3 de junio de 2024
Docentes, padres y referentes de organizaciones que ayudan a personas adictas a juego advierten sobre un fenómeno que crece y afecta gravemente la vida de chicos y jóvenes.
Alarma. los niños acceden a las plataformas a edades muy tempranas, en medio de un vacío legal.
Foto: Shutterstock
El fenómeno entre chicos y adolescentes de las apuestas online no es nuevo. En 2012, relevamientos entre alumnos de escuelas medias públicas y privadas de CABA, llevados a cabo por el entonces denominado Instituto de Juegos de Apuestas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, indicaban que el 21% de los adolescentes y jóvenes encuestados había apostado dinero en juegos online al menos una vez durante ese año y que el 42% utilizaba estos juegos todos los días. Actualmente, datos del Observatorio de Adicciones y Consumo de la Defensoría de la Provincia de Buenos Aires señalan que 7 de cada 100 personas en la Argentina (el 6,7%) padecen juego compulsivo (1,5%) o problemático (5,19%). Las alarmas están presentes entre padres y docentes que ven que las apuestas son moneda corriente entre los chicos y jóvenes, en las aulas, en todo momento y sin distinguir clases sociales. Recientemente se presentaron varios proyectos legislativos a nivel nacional y provincial que buscan regular la publicidad y promoción de los juegos de azar y apuestas en línea para prevenir conductas adictivas, prohibiendo el sponsoreo en todas sus plataformas, incluso camisetas de fútbol, eliminando bonos de bienvenida y la exposición a publicidad a menores de edad.
Acción conversó con especialistas, profesores, familiares y también con Jugadores Anónimos, quienes aseguran que el fenómeno crece a pasos agigantados y entrampa a niños y jóvenes en tiempo récord. «Hoy la mayor demanda de asesoramiento y ayuda la tenemos en los colegios. La carrera de juego de los chicos que apuestan online es mucho más rápida, después de seis meses de venir apostando el deterioro es total, porque el celular y la computadora funcionan sin horarios», asegura Miriam B. (59), jugadora compulsiva en recuperación e integrante de Jugadores Anónimos (11 4412-6745) desde hace 18 años.
Miriam también hace foco en las edades de los chicos y jóvenes que presentan una conducta problemática respecto del juego. «Hasta hace pocos meses atrás, dábamos acceso (en los grupos terapéuticos) a chicos mayores de 18 años, hace más de 90 días habilitamos un grupo para chicos muy pequeños, de 14 años, esto es un problema porque esta es una enfermedad, la tenés por 24 horas, con lo cual les cuesta a los chicos entender que no van a poder jugar online, porque son niños».
Un legado de la pandemia
Según refiere en diálogo con Acción Silvina Pedrouzo, pediatra y presidenta de la Subcomisión de Tecnologías de Información y Comunicación (TICS) de la Sociedad Argentina de Pediatría, las apuestas online crecieron durante la pandemia por covid-19, al calor del aumento del uso de las redes, muchas veces inapropiado y con menos supervisión por parte de los padres. «Estas fueron las únicas formas para relacionarse, escolarizarse y jugar. Además, los chicos acceden a plataformas de apuestas a edades muy tempranas. En Argentina estamos viendo que es a partir de los 12 años, principalmente varones, en medio de un vacío legal. Con la falta de regulación entran falseando datos de nacimiento, con el aditivo de que estas plataformas tienen bonificaciones para el ingreso», subraya.
Pedrouzo aclara a Acción que no todo chico que juega ocasionalmente en una apuesta online va a terminar con comportamiento problemático. «El adolescente es vulnerable de por sí, porque está pasando procesos de cambios socioafectivos, hormonales, físicos, madurativos, y su cerebro tiene mayor sensibilidad a las recompensas y escasa madurez para controlar los impulsos, eso hace que tengan mayores posibilidades de atravesar situaciones de riesgo. A su vez, cualquier chico que sufre la falta de contención está atravesando una situación que lo hace más vulnerable aún, si a esto se le suma cierta predisposición genética, puede ser víctima de una adicción, pero se tienen que dar todos estos factores», explica.
Según amplía la médica psiquiatra Verónica Mora Dubuc, presidenta del Capítulo de Investigación en la Asociación de Psiquiatras de la Argentina (APSA) y miembro del Capítulo de Juego Patológico de la misma institución, en la consulta clínica cada vez son más las personas que vienen o que son traídas por problemas con el juego. «En general, las familias tardan en darse cuenta de que esto está pasando, lo hacen tal vez cuando el fenómeno está muy instalado. Por mi experiencia, cuando los padres advierten el comportamiento problemático en relación con el juego apuesta online, tal vez pasaron años. Hay signos tales como que el chico no quiera sentarse a comer a la mesa, no querer cortar el uso del dispositivo, que empiece a tener bajas notas, que falte al colegio, que esté irritable, tenga insomnio o cambie de amigos, todo esto es una alerta», sostiene. La especialista advierte, además, que docentes y preceptores no logran que los alumnos apaguen los dispositivos en el aula.
