23 de diciembre de 2023
Con Milei y Lula en el poder podría invertirse la relación que tuvieron Fernández y Bolsonaro. Perspectivas de la nueva etapa en la mirada de los analistas.
Desafiantes. Los líderes de ultraderecha, en el acto de asunción del presidente argentino, el pasado 10 de diciembre.
Foto: Getty Images
Brasil es el principal socio de Argentina, por razones económicas, políticas y estratégicas. China lo viene alcanzando o superando a veces en materia comercial; pero como vecino, mayor economía latinoamericana y por lazos históricos, Brasil es el más gravitante para la diplomacia argentina.
Los primeros líderes de las democracias recobradas hace 40 años, Raúl Alfonsín y José Sarney, comprendieron en profundidad ese vínculo, que debían rehacer tras décadas de recelos militares e hipótesis de guerra. Por eso lo comercial fue entonces subsidiario de otros acuerdos políticos, de paz, incluso de mutua comprensión del desarrollo nuclear que ambas naciones seguían. Con el tiempo, ese fue el germen del Mercosur, que atravesó etapas más profundas e integradoras en tiempos del alfonsinismo, el kirchnerismo y el petismo brasileño (aunque con déficits o a veces más voluntaristas que efectivas).
El de Javier Milei, alineado como dijo estar a Estados Unidos y al anacrónico y falso «mundo libre», desmerece esa historia, tributa a tradiciones ajenas a la integración latinoamericana, a la idea de soberanía, de independencia o de desarrollo nacional/regional. Quizá con el presidente Lula y Milei se repita, invertida, la relación que Alberto Fernández tuvo con Jair Bolsonaro, aunque guardando las formas.
Acción dialogó con varios analistas, dirigentes y diplomáticos sobre la perspectiva de esta relación clave.
Eduardo J. Vior, doctor en Ciencias Sociales que vivió algunos años en Brasil, dijo que «para Argentina la integración con Brasil es esencial. No podremos alcanzar nunca una sociedad de bienestar con equilibrio y justicia social sin la unidad de América Latina y el Caribe. La integración con Brasil, en primer lugar la política, es el comienzo indispensable de ese proceso». Y agregó: «Los insultos que Milei profirió en campaña contra Lula son la manifestación más crasa del racismo colonial que caracteriza a la oligarquía argentina. Siembra la cizaña y busca la fragmentación del continente, para que sea más fácilmente dominable por el imperialismo norteamericano y el colonialismo británico. Por eso no se los debe tomar a la ligera ni reducirlos al alineamiento de Milei con Bolsonaro. Es expresión de la idea mitrista de un país-puerto sin pueblo ni nación».
Milei llamó «ladrón» y «comunista furioso» al mandatario brasileño, y así Lula no vino a la jura presidencial del libertario y envió a su canciller, más allá de que la ministra de Relaciones Exteriores argentina, Diana Mondino, y el embajador en Brasil, Daniel Scioli, trataron de apaciguar los ánimos con una gestión y una carta de invitación llevada a Brasilia. Según el exvicecanciller argentino Alberto D’Alotto, el nuevo Gobierno argentino «plantea interrogantes de importancia» respecto de los lazos con Brasil, en especial por los dichos de campaña de Milei, «peyorativos e insultantes» hacia Lula y «discrepantes con la existencia misma del Mercosur», así como la presencia de Bolsonaro en la jura, «una ofensa gratuita» al presidente Lula.
«Mantener buenas relaciones con un país no es lo mismo que plantearse una asociación estratégica», agregó. Luego, D’Alotto se preguntó: «¿Desea Milei concentrarse solo en promover el comercio bilateral y las inversiones pero desacoplar a la Argentina de Brasil en la cooperación política en la ONU, el G20 y en distintas instancias regionales? Las manifestaciones de Milei y de su canciller van, en un sentido muy distinto, hacia un fuerte alineamiento con EE.UU., por lo que es de suponer que no habrá un mayor diálogo en el ámbito multilateral y ha quedado descartada la incorporación argentina a los BRICS, ámbito en el que Brasil propiciaba el ingreso de nuestro país».
El diplomático se preguntó si «seguirá vigente» la iniciativa de construir y lanzar un satélite conjunto (el SABIA-Mar B), una estructura crediticia para la construcción del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner o el estímulo a coordinar y fortalecer la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur con miras a mantener el área como zona de cooperación libre de conflictos extraregionales, como planteaban esos acuerdos.
