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La motosierra no perdona

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Pablo Tassart

El Gobierno despedirá a 1.000 trabajadores, muchos de ellos imprescindibles para el funcionamiento del organismo. Riesgos para la sociedad. Qué dicen sindicatos y empleados.

En defensa propia. Reclamo de trabajadores en la sede el organismo, sobre la avenida General Paz, en la localidad de San Martín.

Foto: Gentileza trabajadores INTI

El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) será la nueva víctima de la ola de recortes lanzada por el Gobierno nacional en el sector científico ya que serán despedidos unos 1.000 trabajadores, entre personal administrativo, técnicos e investigadores. El aviso salió hace dos semanas desde la jefatura de Gabinete a los gerentes de la institución, los cuales ya anunciaron internamente que «la modificación de la estructura y reducción del 30% del personal es innegociable».

Además, el hecho –que pone en jaque el funcionamiento del instituto– derivó de lo grave a lo insólito: ante una reunión de las autoridades con los sindicatos ATE y UPCN a la que se le sumó espontáneamente un gran número de trabajadores que exigían respuestas, el gerente de recursos humanos Christian Rasmussen, recientemente incorporado por la nueva dirección, huyó atemorizado por una ventana para no dar explicaciones. Las pruebas se pudieron ver en diversos medios periodísticos al mostrar imágenes del mosquitero roto, lugar por el cual se habría fugado el gerente, quien además posee vínculos con el macrismo.

Según fuentes internas, el achicamiento ya fue confirmado en una reunión entre la Secretaría de Industria y los sindicatos, los cuales proponen un plan de retiros voluntarios. Sin embargo, dicho plan no fue tomado con agrado por el personal: «Nosotros somos los primeros en detectar una recesión industrial. Hoy irte de tu trabajo, es quedar en la calle», explicó Mariela, trabajadora del área de logística, quien no quiso dar su apellido por temor a represalias.

Además, aseguran que sería imposible que el INTI pueda trabajar con 1.000 trabajadores menos: «Ya venimos teniendo intentos de achicamiento de planta desde hace décadas; pero siempre tuvieron que reincorporar gente porque el instituto debe trabajar con esta cantidad». Asimismo, su reemplazo necesita años de capacitación para que cumplan correctamente sus tareas especializadas: «Hasta la persona que lava el material hay que capacitarla por dos años porque según los reactivos que utilice es la forma en que los tienen que manipular».

En todo el país

Por su parte, Jorge Schneebeli, exvicepresidente de la institución hasta diciembre de 2023 y actualmente en un cargo como investigador con 35 años de carrera en el área de mecánica, explicó que además de los despidos ya el instituto viene sufriendo recortes: «El presupuesto extendido del año pasado no es suficiente para el funcionamiento normal del instituto. Los insumos específicos, el mantenimiento de un organismo como el INTI con presencia en todo el país y con instalaciones complejas, requieren inversiones y actualización de los montos».

Estructura. Desde jefatura de Gabinete se anunció una reducción del 30% de administrativos, técnicos e investigadores.

Foto: Gentileza trabajadores INTI

Schneebeli explicó también cuáles son las funciones del organismo, destinado en un 80% a las pymes: «El INTI trabaja en el desarrollo industrial, pero también en la meteorología; quien lo dirige es un referente a nivel regional». Entre los proyectos desarrollados dio como ejemplo que «el año pasado la empresa Nutricia Bagó presentó un desarrollo hecho en Argentina para un alimento para tratar la epilepsia refractaria, cuando normalmente esto suele ser hecho en casa matriz en Países Bajos» y agregó que en general en el área alimentaria «es el responsable de desarrollar las referencias de calidad para todo lo que tiene que ver con la industria láctea. En Mendoza se trabaja mucho con la industria vitivinícola y en Salta con todo lo referente con acceso al agua». Además, el instituto se encarga de las certificaciones de la seguridad en parques de diversiones, ascensores, acero para la construcción y cemento, entre otros.

Sin control

El sentido político de la medida queda también al descubierto al saberse que la gerencia rechazó una propuesta de los trabajadores de achicar el número de cargos jerárquicos creados innecesariamente en épocas del menemismo: «De esta manera se reduciría el 30% que ellos buscan, pero en la masa salarial. Sin embargo, nos dijeron que no. Que ellos quieren ese número en cantidad de personas», aseguraron exdelegados de ATE.

Las alarmas en los gremios ya se habían encendido al ver que en la Ley Bases no se incluía al instituto tecnológico en el listado de entidades exentas de disolución o privatización. Ante esto realizaron una presentación en el Senado donde explicitaban los riesgos que esto conlleva para el país: «Las empresas podrían contaminar sin control del Estado; los ensayos y certificaciones que hoy hace el INTI podrían pasar a manos privadas; se podría permitir la comercialización de productos importados de baja calidad y con riesgo para la salud (juguetes, pilas, lámparas, entre otros)».

La idea de achicar el INTI viene de larga data. Ya en 2018 el Gobierno de Mauricio Macri lo había intentado al despedir a 250 trabajadores en un primer momento, con un objetivo de fondo casualmente similar: que se trabaje con unas 1.600 personas, siendo que en 1989 tenía 1.800 con presencia en solo 8 provincias y ahora está en las 24 y con muchas funciones más, como por ejemplo haber logrado en 2005 que los controles de calidad industrial pasen de la cartera de comercio al ente industrial.

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