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La hora de la vacuna 

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María Carolina Stegman

El fármaco, que estará disponible en la próxima primavera, logra reducir un 84% las hospitalizaciones y un 61% el riesgo de enfermedad sintomática. La importancia de un abordaje integral.

Foto: NA

Entre las situaciones que caracterizaron el último verano argentino estuvieron la sequía, cuyos coletazos a nivel económico aún perviven, y el gran aumento de casos de dengue, incluso en zonas geográficas donde la presencia del vector años atrás no se registraba. Así, de acuerdo con la información oficial, hasta el 16 de abril se habían notificado en el país 56.324 casos, de los cuales 51.634 resultaron autóctonos, es decir que no eran producto de viajes a zonas endémicas como Brasil. Además, la circulación de este virus ya se detecta en 15 jurisdicciones correspondientes a cuatro regiones: Región Centro (Buenos Aires; Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Córdoba; Entre Ríos; Santa Fe); región NEA (Corrientes; Formosa; Chaco), región NOA (Catamarca; Jujuy; La Rioja; Salta; Santiago del Estero; Tucumán) y la provincia de San Luis en la región Cuyo. Por otra parte, unas 48 personas, muchas con enfermedades de base, fallecieron. Recientemente apareció una suerte de luz al final del túnel con la aprobación por parte de La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) de la vacuna para prevenir el dengue causado por cualquiera de los cuatro serotipos existentes del virus y que puede ser aplicada a personas a partir de los 4 años, con o sin antecedentes de dengue, en dos dosis con un intervalo de 3 meses entre las mismas. No obstante, el futuro de las enfermedades infecciosas transmitidas por vectores, como en este caso el mosquito Aedes aegypti, sigue presentándose poco auspicioso, porque el resto de los pilares que conforman las estrategias de prevención y control de la afección son difíciles de sostener en un contexto de pobreza, cambio climático, migraciones y problemas de saneamiento ambiental. Por esto, los especialistas celebran la llegada próxima de la vacuna, pero subrayan a la vez la importancia de no descuidar la vigilancia y mejorar las condiciones de vida de la población.
De acuerdo con la información difundida oficialmente, la nueva vacuna, basada en virus vivos atenuados, fue desarrollada a partir del serotipo 2 del dengue, que proporciona la «columna vertebral» genética para los cuatro serotipos y está diseñada para proteger contra cualquiera de estos. Cuenta, además, con el respaldo del estudio clínico TIDES, que incluyó cerca de 20.000 participantes sanos de zonas endémicas, con un seguimiento de 4,5 años. Lo que se observó fue que con dos dosis, se logró reducir un 84% las hospitalizaciones por dengue y un 61% el riesgo de dengue sintomático, con un muy excelente perfil de seguridad.
«El mayor impacto que mostró la vacuna y los datos de eficacia se vieron sobre todo en las hospitalizaciones, que se redujeron en más de un 80%. Siempre se apunta a los eventos graves con las vacunas y en este sentido mostró muy buen perfil de eficacia, lo mismo que para la prevención de casos sintomáticos ambulatorios, más del 60%, no es para nada despreciable ese valor en una vacuna muy compleja de hacer», subraya en diálogo con Acción Analía Urueña, infectóloga y directora del Centro de Estudios para la Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles de la Universidad Isalud.
Por otra parte, el perfil de seguridad también fue fundamental. En este caso la vacuna se aplica en dos dosis separadas por un intervalo de 3 meses en la población objetivo que son personas mayores de 4 años. La inmunización no está indicada ni para embarazadas ni para mujeres que estén amamantando y tampoco para personas inmunocomprometidas, porque todavía no hay datos en esas poblaciones.
«Falta que la vacuna ingrese, que se apruebe el primer lote y que se empiece a distribuir y comercializar. En este sentido hay dos tipos de estrategia, una a nivel individual, que se decide en base a lo que cada persona converse con su profesional y en función de la presencia de la enfermedad en el lugar donde vive, porque no es lo mismo vivir en Capital Federal, Misiones o Tierra del Fuego, no tenemos el vector en todas las jurisdicciones. Luego habrá que evaluar la estrategia de vacunación a nivel de la salud pública, esta aún no está definida, lo tendrán que hacer las autoridades sanitarias en función de las recomendaciones que dé la Comisión Nacional de Inmunizaciones», detalla Urueña. 
Una posibilidad de inmunización, según Urueña, sería hacerlo de forma regionalizada dirigida a los grupos de más riesgo y donde hay mayor cantidad de casos. En este sentido, recuerda que en Argentina hay experiencias con la fiebre amarilla o la fiebre hemorrágica.

Esperanzas en un escenario desafiante
Para Pablo Bonvehí, jefe de Infectología del Hospital Universitario CEMIC, «la llegada de una nueva vacuna siempre abre una esperanza de prevenir una enfermedad y, fundamentalmente, de poder prevenir el impacto más grave de la misma, sobre todo aquellos casos que pueden requerir internaciones y poner en riesgo la vida».
Si bien en algunos casos el dengue puede ser asintomático, cuando expresa síntomas se presenta con un cuadro febril agudo e inespecífico; se llama así porque es un cuadro de menos de 7 días de duración, sin síntomas respiratorios. A estos signos, suele agregarse habitualmente dolor de cabeza intenso, dolor detrás de los ojos, dolor muscular y en las articulaciones y a veces diarrea o vómitos; también en ocasiones aparece una erupción en la piel.
En tanto, el dengue grave se ha convertido en una de las principales causas de hospitalización y muerte entre niños y adultos. En este sentido, Eduardo López, jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, explica que «la evolución de la enfermedad causada por el dengue está relacionada con factores de la persona que se infecta y la manera que responde a la infección, el serotipo que infecta a la persona, y la consulta precoz».
La aprobación y la próxima utilización de la vacuna, que se estima será en la primavera, sin dudas configura una mejor realidad. No obstante, los especialistas llaman a no descuidar las estrategias de prevención.
«Aun cuando dispongamos de la vacuna para su prevención, de ninguna manera tenemos que abandonar las medidas ya conocidas para evitar la proliferación del mosquito vector, entre las cuales las más importantes son el descacharreo, la eliminación de recipientes con agua estancada, además de las medidas para evitar las picaduras, como el uso de repelente, ropa amplia que proteja brazos y piernas, y la instalación de mosquiteros en los domicilios», dice Ángela Gentile, infectóloga pediatra y jefa del Departamento de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
«El dengue vino para quedarse, se instaló en Argentina, las provincias afectadas ya no son solamente las del norte, tuvimos todo el NOA, el NEA y toda la región centro comprometida en estos últimos brotes, también hemos tenido casos en la región de Cuyo, algo que ocurrió por primera vez en la temporada de 2020. Lamentablemente, el escenario no es muy optimista a futuro porque factores como el cambio climático, mayores condiciones de pobreza, migraciones, falta de acceso al agua de red que hace que las personas tengan que juntar agua en su domicilio para vivir, el hacinamiento, la disposición de los residuos, los basurales, y todo esto cerca de las grandes ciudades, hacen que sea muy difícil controlar el vector, entonces hay que implementar estrategias de control y de prevención integral: control del vector, saneamiento ambiental, acceso a agua de red, en definitiva mejorar las condiciones de vida de la gente», concluye Urueña.

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