4 de enero de 2025
Su larga trayectoria deja una huella en el periodismo argentino. Desde el impulso inicial para abrir nuevos caminos en la comunicación a su integración como vocero principal del grupo empresario más poderoso del sector.
El 26 de mayo de 1987 fue un día importante para el periodismo argentino. Con una modesta tirada de 10.000 ejemplares y 16 páginas que en pocos meses serían 32, nacía un diario que en los preparativos iniciales no estaba pensado para tener más de 12 y pretendía convertirse en un boletín contrainformativo. Desde el principio exhibió características que lo diferenciaban de los medios tradicionales. Inspirado en el francés Liberation, exhibía un estilo propio, un lenguaje literario, abundancia de crónicas, extensos análisis y una línea editorial claramente progresista. Sus portadas, en las que descollaba un pequeño cuadro con el humor de Daniel Paz y Rudy, se basaba en titulares sarcásticos, con juegos de palabras y citas de frases significativas o sorprendentes. Un estilo desacartonado que influyó en el resto de los medios y marcó un cambio en el periodismo argentino. Al frente del equipo editor estaba Jorge Lanata, un impetuoso y ambicioso joven de 26 años, que se había iniciado en el periodismo como redactor de los informativos de Radio Nacional, por entonces bajo el férreo control de José López Rega y sus adláteres.
Lanata, como él mismo reconocía, no tenía la menor idea de cómo se hacía un diario, pero se rodeó de expertos profesionales como José María Pasquini Durán, Alberto Dearriba y Rubén Furman. Su antecedente más cercano como editor había sido su paso por el semanario El Porteño, donde comenzó como colaborador y cuando se constituyó la cooperativa que empezó a administrarlo para evitar su cierre, se impuso con vehemencia al Consejo que integraba e instaló su personal concepción que terminó siendo admitida por sus compañeros que lo consideraban un trabajador incansable, arrollador, pero también un solitario incapaz de subordinarse a lo colectivo.
Página/12 fue creciendo montado sobre una temática que privilegiaba la denuncia de los negociados y la corrupción menemista, la defensa incondicional de los derechos humanos y de la democracia amenazada por las algaradas protagonizadas por un sector de las fuerzas armadas. Sin embargo, Lanata, según Eduardo Blaustein, autor del libro Las locuras del Rey Jorge en el que intenta un retrato del personaje, afirma: «Siempre busqué con particular atención qué decía George tras cada acto electoral y solo encontré como regla general textos breves, más bien pobres, a veces resueltos apenas en el pirulo de tapa. En mi interpretación, esa ausencia de densidad y extensión (siendo tanto lo que escribió sobre tantas cosas) habla de su poco interés por la política en serio, por la política como proceso histórico, colectivo y complejo».
Tras siete años de actividad en el diario –que alguna vez llegó a vender 100.000 ejemplares–, Lanata se retiró para encarar una nueva aventura: un semanario distinto, centrado en las denuncias sensacionales y con su marca distintiva: la ironía. En Veintiuno, que al año siguiente se llamó Veintidos y luego Veintitres, podían encontrarse chimentos del mundo del espectáculo, largas notas de sociedad y agudas entrevistas. Incluso llegó a contratar un camión con una tonelada de tierra de Anillaco, para obsequiar a sus lectores en pequeñas bolsitas. La redacción era más heterogénea, pero se había llevado a muchos de los redactores de Página/12.
Sintonía. En su ciclo en Radio Mitre entrevistando al expresidente Mauricio Macri.
Foto: NA
Cierres traumáticos
Su última incursión en la gráfica fue la creación del diario Crítica de la Argentina, que inició su actividad el 2 de marzo de 2008 y, tras el éxito de sus primeras ediciones, las ventas se fueron desmoronando. Lanata abandonó el cargo de director, pero mantuvo su columna. Según sus propias palabras, había tenido «diferencias» con el empresario español Antonio Mata, el accionista mayoritario, quien más tarde sería investigado y acusado por administración fraudulenta en la causa por el vaciamiento de Aerolíneas Argentinas. Decenas de periodistas fueron despedidos tras la quiebra de la publicación. Algo similar había sucedido cuando cerró la efímera agencia Data 54.
La actividad de Lanata en radio fue exitosa. Realizó investigaciones en el programa de Eduardo Aliverti Sin Anestesia durante la transición democrática y en la Rock & Pop condujo Hora 25, Rompecabezas, Lanata PM en la AM 1030, entre otros, y finalmente Lanata sin filtro en Radio Mitre. En la pantalla chica hizo Día D y varios programas de menor importancia, hasta culminar en el ciclo de Canal 13, Periodismo para todos (PPT), que se constituyó en un suceso de alto rating, donde desplegó una irónica agresividad. Sus condiciones de showman le permitieron incursionar también en el teatro de revistas. Además, escribió decenas de libros y produjo varios documentales, lo que habla de su capacidad de trabajo.
Un hecho sorpresivo para algunos fue su conversión al neoliberalismo que comenzó a manifestarse en los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner y se profundizó en los de Cristina Fernández. Su ingreso al Grupo Clarín, al que había fustigado duramente, lo explicó diciendo que fueron ellos los que decidieron contratarlo y por lo tanto él le ganó al Grupo. Durante su extensa carrera recibió decenas de premios Martín Fierro y otros de distintas organizaciones, entre ellos el «Premio a la Libertad», otorgado por la Fundación Atlas para Una Sociedad Libre, de la cual es miembro y que promociona el libre mercado. También participó de charlas y debates organizados por la ONG liberal Fundación Libertad.
Su muerte, a los 64 años, no pudo eludir la «grieta» que él mismo definió al recibir un premio Martín Fierro. Amado por quienes antes lo detestaban y detestado por quienes antes lo amaban, lo innegable es que Jorge Lanata ocupará una página importante en la historia del periodismo argentino.