas están complejas, pero siempre estamos buscando alternativas, no podemos dejar de trabajar porque las familias siguen esperando, necesitan respuestas», concluye Fumagalli.

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