Política | LAS FUERZAS DEL CIELO

Semillas de violencia

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Daniel Vilá

Con la presentación en sociedad de una organización paraoficial que plantea discursos de odio se puso en evidencia el avance de espacios autoritarios. Entre las redes y las candidaturas.

San Miguel. Acto de lanzamiento de la autodenominada «guardia pretoriana» de Milei.

Foto: @LafuerzadeMilei

La banda de trols que comanda Santiago Caputo parece dispuesta a ganar protagonismo a cualquier costo. Así, sus componentes abandonaron por un rato la red X, sede de sus escaramuzas que suelen confundir con «batalla cultural», para reverdecer la iconografía fascista de la década del 30. En un teatro de la localidad de San Miguel, contratado por los hermanos De la Torre, que otrora fueran caudillos justicialistas, después referentes del macrismo y por último dirigentes de La Libertad Avanza, Daniel Parisini, alias el Gordo Dan, presentó en sociedad «Las fuerza del cielo», agrupamiento al que no vaciló en definir como «el brazo armado de los libertarios».

«Argentina será el faro que ilumina el mundo», rezaba la bandera que presidía el encuentro, una sentida evocación de la residencia veraniega del Duce en la región de Emilia Romagna, construcción medieval que poseía un faro cuya luz se encendía cuando Benito Mussolini se encontraba en el lugar. Otras tenían inscripciones tales como «propiedad», «libertad», «patria», «Dios» y «familia».

En su alocución saludada por la concurrencia con soeces consignas que eludían el habitual recurso de la rima, el referente de la milicia digital, secundado por sus lugartenientes Agustín Laje y Agustín Romo, añadió otra definición problemática: «Somos la guardia pretoriana de Javier Milei», dijo. Seguramente ignorando que ese término se asocia con la intriga, la traición y los asesinatos, ya que sus integrantes, que tenían como función en la antigua Roma proteger a los emperadores, fueron ganando poder paulatinamente, al punto de convertirse en crueles mercenarios que dieron muerte a por lo menos tres de ellos: Calígula, Galba y Vitelio.

Pero otra de las expresiones de Parisini, vertidas en el mismo acto, proporciona indicios claros de que la banda tiene también otros objetivos menos heroicos: «Con las redes no alcanza. No hay que tenerle miedo a la política, debemos contar con nuestros propios candidatos para llenar las listas, construir nuestros propios dirigentes, nuestros defensores en la gestión como en la batalla cultural», afirmó.

Si bien en el ámbito político hay coincidencia en que se trata de un grupo de marginales, la discrepancia consiste en determinar cuál es su proyección. Mientras algunos observadores insisten en que «no hay que dar por el pito más de lo que el pito vale» y encuadran la institucionalización de la banda dentro de la caótica disputa interna de La Libertad Avanza, otros sostienen que aun cuando sean la caricatura de una milicia, su peligrosidad deviene de que están asociados con grupos violentos como KFC (Kiosco, Falopa y Coquita), que han promovido destrozos en los sitios de la memoria, amenazas a distintas personas solo por haber manifestado adhesión al feminismo, difusión de direcciones de domicilios y teléfonos e incluso fotos de las casas de sus enemigos en las redes –lo que demuestra la participación operativa de los servicios de informaciones– y, más recientemente, en Mendoza, protagonizaron agresiones a geólogos del Conicet. Todo ello agravado porque muchos de los miembros de «Las fuerzas del cielo» son funcionarios del Gobierno.

Referente. Daniel Parisini es médico, conocido tuitero (@GordoDan) y conductor de un programa en la señal de streaming Carajo.

Foto: @FuerzasDel Cielo

Farsa y tragedia
No sería la primera vez en la historia argentina que un conjunto de estas características encuentra un espacio propicio para crecer y desarrollarse con el patrocinio de parte del poder político y económico. Ya en los primeros días de 1919, cuando se desarrollaban las huelgas que culminarían en la Semana Trágica, un grupo de jóvenes de «las mejores familias» comenzaba a reunirse en la confitería París para exigirle «mano dura» al Gobierno radical de Hipólito Yrigoyen con el fin de frenar el «torrente revolucionario» y someter a los trabajadores a la obediencia. Las reuniones continuarían luego en los confortables salones del Centro Naval donde recibieron la bienvenida del ultramontano almirante Manuel Domeq García y su colega, el contralmirante Eduardo O’Connor, quienes se comprometieron a instruirlos militarmente. Esta particular congregación que al principio tenía un carácter inorgánico se constituyó oficialmente como Liga Patriótica Argentina bajo la presidencia provisional de Domeq García hasta que los brigadistas eligieron como sustituto a Manuel Carlés.

El historiador Felipe Pigna la define con precisión: «La Liga preanuncia los que serán los elementos fundamentales del nacionalismo elitista argentino: autoritarismo, rechazo a la inmigración extranjera, antisemitismo, admiración por las fuerzas armadas, patriotismo fanatizado, anticomunismo. Se hará famosa por sus actividades paramilitares, especialmente por sus ataques a barrios obreros, la quema de bibliotecas populares, sindicatos e imprentas. La mantenían con importantes donaciones “las mejores familias”, cuyos jóvenes integraban, manejando los coches de papá, los grupos de choque. El entrenamiento lo daban militares de alta graduación y el “auxilio espiritual”, algunos miembros de la jerarquía eclesiástica».

Transcurridos muchos años aparecieron otras organizaciones violentas como la Alianza Libertadora Nacionalista o Tacuara, que sufrieron fraccionamientos y mutaciones ideológicas. Pero en 1971, durante la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse, se creó una agrupación «estudiantil» que actuaba en la Universidad de Mar del Plata denominada «Concentración Nacional Universitaria» (CNU) que en 1974 sería uno de los pilares de La Triple A, una asociación paramilitar que cometió miles de asesinatos bajo la conducción intelectual del entonces ministro de Desarrollo Social, José López Rega. El brutal debut de la CNU se produjo el 6 de diciembre de 1971, cuando en el transcurso de una asamblea sus esbirros asesinaron a la estudiante de 18 años Silvia Filler.

A más de 40 años de la restauración de la democracia, un mal día surgieron los exacerbados integrantes de Revolución Federal, ocupados en destrozar móviles televisivos, exhibir horcas y féretros como advertencia a sus odiados «kukas» y los «copitos», un grupete de lúmpenes que intentaron asesinar –y casi lo logran– a la expresidenta Cristina Fernández. Falta revelar todavía quiénes financiaron estas actividades y quiénes movieron los hilos de las marionetas, aunque existen fundadas sospechas sobre el particular.

Es cierto que estos personajes que ahora preocupan no están ni remotamente en condiciones de reproducir la Marcha sobre Roma, pero no lo es menos que lo que hoy aparece como una farsa, si no se toman precauciones a tiempo, puede convertirse en una tragedia.

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