Apostar en clases
María Graciela Alegre es docente en el partido de Esteban Echeverría de Política, Derecho y Trabajo ante chicos de entre 16 y 19 años, y le detalla a Acción que fue a partir de 2023 que notó que los adolescentes apostaban durante la clase. «Estoy marcando todo el tiempo el uso del celular en clase y me dicen “pará que ya gano”. Al principio, pensaba que eran videojuegos, pero no, estaban jugando al casino, apostando por equipos de fútbol, ahora está muy presente el escaneo del iris que pagan en criptomonedas que luego usan para jugar online, es como un círculo vicioso. Empecé a preguntarles a ellos sobre el tema, desde mi ingenuidad. Así me cuentan que, para poder entrar al sistema, si sos menor, precisás de alguien que te respalde, bien con la tarjeta de Mercado Pago o con otro plástico cualquiera, y acá viene el problema, porque no hay límites, usan la tarjeta de la madre, del padre, llega un momento que apuestan tanto que tienen mucha deuda. Hemos tenido varios casos de chicos que quisieron terminar con su vida por esto; cuando les pregunto a mis alumnos qué pasa si se les va de las manos y se endeudan me responden: “Ahí te tenés que pegar un corchazo, profe”, es terrible».
Juan Ponce se desempeña como profesor de Literatura en escuelas del sur del Conurbano bonaerense y conoce de cerca el contexto de muchos adolescentes que apuestan online. «Los chicos hablan de elegir una carrera por el dinero que van a ganar, siempre acomodado al horizonte que ven. Si tienen una casa donde no hay un trabajo en blanco, sueñan con eso, algunos quieren ser policías, otros gendarmes, escanearse los ojos les parece una gran cosa, una salida, 100.000 pesos les parece un montón de dinero, en la inmediatez, es importante que venga el dinero no importa de dónde, son acríticos, por eso es importante llamarlos a la reflexión, pero si la sociedad los alienta a que todo vale con tal de conseguir dinero, los bombardean además con publicidad, no hay regulación y también les ofrecen bonificaciones, es todo dulce; ellos creen, además, que vencen al sistema porque falsean su edad en un formulario online, pero la realidad es que son los más indefensos en la sociedad, tenemos que protegerlos», advierte el docente.
«Este flagelo hunde familias»
Sol es mamá de un joven de 23 años que comenzó con las apuestas online a los 21, algo que parecía inocente, pero que se convirtió en un «calvario».
«Cuando detecté los primeros signos, fue hace dos años, mi hijo tenía 21 años. Estábamos saliendo de la pandemia y él empezó casi inocentemente a hacer apuestas deportivas, de fútbol. Todo lo hacía por medio del celular, eran apuestas online. Como madre desconocía sobre el tema, no tenía ni idea. Al principio eran pequeñas sumas de dinero, apostaba los fines de semana y después se fue haciendo cada vez más frecuente, hasta que empezó a pedir préstamos a Mercado Pago, después no tenía un peso del sueldo, también le pedía prestado a sus amigos y a los amigos de mi hijo menor. Esto fue una alerta, porque las apuestas eran mayores y en casinos online, lo que le transfirieras lo usaba para apostar –cuenta Sol–. Mi hijo siempre fue muy sociable, tiene muchos amigos y de pronto se empezó a aislar, se quedaba encerrado en casa jugando con el celular, después se quedó sin trabajo y todo empeoró. Empecé a hablar con todos sus allegados para que no le habiliten dinero, yo le compraba la comida, los cigarrillos, no le daba plata para que no apostara. Hace dos meses fue la eclosión, hablamos, le dije que tenía un problema y que debía frenar porque iba a empeorar, nos iba a llevar puestos a todos», le relató a Acción. Esta madre contó que al comienzo su hijo se resistió y se enojó, pero luego aceptó ir a terapia individual. Actualmente, ella integra el grupo de familiares de Jugadores Anónimos (JA) (11 4085-8996), y espera que pronto el joven también forme parte de un grupo de JA, para poder estar acompañado.
«Hay muchas personas afectadas, lo veo cada vez que nos conectamos por videollamada, es un calvario, al comienzo lo sostenés porque es tu hijo, porque sentís miedo, vergüenza, terminás siendo codependiente; hace falta regulación sin dudas, el bombardeo publicitario es constante, hay niños con intento de suicidio, este flagelo hunde familias», concluye Sol.