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Estados Unidos vs. Google

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Esteban Magnani

El gigante de internet protagoniza otro juicio histórico, acusado de prácticas monopólicas para dominar el mercado de búsquedas. El caso más grande de este tipo en 25 años.

David y Goliath. La demanda eropea podría desémbocar en una multa de 2.400 millones de dólares.

Foto: Shutterstock

Desde hace unas semanas, Google, una de las unidades de la corporación Alphabet, se encuentra en el banquillo de los acusados. Desde el Departamento de Justicia de los Estados Unidos se la señala por prácticas monopólicas para garantizar el control del mercado de búsquedas, del cual tiene más de un 90% en ese país, así como en casi todo Occidente. Desde la empresa aseguran que alcanzaron esa cuota de mercado gracias a la calidad de su producto. Se espera que el fallo se conozca en un par de meses, aunque es poco probable que no haya apelaciones.
El juicio contra Google se desarrolla en simultáneo con uno similar en Europa que puede desembocar en una multa por 2.400 millones de dólares. De hecho, los reguladores europeos han cobrado más de 9.000 millones de multas a la empresa desde 2017 sin que esto haya logrado incrementar la competencia con el gigante estadounidense que, incluso, aumentó levemente su porción del mercado de búsquedas en Europa al 93% desde ese año hasta la actualidad.

Competencia
En los últimos años, la Justicia estadounidense inició varias investigaciones contra las grandes corporaciones tecnológicas, sobre todo Apple, Alphabet, Meta y Amazon por prácticas monopólicas. Así fue que desfilaron por el Congreso de EE.UU. algunos de los hombres más ricos del mundo, como Jeff Bezos o Marck Zuckerberg, para explicar cómo toman las decisiones que han hecho de sus empresas las más poderosas del mundo.
Varias de estas corporaciones, luego de encontrar un modelo de negocios súper exitoso, como el publicitario para Google o Facebook, buscaron formas de expandirse vertical y horizontalmente. Así es como, por ejemplo, Amazon pasó de vender productos de terceros a financiarlos y hasta producirlos.
Además, para aprovechar los gigantescos desarrollos informáticos necesarios para su negocio, comenzó a vender servicios en la nube para otras empresas, algo que le permite conocer en detalle su funcionamiento. Como al mismo tiempo Amazon maneja los algoritmos que seleccionan los productos que se muestran a los clientes, está en una posición inmejorable para priorizar sus propios artículos por sobre los de los competidores, como muestran algunas investigaciones.
En EE.UU. el crecimiento de las empresas no suele verse con malos ojos. Sin embargo, una cuestión que sí preocupa y que ha generado juicios en el pasado, es que las posiciones dominantes tan extendidas desincentivan la competencia, lo que a su vez afecta la innovación y deja a los consumidores con menos opciones. Es por eso que en 2001 finalmente Microsoft tuvo que abandonar algunas prácticas por las que aprovechaba su dominio sobre los sistemas operativos en computadoras para imponer su navegador Explorer en el mercado.
En caso de que la demanda prospere, Alphabet puede verse obligada a deshacerse de algunos segmentos de su empresa.

El juicio
Si bien las investigaciones comenzaron unos años antes, en 2020 se presentó la demanda contra Google. En el comienzo del juicio, el abogado del Departamento de Justicia, Kenneth Dintzer, dejó en claro que el eje de la discusión pasa por la integración vertical que tiene Alphabet y que le permite aprovechar sus productos y servicios para imponer su propio buscador.
Por ejemplo, Alphabet compró Android, el sistema operativo más utilizado en celulares en el mundo y el cual, por distintos mecanismos, impone a los fabricantes de smatphones. En ese sistema operativo ya viene instalado su navegador Chrome, el cual no se puede desinstalar. A su vez, el navegador ya tiene, por defecto, seleccionado el buscador de Google. Por si esto fuera poco, según el abogado, la corporación paga cerca de 10.000 millones de dólares anuales a otras empresas como Apple o Samsung para que dejen seleccionado por defecto el buscador en los navegadores.
Como argumento, el abogado defensor explicó que cambiar el buscador que viene seleccionado por defecto requiere «solo cuatro clics». Si bien es cierto, todas las empresas tecnológicas conocen el comportamiento de sus usuarios muy detalladamente y saben que es muy poca la gente que lo hace. Para el abogado de la acusación la mejor prueba de ello es «la cuenta bancaria de Google».
En la práctica, la masividad de las búsquedas en Google es lo que permite entrenar y perfeccionar el algoritmo para que responda mejor a lo que busca cada persona, algo que atrae más usuarios. De esa manera, Google tiene un poder enorme para dirigir el tráfico en internet y, como se lo está acusando en Europa, usa ese poder a su favor. Un pequeño retoque en el algoritmo le permite priorizar los servicios propios por encima de los demás, ya sea a la hora de ver videos, buscar mapas o servicios en la nube y plataformas educativas. De hecho, el juicio que se está llevando adelante en Europa es por este tipo de prácticas. En ese continente existe, además, un interés especial por hacer espacio para las empresas locales en un mercado copado por los estadounidenses.
Los especialistas gubernamentales a ambos lados del Atlántico intercambian información y estrategias para comprender cómo funcionan esta y otras empresas, algo que no resulta nada fácil de lograr, ya que desde afuera resultan cajas negras muy complejas.

La experiencia
En 2001, tras un fallo adverso, Microsoft negoció cambios para dejar de imponer el navegador Explorer en su sistema operativo. El caso puso algún límite al crecimiento de las empresas al mostrar un Estado dispuesto a intervenir en casos extremos. De esa manera se abrió una brecha para que otras empresas se atrevieran a competir.
Una de ellas fue, justamente, Google, la misma que ahora es acusada de desincentivar la competencia. ¿Quién se animaría a desarrollar un nuevo navegador en el contexto actual? No contar con los datos o los recursos tecnológicos que tiene Google ya es suficientemente problemático. Pero si a eso se le suma que paga cifras millonarias a otras empresas para que lo elijan, las posibilidades de encarar desarrollos propios parece una locura.
El fallo se espera para dentro de un par de meses, pero es muy probable que las apelaciones estiren el juicio mucho más tiempo y que lleguen hasta la Corte Suprema de Justicia. Y si hubiera una multa, no está claro cuánto cambiaría esto las cosas para una empresa a la que le sobran recursos.

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