Larga historia
Javier Vadell, profesor en la Universidad Católica de Minas Gerais e investigador de CLACSO, cree en cambio que «hay un giro al acomodamiento pragmático de Milei hacia el Gobierno brasileño tras la campaña. No veo que la relación se vaya a perjudicar en lo fundamental. La continuidad de Scioli como embajador, quien supo acomodarse a las tensiones pasadas cuando Bolsonaro y Fernández eran presidentes, es síntoma de ese giro. Hay una fuerte dependencia del comercio argentino con Brasil, no puede cambiar tanto. Y en cuanto a alineamientos internacionales, más allá de la proximidad de Milei con el bolsonarismo, en la derecha internacional hay muchas diferencias entre sus líderes. Milei es muy atlantista, por ejemplo, y otros de ese espacio no. No veo algo sólido en ese aspecto ideológico que pueda ser determinante en el lazo Argentina-Brasil».
A su turno, el peronista Eduardo Valdés, expresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de Diputados, indicó: «No es posible pensar a la Argentina en el mundo sin una asociación con Brasil, y viceversa. En 1902 el canciller brasileño Barón del Río Branco imaginaba los Estados Unidos del Sur, para imitar de algún modo el carácter bioceánico que tenía Estados Unidos de Norteamérica y era, para él, un dato clave para el desarrollo. De ahí en adelante nuestros países fueron logrando una integración importante, y es un error muy grande de Milei el haber subestimado a Lula y comprometer la relación invitando a su asunción a su adversario vencido, Bolsonaro. A corto plazo, no veo que se pueda mejorar mucho, pero lucharemos cada día porque la relación con Brasil es indispensable para nuestra economía e industria».
María José Haro Sly, socióloga y politóloga por la Universidad Federal para la Integración de América Latina (de Brasil) y doctoranda en la universidad Johns Hopkins de los Estados Unidos, expresó por su parte que «si en 2000 Argentina representaba el 12% del comercio de Brasil, eso hoy cayó a 4%. Brasil sigue como primer socio nuestro y responde por más del 16% de comercio, pero la participación argentina en el comercio brasileño bajó sustancialmente», en parte desplazada por China. En un comercio donde más del 30% lo explican las automotrices, pareciera así que «Argentina necesita mucho de Brasil, pero no al revés –dijo Haro Sly–. Lula ha sido un gran defensor de la integración regional y la necesidad de converger en un camino de unidad Latinoamericana que permita negociar con socios extrarregionales, incluidos China y EE.UU. Tiene plena consciencia de la imposibilidad de cooperar en esa línea con el Gobierno de Milei».
Brasilia. Los cancilleres Diana Mondino y Mauro Vieira. Detrás, el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli.
Foto: NA
Idas y vueltas
Un tema urticante en la futura relación bilateral es el posicionamiento respecto del grupo BRICS, que forman Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y que a fines de 2023 fue ampliado a seis nuevos miembros, entre ellos Argentina. Sin embargo ahora Milei rechazó el convite. En este sentido, Eduardo Crespo, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) señaló que «Brasil tomó esa noticia de rechazo al BRICS pésimamente, porque Argentina había ingresado básicamente por el empuje brasileño, más que por mérito propio. Lo toman como un rechazo a ser socio de Brasil en una negociación internacional». Según el economista, «el vínculo no se va a romper, negocios son negocios, y el rol de Scioli será el de quien concierta o arregla los platos rotos, con una relación cordial. Pero entre gobiernos, viene un distanciamiento total. Pasará igual que cuando en Brasil gobernaba Bolsonaro. Creo que a mediano y largo plazo se acomodarán las piezas».
Finalmente, Fernanda Paixão, corresponsal para medios de Brasil en Argentina, cree que «en términos generales, lo que se observa es que la relación bilateral y diplomática con los principales socios comerciales de Argentina no debe ser afectada, pues Milei viene haciendo movimientos más pragmáticos luego de la campaña. Por ejemplo renovó el swap con China tras decir que no negociaría con “países comunistas”, China y Brasil incluidos. Ya tuvimos la experiencia de un Gobierno de extrema derecha y uno de signo más progresista en Brasil y Argentina, respectivamente, y las relaciones diplomáticas no fueron del todo afectadas, en gran parte por un trabajo cercano y dialoguista del embajador Scioli en el Gobierno anterior, y él sigue en funciones».
De acuerdo con la periodista brasileña, «eso permite esperar cierta continuidad de las buenas relaciones diplomáticas entre ambos países, importantes socios comerciales».