6 de marzo de 2024
Violencia simbólica, verbal y medidas de ajuste en organismos del área marcan la relación del Gobierno con las personas con Síndrome de Down y sus familiares. Los posteos del presidente.
Andis. El Gobierno rescindió los contratos de 160 trabajadores, aduciendo que «había superposición de actividades».
Foto: Enrique García Medina
No fue solo el posteo en la red social X que difundieron sus usuarios y en la que se podía apreciar una captura de imagen en la que figuraba el jefe de Estado dando un «me gusta» respaldatorio a una publicación donde se podía apreciar al gobernador de Chubut, Ignacio Torres, graficado con rasgos semejantes a los de una persona con síndrome de Down. Pocos días después, se rescindían los contratos de más de 160 trabajadores, muchos de ellos y ellas con alguna discapacidad, de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) bajo el argumento de que «no iban a trabajar o no podían justificar sus labores y en otros casos, había superposición de actividades». Parece que hay personas a quienes la diversidad, de cualquier tipo, les genera un rechazo difícil de ocultar. «El presidente no fue partícipe de semejante aberración», «Eso entiendo que no ocurrió», decía el vocero presidencial, Manuel Adorni, consultado por el «me gusta» de Milei al posteo sobre Torres. Negar la realidad para defender lo indefendible, hacerle creer a toda una sociedad que está desquiciada, vio mal o entendió peor y está ciertamente equivocada –en una suerte de gaslighting (manipulación psicológica de una persona para hacerla dudar de su percepción de la realidad) colectivo– parece ser algo habitual en los funcionarios del Gobierno. Así se conduce comunicacionalmente el Poder Ejecutivo cuando el repudio frente a actos discriminatorios y ofensivos lo deja trastabillando con sus explicaciones. «Entiendo que esa publicación luego desapareció, no recuerdo el nombre de usuario, pero por supuesto apelamos a que este tipo de cuestiones no vuelvan a ocurrir en ningún ámbito y bajo ninguna circunstancia», aseguró el vocero durante su habitual conferencia de prensa.
Verborragia
El próximo 21 de marzo es el Día Mundial del Síndrome de Down, dispuesto en diciembre de 2011 por la Asamblea General de Naciones Unidas. Claro que no hay nada para celebrar cuando la discriminación sigue vivita y coleando, se niega la ayuda a quien tiene una discapacidad y el insulto además llega de la mano de un primer mandatario, quien ya desde su campaña presidencial venía haciendo uso y abuso de una verborragia violenta hacia quienes tienen esta condición.
Rápida de reflejos, en aquella oportunidad la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina (ASDRA), manifestó «su profundo rechazo al uso de la palabra mogólico como insulto por parte del candidato a presidente por La Libertad Avanza, Javier Milei». «Entonces ese mismo boludito lo que empezó a hacer es decir la batalla cultural, la batalla cultural. A ver pedazo de mogólico, imbécil, tarado. La batalla cultural tampoco se puede dar, porque hay algo llamado censura», había dicho el ahora presidente de la nación, entre otras frases agraviantes hacia el periodista Roberto Cachanosky. Un nuevo episodio ahora volvió a provocar el rechazo de la Red Trisomía 21 (Red T21), que forma parte de ASDRA, para quienes el «me gusta» del presidente «se trató de un claro acto de discriminación, en el contexto de la tensión política que atraviesa la Nación con la provincia». «Desde la Red T21 hubo un contacto con el equipo de comunicación del Ejecutivo nacional, que consideró el episodio como “un error”», señalaron. Sí, hay quienes nunca aprenden.
Ignorancia
Leandro Otero tiene síndrome de Down y es miembro del Consejo Asesor de ASDRA, y en una charla con Acción cuenta en primera persona qué sintió al enterarse de la actitud presidencial: «Desde ASDRA no nos gusta que discriminen, me dolió, no me gusta lo que hizo el presidente». Para Leandro, quien a sus 29 años se levanta todos los días a las 6 de la mañana para trabajar como capacitador en la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, no solo el episodio está mal, sino que merece un pedido de disculpas.
Leandro Otero. Trabaja como capacitador en la Superintendencia de Riesgos del Trabajo.
«Cuando nos equivocamos debemos pedir perdón», sostiene, y consultado respecto de si consideraba que más personas discriminaban al igual que el primer mandatario es categórico: «Sí, y está muy mal».
Para Leandro, el hecho de utilizar la palabra mogólico como un insulto proviene no solo de la falta de empatía sino de la desinformación. «Porque no son buenas personas, se tienen que informar más sobre el síndrome de Down», señala en diálogo con Acción cuando se le pregunta el motivo.
Muy probablemente, quien utilice este término para agredir a otra persona ignore que, de acuerdo a las cifras dadas en 2023 por la Sociedad Argentina de Pediatría y en base a las proyecciones del Registro Nacional de Anomalías Congénitas (Renac), cada año en el país nacen entre 900 y 1.000 niños y niñas con síndrome de Down, se estima que es la alteración genética humana más común. El número surge de una prevalencia de 17,26 por cada 10.000 nacimientos, esto significa que actualmente cerca de 70.000 argentinos tienen esta condición, que afecta al desarrollo cerebral y del organismo y es la principal causa de discapacidad intelectual. Pero no solo eso, se sabe que las personas con síndrome de Down pueden tener defectos cardíacos, gastrointestinales, trastornos inmunitarios, apneas del sueño, obesidad, problemas en la columna vertebral, entre otros. A la vista está la necesidad de que el Estado asista a estas personas y sus familias para poder gestionar la vida diaria, garantizándoles todos sus derechos básicos. Apenas asumido el nuevo Gobierno, en diciembre de 2023 desde ASDRA se planteó la importancia de tratar temas fundamentales en relación con la situación del colectivo de las personas con síndrome de Down en el país, en particular, y con discapacidad, en general, no obstante, aseguran que «aún no hubo novedades». De acuerdo con los datos de la encuesta «Síndrome de números», que se realizó a través de ASDRA sobre una muestra de 5.000 personas en 2021, el 66% con síndrome de Down que no tienen Certificado Único de Discapacidad son niños y niñas; el 58% de las personas con síndrome de Down que declaran no tener cobertura médica son niños y niñas; el 48%, mayores de 12 años, no ingresaron al secundario; el 66% no cuentan con formación para el empleo; y el 85% está fuera del mercado laboral. Además, se estima que 12.759 niños y niñas con síndrome de Down siguen sin ser censados desde 2010. Muy probablemente es por esto mismo que en materia de derechos humanos básicos y obligaciones quienes tienen responsabilidad con toda la ciudadanía «no la ven» o, si lo hacen, no les importa o, lo que es más grave aún, «no les gusta».